El sueño de la tecnología

El imaginario del mundo onírico no ha sido el mismo a través de los siglos. Esto se explora en el más reciente libro de Ernesto Priani Saisó, Los instrumentos de la noche. Episodios para una historia de lo soñado, a partir de una pregunta eje: ¿de qué forma la tecnología ha modificado nuestros sueños? Como explica Héctor Aparicio en esta reseña, el pensador revisa una práctica humana —en este caso, el acto de soñar— para responder una cuestión filosófica, proponiendo un recorrido de la Antigüedad clásica, a la primera mitad del siglo XX

Francesco Pagano y Paolo da San Leocadio,  frescos de la Catedral de Valencia (detalle), siglo XV.
Francesco Pagano y Paolo da San Leocadio, frescos de la Catedral de Valencia (detalle), siglo XV.Foto: catedraldevalencia.es
Por:

El manido verso de Pedro Calderón de la Barca asegura que nada hay de sorprendente en los sueños porque son sueños nada más. En efecto, si lo reflexionamos, algunos son tan efímeros que se quedan en el olvido apenas despertamos, otros, son sólo recordados parcialmente. Pero, la actividad onírica nunca desaparece, por lo menos no en vida, y cerrar las pestañas puede ser tan significativo como inquietante.

El filósofo Ernesto Priani Saisó se pregunta por esa actividad en su libro Los instrumentos de la noche. Episodios para una historia de lo soñado, publicado por Bonilla Artigas Editores en 2023. La obra va más allá del mero recuento de los sueños o, mejor dicho, de los soñadores en el pasado. Como ya lo ha hecho Priani Saisó en otros ensayos, donde al revisar una práctica humana se responde una cuestión filosófica —por ejemplo, en los libros Magia y hermetismo (1997) y Los libros del placer (1999)—, la pregunta que atraviesa esta investigación es: ¿cómo la tecnología ha modificado las imágenes en nuestros sueños? El autor puntualiza que, si bien el ejercicio onírico es común en la historia, las imágenes en los sueños han mutado según el transcurso de las épocas y gracias a las invenciones tecnológicas, lo cual también ha afectado, directa o indirectamente, la comprensión que tenemos de ellos.

Los instrumentos de la noche se divide en una introducción, un cierre titulado “Objetos, signos, significados” y cuatro capítulos que tratan de las acciones para averiguar los sueños desde la Antigüedad clásica hasta la primera mitad del siglo XX, finalizando con la exégesis y reescritura de Sigmund Freud y Walter Benjamin. La manera en la cual el autor aborda lo onírico es por vía de la irrupción de la imagen en los sueños y por medio de la pregunta por lo tecnológico. Por tecnología se entiende la aplicación concreta de nuevos instrumentos y artefactos, así como el empleo del nuevo conocimiento que conllevan. Detrás de la idea de irrupción está la filosofía de Giorgio Agamben, quien ha reflexionado sobre dos conceptos, la emergencia y la vida de las imágenes, a saber, las condiciones en que algo acontece para tornarse significativo y las metamorfosis de las representaciones con el paso del tiempo.

Portada "Los instrumentos de la noche"
Portada "Los instrumentos de la noche"Foto: Especial

En el capítulo de “Interpretación”, Priani recupera las fuentes de Artemidoro, del siglo II, e Ibn Sîrîn, del VII; tratados bizantinos y El libro de los sueños (1562) del Girolamo Cardano. Se enfoca en cómo algunos objetos tecnológicos son explicados según sus efectos o según aparezcan en las visiones oníricas, pero su significado varía, lo que muestra la dificultad para hacer signos de esas imágenes. Durante el periodo que va de la Antigüedad hasta el Renacimiento también está la concepción de los cristianos: ellos sospechaban de la autenticidad onírica, pues sólo los sueños enviados por la divinidad podían tener importancia. Así, hay una continuidad con el siguiente capítulo, “Registro”, porque los soñantes Ralph Josselin, Emanuel Swedenborg y René Descartes y otros, valoran los sueños más bien como experiencias personales que les cuentan sobre su vida, y que están lejos de ser premoniciones o ventanas a otra realidad.

Esto abre camino para los soñadores revisados en “Observación”, quienes hacen más énfasis en las causas de las operaciones oníricas y con ello, Georg Christoph Lichtenberg o el marqués d’Hervey de Saint-Denys y algunos más, aprecian los sueños como revelación del carácter y ciertos anhelos, los conciben como un terreno donde la voluntad debe prevalecer. La tecnología, por supuesto, está presente en esos siglos —del XVII al XIX— pero, afirma Priani, no es reveladora para la hermenéutica contemporánea de los sueños, porque esos navegantes oníricos tenían la brújula puesta en otros horizontes.

En la sección “Análisis” hay una vuelta a las fuentes clásicas como Artemidoro, para luego llegar a la refle-xión, más cercana a nuestro tiempo, sobre cómo la tecnología se vuelve más importante porque los sueños son un despertar de la conciencia; del inconsciente para Freud y de la histórica para Benjamin, donde los objetos y lo que podamos interpretar de ellos, llevan a la curación clínica o a la toma de una postura política.

A grandes rasgos, éste es el libro del filósofo mexicano. En mi opinión, Priani —tal vez en futuras ediciones— podría tratar lo onírico en la literatura y así entablar un diálogo con escritores como Roger Caillois y su ensayo L'incertitude qui vient des rêves (1956). No obstante, el propio autor señala por qué deja de lado el ámbito literario, pues para su enfoque centrado en la tecnología y los cambios que ejerce, no es pertinente ahondar en la recreación ni la ficcionalidad en los sueños.

En cualquier caso, el libro es llamativo porque nos invita a preguntarnos sobre nuestra propia forma de soñar, ya que raras veces reparamos en cómo se hacía en el pasado y, desde luego, cómo es que ahora, con tanta información producida por la tecnología —que a veces hasta nos mantiene en vigilia—, transfigura nuestra somnolencia y sus imágenes. Sin duda, la obra de Priani Saisó es necesaria y recomendable para los curiosos de las maneras de ser humano y de existir en el mundo onírico, formas que devienen de acuerdo con la ampliación de nuestros instrumentos diurnos, los cuales, también, se tornan en nocturnos.