Manuel Delaflor: El cuerpo fuente de ansiedad

ESGRIMA

Manuel Delaflor
Manuel DelaflorFoto: Manuel Delaflor
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La palabra ayeka se traduce del hebreo como “¿dónde estás?”. Es la locución con la que Dios detonó la primera conversación con el hombre en el Génesis del Antiguo Testamento; representa el encuentro entre lo divino y lo humano. Para el filósofo de la ciencia Manuel Delaflor, este concepto es el que mejor representa un proyecto que integrará ciencia de vanguardia: el Ayeka Research Center, en donde se implementará la Terapia Tecnológicamente Asistida (TTA) para tratar la mente humana, a través de procesos de biorretroalimentación, como herramienta para el combate de trastornos como la ansiedad.

Manuel Delaflor (Ciudad de México, 1966) es también investigador asociado del Human AI Empowerment Lab, de la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur (USC). Trabajó seis años en la UNAM con el doctor Jacobo Grinberg, neurofisiólogo mexicano que realizó estudios de vanguardia sobre la conciencia y el cerebro, pero desapareció sin dejar rastro en diciembre de 1994. Grinberg fue creador del experimento el potencial transferido, uno de los estudios más emblemáticos del laboratorio, según el cual existen evidencias de que los cerebros humanos pueden estar conectados más allá de lo físico.

“La preocupación pretende ser necesaria, pero no sirve para nada”, dice el escritor Eckhart Tolle, acerca de la ansiedad. Según el sitio psicologíacientífica.com, el trastorno de ansiedad es “la epidemia silenciosa del siglo XXI”. Su presencia de carácter patológico se manifiesta con múltiples desajustes a nivel cognitivo, conductual y psicofisiológico. ¿A qué se debe que este trastorno impere en esta época?

Biológicamente hablando, no es que sea algo particular de esta época. La gente sigue siendo gente, desde que hay historia; nos mueven los mismos deseos y tenemos los mismos miedos. La ansiedad de otras épocas era quizá distinta (qué comer mañana) y ahora es más existencial (quién soy o a dónde voy) pero, al final, esto depende del grupo humano al que pertenezcamos.

La ansiedad genera incomodidad y malestar, interfiere en la vida de la persona en múltiples niveles. ¿Cómo podemos entenderla? ¿Qué es verdaderamente este síntoma de nerviosismo e inquietud?

Actualmente se está entendiendo que es algo corporal, un estado de alerta a nivel biológico. Esto es debido a que la separación entre lo que es un proceso mental y un proceso físico se ha diluido considerablemente en las últimas décadas. De esta manera, hoy podemos decirlo así; el cuerpo siente un peligro inminente —sea del tipo que sea— y se prepara para huir o atacar. ¿El problema? No hay algo físico evidente de lo cual escapar o a lo que podamos hacerle daño. La sociedad moderna hace que muchos de estos enemigos sean situaciones o circunstancias, más que personas dañinas u otro tipo de depredadores. Pero el cuerpo sigue reaccionando de manera primigenia, porque biológicamente somos idénticos a nuestros antepasados, aunque la sociedad y cultura modernas avancen a velocidades vertiginosas.

Muchas formas de ansiedad comienzan en el sistema límbico, el nervioso y en la contracción muscular

¿La ansiedad es adaptativa o patológica?

Depende del nivel. Depende de la persona. En general, si alguien sigue siendo funcional y tiene una vida en donde experimenta paz la mayor parte del tiempo, así como placer y amor, la ansiedad se puede definir como adaptativa. Si por el contrario es constante o hay ataques de pánico, y la persona no puede mantener un trabajo ni relaciones familiares o de pareja entonces se vuelve disfuncional.

¿Por qué tenemos tanto miedo o, mejor dicho, a qué le tememos en la era del Antropoceno?

Es interesante: lo primero que viene a la mente son factores como el cambio climático, pero también hay miedos más de fondo, como la incertidumbre económica. Lo más triste para mí es que en esta época, cuando las necesidades físicas deberían de estar garantizadas para todos los seres humanos, aún tengamos estos problemas. Es decir, nuestra capacidad tecnológica e industrial como especie están lo suficientemente avanzadas como para permitir que todo ser humano tenga una vida acomodada (es decir, que no le sea necesario preguntarse qué comerá mañana o dónde dormirá). Pero no está sucediendo.

Pasaste seis años trabajando con Jacobo Grinberg, investigando las correlaciones electrofisiológicas de la conciencia. ¿Qué era lo más amenazante para la ciencia en esas investigaciones?

Para la ciencia nada, ésta es meramente una disciplina, un conjunto de metodologías diseñado para contestar preguntas prácticas desde un punto de vista empírico. El problema es la gente y sus creencias: algunos piensan que sus dogmas son conocimiento establecido y, por lo tanto, cualquier cosa que lo contradiga simplemente es falsa. De hecho, todo lo que hicimos fue abrir puertas e imaginar futuros posibles, siempre con la meta de entender qué es la conciencia y cómo se produce.

Si Jacobo estuviera aquí, ¿qué crees que estaría investigando hoy?

Sin duda seguiría promoviendo su teoría sintérgica e intentando entender el mecanismo que produce la experiencia. Y seguramente seguiríamos trabajando juntos.

¿Sentiste mucho su pérdida?

Sí, muchísimo. Todavía la siento. Actualmente varios de sus alumnos y yo seguimos en contacto, en proyectos conjuntos. Por ejemplo, mi socia en el proyecto de Baja California, Leah Attie, también fue colaboradora suya. Para ella fue muy difícil la situación y a la fecha lo recordamos con cariño. Seguimos elaborando varias de sus ideas.

Háblame acerca del proyecto diseñado para Mé-xico, de abrir un centro en donde se ofrecerán técnicas basadas en biorretroalimentación, para tratar trastornos de ansiedad y depresión.

Se llama Ayeka Research Center (www.ayeka.center) y está en construcción; abriremos puertas a finales del 2024 en el Valle de Guadalupe, en Baja California. La idea es que las terapias que se han convertido en el estándar de la salud mental están todavía atrapadas en un paradigma del siglo pasado: consideran que la mente consciente tiene forma de cambiar cómo nos sentimos. Esto ha resultado, en el mejor de los casos, algo difícil, y además es muy tardado. Estamos trabajando en una alternativa que consiste en usar lo último en tecnología para elaborar un sistema que permita llegar a la fuente del problema: el cuerpo. Y es que muchas formas de ansiedad comienzan en el sistema límbico, en el sistema nervioso, en la contracción muscular en la base del cuello). Estos desajustes son invisibles para nosotros. Nuestro plan es visibilizarlos con tecnología de punta, para ayudar a mucha gente.