Morricone: el silencio es música

La canción #6

Ennio Morricone
Ennio MorriconeFuente: dunia.cl
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Su película empezaría con la escena de la caída en la que se rompió una pierna. Durante esa semana recordaría toda su vida en flashback, musicalizada por él antes de morir, a los 91 años, en julio de 2020. En el fade a negro tras los créditos finales cobraría pleno sentido uno de sus principios creativos: “El silencio también es música”.

Esperábamos a los Ramones cuando empezó a sonar El bueno, el malo y el feo, con la que abrían sus conciertos antes del tsunami punk. La conexión musical son las películas de serie B que inspiraron al grupo. Y el spaghetti western de Sergio Leone —tercera de la trilogía Por un puñado de dólares y Por unos dólares más— es una joya de bajo presupuesto musicalizada por el compositor, director y productor que hizo de la banda sonora un arte. Su música vive fuera del celuloide. Lo que no sucede con muchas películas sin la música.

Fue un músico visual
de los más innovadores
y prolíficos del siglo

Morricone fue un ecléctico seguidor de Bach y Stravinski. Un músico visual de los más innovadores y prolíficos del siglo XX. Junto al multiinstrumentista Alessandro Alessandroni escribió, arregló, orquestó y dirigió más de quinientas bandas sonoras para radio, televisión, teatro, publicidad y cine de todos los géneros. La música tenía que contar las historias, animar a los personajes y crear las atmósferas de comedia, western, drama, horror, acción o ciencia ficción. Su flexibilidad le permitía componer música de cámara, sinfónica, ópera, jazz, ambiental, experimental e incluso le entró al pop con Pet Shop Boys, Sting y Morrisey. No había estilo que se le resistiera ni carencia de presupuesto que lo limitara: usaba disparos, latigazos, percusiones, coros, sus famosos silbidos y trompetas —que tocó desde los seis años—, y la Fender que hacía twang en las manos de Alessandroni. Todo amalgamado en un género propio. Pero también era un rey meloso que rozaba lo cursi nivel “Chi Mai” en El profesional.

Además de trabajar con Bernardo Bertolucci (Novecento), John Carpenter (La cosa), Brian De Palma (Los Intocables) y Roman Polanski (Búsqueda frenética), hizo música para Dolce & Gabbana, Lancia y Giorgio Armani, patrocinador de su gira mundial de 250 conciertos en 2001. Alcanzó la gloria con el western italiano, pero nos conquistó con La misión de Roland Joffé y la conmovedora Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore. Estuvo nominado seis veces al Óscar, lo obtuvo con Los 8 más odiados, de Quentin Tarantino. Parte de su obra se perdió en el incendio de los Estudios Universal en 2008; se despidió con una carta que empieza: “Yo, Ennio Morricone, he muerto”.