“No estoy equivocado”

La obra incombustible de Mijaíl Bulgákov

El maestro y Margarita, novela cumbre del escritor ruso que en este 2020 cumple su ochenta aniversario luctuoso, ha sido adaptada para el cine más de diez veces, además de haber inspirado un sinfín de versiones
para televisión, radio, teatro, narrativa, poesía, ballet y música, de clásica a rock. Podría decirse de su creador
lo que asegura el gato Popota en el libro, cuando una mujer menciona que Dostoievski ha muerto.
El felino responde: “¡Protesto! ¡Dostoievski es inmortal!”. Dedicamos estas páginas a revisar esa obra prodigiosa.

Mijaíl Afanasievich Bulgákov (1891-1940).
Mijaíl Afanasievich Bulgákov (1891-1940).Fuente: en.wikipedia.org
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Hace ochenta años murió el autor de El maestro y Margarita, esa gran obra maestra.

Celebrar la vida de Mijaíl Afanasievich Bulgákov es rendirle homenaje. Para apreciar su obra, recordemos lo que le tocó vivir.

NACIÓ EN KIEV en 1891; estudió medicina y se especializó en enfermedades venéreas. En 1920 comenzó a escribir y a dirigir obras de teatro, que le ganaron al mismo tiempo tanto la admiración del público como la censura del poder soviético. Colaboró muchos años en distintos periódicos y revistas. Su primera novela, La guardia blanca, mostraba el lado amable de los blancos, es decir, los ucranianos nacionalistas que, unidos a los alemanes, lucharon en contra de los bolcheviques. A partir de entonces, las obras de Bulgákov fueron corregidas, censuradas y prohibidas. Un día le llamó Stalin y le preguntó si deseaba irse de Rusia. Respondió que no. Años después pidió permiso para ir a Europa y le fue negado.

En el fondo no quiso abandonar su patria. A diferencia de Vladimir Nabokov, quien trece años después que Bulgákov emigró y se vio obligado a convertirse en autor en una lengua diferente a la materna —en la cual escribió Lolita y Ada o el ardor—, Bulgákov se quedó. Para él, salir del país no era una solución, a pesar de que hubo épocas en las que todas sus opciones estaban clausuradas. Tras la llamada de Stalin mejoró un poco su situación, aunque continuaron sus discusiones con Stanislavsky (director del Teatro de Arte de Moscú) y con Lunacharsky (comisario de piezas teatrales). Se casó en terceras nupcias con Elena Sergeevna Shiloskaya —la Margarita de la novela— e inició una etapa en la que combinó piezas teatrales —que siempre eran prohibidas o corregidas— con narrativa. De esa época son Corazón de perro, Morfina, Novela teatral y el proyecto de su vida y su testamento literario, El maestro y Margarita, al cual consagró doce años.

En 1938 comenzó a sufrir problemas en los riñones, que le ocasionaban gran dolor. Al saber que le quedaba poco tiempo de vida, abandonó Novela teatral para consagrarse a su obra maestra, la historia sobre la leyenda de Fausto y la visita del diablo a Moscú. Para septiembre de 1939 se quedó ciego, aunque continuaba dictándole correcciones a Elena. A la manera de su muy amado y reverenciado Molière, Bulgákov estaba convencido de que era necesario trabajar hasta el último momento. Un año después murió, dejando una obra que, por su oposición al realismo socialista y su sentido del humor desenfadado e irónico, se convirtió en una anticipación de la glasnost de la sociedad soviética. Por esta razón, los rusos convirtieron en museo el número 50 de la calle Bolshaya Sadovaya, donde vivió muchos años y escribió El maestro y Margarita.

Un día le llamó Stalin y le preguntó si deseaba irse de Rusia. Respondió que no. Años después pidió permiso para ir a Europa y le fue negado

LA OBRA DE BULGÁKOV es heredera directa de diversas corrientes que logró fundir a lo largo de su obra. Destaca la influencia romántica de Pushkin, así como de Lérmontov, pero la mayor influencia que el mismo autor reconoce es la de un escritor satírico ruso poco conocido, Saltikov-Schredin (1826-1889), quien tuvo un fuerte ascendiente también sobre Gogol. En las postrimerías de su vida, Saltikov-Schedrin tuvo que soportar la humillación de ver clausurada para siempre Anales patrios, la revista a la que consagró dieciséis años de su vida; la suspendieron en 1884. De esa fuente Bulgákov abrevó la ironía, el sentido crítico y la lucha contra la estupidez; ahí también se pudo reflejar, al ver la represión de que fue objeto Saltikov-Schredin por parte de Pedro I, semejante a la que sufriría él mismo por parte de Stalin.

La censura aplicada a Bulgákov dio pie a la escritura de la pieza teatral Los días de los Turbin, adaptación de su novela La guardia blanca. Stanislavsky le cambió el final, al punto de que la obra de teatro termina con la llegada de los bolcheviques, que cantan La Internacional. Después vendría Evasión, pieza en cuatro actos y ocho sueños, que fue prohibida antes de su estreno, por ser considerada antisoviética. A esta pieza seguiría La isla purpúrea, cuyo epígrafe señala: “Ensayo general de una obra del ciudadano Jules Verne en el teatro de Gennadij Panfilovic”,1 y es una obra dentro de la obra. El tema principal es la censura; en la trama, después de una representación ante el censor Savva Lulkic, éste prohíbe la obra en la novela.

La prensa alemana de la época se refirió a esta pieza como una llamada en favor de la libertad de prensa en la URSS. Fue estrenada en diciembre de 1928, tuvo mucho éxito y fue rápidamente prohibida. Siguieron Beatitud (1934) e Iván Vasilievich (1935), que presentan distintas variantes del mismo tema, en las cuales Bulgákov combina elementos fantásticos con relatos distópicos y elementos de ficción científica, como la utilización de una máquina del tiempo.

EL DEPARTAMENTO de Zoia —publicada en español por el Fondo de Cultura Económica y traducida por Selma Ancira—, se representó en otras ciudades además de Moscú y alcanzó a sumar más de cien funciones. En el último acto de esta obra aparece un cadáver que baila con los maniquíes, escena que prefigura el baile de Satán en El maestro y Margarita.

La conspiración de los hipócritas (Molière) fue escrita como un homenaje al genial dramaturgo francés y también una manera de recordar la censura de que fue víctima por parte de Luis XIV. Su prohibición representó un duro golpe para Bulgákov quien, para sobrevivir, había adaptado para teatro Las almas muertas, de Gogol, propuso una traducción de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, y una adaptación de Don Quijote.

En cuanto a su narrativa, La guardia blanca cuenta, igual que la adaptación teatral, la derrota de ucranianos nacionalistas y alemanes a manos de los bolcheviques. El dramaturgo muestra en ella la dificultad de mantener los valores en pleno caos, y cómo la guerra acabó por provocar fracturas, odios y resentimiento entre todos los sectores de la sociedad.

Por su parte, Corazón de perro es una sátira de la sociedad soviética a través de los ojos de un animal humanizado. Sharik, de aproximadamente dos años, es un perro callejero de ocho kilos de peso, pelo liso, con motas tanto oscuras como claras y el rabo de color crema, utilizado en la novela para los experimentos del doctor Filip Filipóvich Preobrazheski. El resultado es inesperado. Sharik se humaniza y se convierte en el ciudadano Sharikov Polifrag Poligráfovickh, de cincuenta kilogramos, estatura baja y cabeza pequeña. Aprende a hablar y en poco tiempo conoce los derechos de todo ciudadano soviético, en nombre de los cuales crea una cadena de enredos. El relato termina cuando, de improviso, los síntomas retroceden, y Sharikov se convierte de nuevo en el perro Sharik.

Mijaíl Afanasievich Bulgákov
Mijaíl Afanasievich Bulgákov

ASÍ LLEGAMOS a su obra cumbre, El maestro y Margarita. Se desenvuelve en tres planos diferentes: la historia de Poncio Pilatos y su encuentro con Joshua Ga-Nozri, en la vieja Judea; la llegada del diablo a Moscú acompañado de su séquito, cuyas trastadas desquician a la sociedad soviética y muestran la hipocresía y la putrefacción de las conciencias; la historia de amor entre el maestro y Margarita, que gira alrededor del reconocimiento por parte de ella del enorme talento de él, tanto como de la importancia de su novela.

La narración retoma la leyenda de Fausto, mezcla elementos fantásticos y realistas en un todo armónico que garantiza al lector la verosimilitud de los hechos que se suceden en regocijante rapidez. En la primera parte de la novela, Bulgákov cuenta una historia que se asemeja mucho a la de los cristianos primitivos y los esenios, historia que se contrapone a la “verdad oficial”, difundida por Leví Mateo.

De manera paralela, los lectores somos testigos de la llegada a Moscú de Monsieur Voland —cuyo ojo derecho era negro mientras el izquierdo tenía color verde— y de sus ayudantes Koroviev-Fagot, el fiel Asaselo —pelirrojo, con el colmillo sobresaliente y su hueso de pollo roído en el bolsillo—, y la siempre desnuda y voluptuosa Guela, sin faltar el genial gato Popota, que se sube al tranvía sin pagar los correspondientes kópecs y no deja, cuando se presenta la ocasión, de saborear una deliciosas galletas de caviar y setas frescas, con su correspondiente vodka.

En la segunda parte de la novela nos enteramos de que las escenas que hemos leído entre Poncio Pilatos y Joshua Ga-Nozri forman parte de la novela del maestro y de cómo éste, desalentado por la estupidez de los críticos y de los editores moscovitas, y con el fin de no ser una carga para su amada Margarita, quema los legajos de esa obra. Sin embargo, el escrito es rescatado gracias a la ayuda del diablo, porque “los manuscritos no se queman”, hermosa metáfora del poder del arte y su capacidad para trascender la destrucción e iluminar las conciencias.

Al final, el maestro da por terminada su novela, Poncio Pilatos y su fiel perro Bangá son liberados y Margarita le dice al maestro: “He ahí tu casa, tu casa eterna. Dormirás con tu eterno y sucio gorro y con una sonrisa en los labios. El sueño te fortalecerá y te hará reflexionar más sabiamente. Yo cuidaré tus sueños”.2

En 1991, cincuenta y un años después de la muerte del escritor, se publicó Los manuscritos no se queman: Mijaíl Bulgákov, una vida en cartas y diarios, editado por J. A. E. Curtis.3 Es un libro extraordinario, que contiene un ensayo crítico de Julie Curtis, las cartas de Bulgákov (incluyendo las que envió a Stalin), fragmentos de su diario y del de Elena Bulgakova, su mujer. Como dato curioso en relación con nuestro país, encontramos ahí que Nikolay le escribió a su hermano Mijaíl el 12 de diciembre de 1935 diciendo que iba a venir a México, donde llevaría a cabo alguna tarea solicitada por su jefe.

En 1815, el escritor romántico austriaco E. T. A. Hoffmann había publicado Los elíxires del diablo, novela gótica con elementos fantásticos que tuvo una enorme influencia sobre Bulgákov. Así, el 7 de agosto de 1938 el escritor ruso escribió en su diario: “¡No me he equivocado en El maestro y Margarita! Entenderás lo que eso significa para mí: ¡Estoy en lo correcto!”.4

El 7 de agosto de 1938 escribió en su diario:
¡No me he equivocado en El maestro y Margarita! Entenderás lo que eso significa para mí: ¡Estoy en lo correcto! 

SU SALUD SE FUE deteriorando por la enfermedad de los riñones. Finalmente, el 8 de marzo de 1940, el autor murió. Años después, en 1961, su esposa le escribió a Nicolay, hermano de Bulgákov, dando detalles del día de la muerte: “Misha empezó a respirar cada vez más rápido, de repente abrió mucho los ojos y suspiró. Había asombro en su mirada, se encontraba llena de una luz inusual”.5

Un mes después del fallecimiento, la gran poeta Anna Akhmatova escribió un poema, del cual estas líneas forman parte: “Te ofrezco esto en lugar de rosas a un lado de la tumba / en lugar de incienso [...] / Fuiste un increíble bufón / que jadeó para respirar entre sofocantes paredes”.6

Es una gran verdad que, como dice El maestro y Margarita, “los manuscritos no se queman”. El arte permanece, pese a la estupidez y a los dictadores. También es cierto que el gran Mijaíl Afanasiévich Bulgákov no estaba equivocado; fue un visionario adelantado a su tiempo. Como indica el final de la novela, ahora, a ochenta años de su muerte, seguramente está tranquilo. La inmortalidad le pertenece y la comparte con su amada Elena y con sus personajes Monsieur Voland, Fagot-Korokiev, Asaselo, Guela, el gato Popota, Joshua Ga-Nozri y Poncio Pilatos.

Gracias, maestro.

Notas

1 Mijaíl Bulgakov, La isla purpúrea, Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1973, p. 25.

2 Mijaíl Bulgakov, El Maestro y Margarita, Lectorum, México, 2019, p. 395.

3 J. A. E. Curtis, Manuscripts Don’t Burn: Mikhail Bulgakov.  A Life in Letters and Diaries, The Overlook Press, New York, 2012. Versión Kindle.

4 Ibid.

5 Ibid.

6 Ibid.

Bibliografía

Mijaíl Bulgákov, La garde blanche, Robert Laffont, París, 1970.

Mijaíl Bulgákov, El Maestro y Margarita, Lectorum, México, 2019.

Mijaíl Bulgákov, Les oeufs fatidiques, suivi de Diablerie et autres récits fantastiques, Éditions L'age d'homme, Lausanne, 1987.

Mijaíl Bulgákov, La isla purpúrea, Iván Vasilievich, Beatitud, Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1973.

Mijaíl Bulgákov, Novela teatral, traducción de José Laín, Alianza Editorial, Madrid, 1971.

Mijaíl Bulgákov, Morphine, Écrits sur des manchettes, Journal confisqué, Lettres a Staline, Les aventures extraordinaires d’un docteur, Actes Sud, París, 1977.

J. A. E. Curtis, Manuscripts Don’t Burn: Mikhail Bulgakov, A Life in Letters and Diaries, The Overlook Press, Nueva York, 2012. Versión para Kindle.

Ettore Lo Gatto, La literatura rusa moderna, Losada, Buenos Aires, 1972.