La llorona

Ojos de perra azul

La llorona
La lloronaCortesía de la autora
Por:

Soy todo lo que buscas, pero en llorona. Mis ojos de perra azul derraman lágrimas que resbalan por las mejillas, como lluvia de otoño. Si no las absorbe el pañuelo o las mangas que visto, caen a tierra, de vuelta al planeta. Las de tristeza son color ámbar, saben a miel, endulzan adioses cuando te vas de mi lado. Brotan de una en una, despacio. Hay otras que salen a chorro, la melancolía que no puedo apalabrar. Nublan la mente, agridulces y translúcidas, aparecen al recordar lo que no fuiste para olvidar lo que nunca serás. Si me enojo se vuelven diamantes, excesos del cerebro y del corazón que no se pueden contener.

Las cosas no salen como yo deseo, expulso ríos de fuego por cada pupila, calcino ilusiones contigo. Las gotas frescas son de felicidad, en ellas se reflejan los rayos del sol, un arcoíris si acaso regresas. Si tengo miedo saladas las trago, garganta seca, se cierra. Se desbordan, ahogan mis traumas secretos. Sonrío por fuera aunque llore por dentro.

DURANTE AÑOS FUI EXPERTA en provocarme el llanto. Me concentraba por unos segundos, pensaba en terribles tragedias, el perro moría atropellado, mis padres me mandarían a un hospicio lejano, nunca más volvería a comer chocolates. Hacía muecas, gemía, no parpadeaba, me ponía mentol en las pestañas, cortaba cebollas de lágrimas negras. Convencía a los mayores para lograr mi objetivo, llamar la atención, sentirme atendida.

Las cosas no salen como yo deseo, expulso ríos de fuego por cada pupila

Hoy lloro cuando necesito llorar, sin instrucciones, de diferentes maneras. Cuando intento desaparecer entre la gente y ser aire libre, si prefiero no hablar porque nunca me entiendes. En los insomnios sollozo al buscar lo imposible más allá de la luna, observo el horizonte por horas, me fugo en la irrealidad de un paisaje lejano plasmado en un lienzo, al contacto con el frío mármol de una escultura. Cuando dejo de comer o ingiero de más, nada me calma. Me reprimo, escribo cartas que nunca leerás. Me estremezco en quejidos al recordar errores pasados, los desatinados presentes. Al pasar las hojas que rasgan los dedos, a escondidas detrás de los libros, si te digo que no, pero sabes que en el fondo significa que sí. El cuerpo se drena, me quedo en cama todo el día, despierta en la noche. Así es como lloro por todo y por nada, por mí y por ti, cuando quiero y no puedo, a veces sin querer, en ocasiones dormida entre tus brazos, ni cuenta te das.

*No tengo peros en la lengua.