Tránsito y extorsiones en Torreón

Tránsito y extorsiones en Torreón
Por:
  • carlos_velazquez

Esto ocurrió en Torreón, Coahuila. Pero casos parecidos suceden todos los días en las ciudades del país.

No sé qué hago muriéndome de hambre en el campo de la literatura, debería dedicarme a ser agente de vialidad.

El pasado jueves circulaba por avenida Morelos en dirección poniente. Me detuve en el semáforo en rojo de la calle Blanco. A mi derecha una mujer de tránsito infraccionaba a un conductor. Me gritó que estaba mordiendo el paso peatonal y que me echara para atrás. Metí reversa y todavía no me movía ni medio metro cuando la agente corrió hasta mi vehículo y comenzó a quitarme la placa con prepotencia. Una vez que me la decomisó regresó a recibir una mordida del otro conductor.

Me bajé del coche a decirle que no había bloqueado el paso peatonal ni veinte segundos y que en el acto me eché en reversa. Una trabajadora de PASA, la empresa encargada de la limpieza de las calles, es decir una empleada también (aunque indirecta) del municipio, comenzó a gritarle a la agente que me devolviera la placa. Intervino porque ya conocen el modus operandi de la tránsito.

Mientras me elaboraba la infracción le arrebaté mi placa. Me pareció un acto de rapiña. Tenía detenido a otro coche. Y en cuanto me vio corrió, no fuera a ser que me le fugara. Pero el semáforo estaba en rojo. Yo no me podía mover. El ayuntamiento tiene un récord de denuncias contra agentes de vialidad. Incluso hay demandas ante la CNDH. Lo que me estaba ocurriendo era la representación de la consigna de la actual administración panista: recaudar o morir. Es evidente que los agentes llevan una comisión, cómo explicar si no su rabiosa urgencia por infraccionarte a la mala. Esto no es falta de ética ni de escrúpulos: actúan con total libertad para robarte.

"Quiero que quede constancia de la manera tan vulgar en que los agentes delinquen".

Me subí a mi coche y la agente se recostó sobre el cofre. Desde su celular comenzó a hacer llamadas. Llamó a su jefe, Gerardo Pérez López, y a unos policías. Me acusó de haberle echado el coche encima. Eran las once de la mañana y ya se me achacaba un intento de homicidio. Unos escolapios que pasaban comenzaron a grabar. Y se hicieron de palabras con las empleadas de PASA. Llegaron a los golpes. Me retiraron mi licencia, que había renovado apenas un día antes, la tenía vencida desde febrero y no me habían detenido una sola ocasión. Me entregaron la boleta de infracción y me pidieron que la firmara. Me negué, porque considero que sufrí un atropello, y se me dijo que si no lo hacía sería peor para mí. Eso no es otra cosa que una intimidación. Una amenaza.

Cansado de los abusos que sufrimos a diario por parte de los tránsitos que salen todos los días de cacería, consideré que mi derecho ciudadano era poner una queja. Así que me dirigí a Asuntos Internos. Ahí me dijeron que me dirigiera a tribunales a impugnar la boleta. Porque la infracción no era por invadir ningún paso peatonal, resulta que se me señalaron otras faltas. La primera y más ridícula era circular sin placas. Pero si hasta cuento con un video donde ella le explica a su mando mayor que me la quitó. Y la segunda es agresión a un agente. Jamás existió tal. Ni física ni verbal. La que le dijo de todo fue la agente de PASA.

Lo anterior evidencia que además de la rapacería, la mentira es la segunda estrategia que utilizan los agentes para cometer sus atropellos. Tengo que pagar la boleta bajo protesta y luego empezar un proceso, que ya me dijeron que será largo. En cualquier otra circunstancia lo dejaría pasar. Pero quiero que quede constancia de la manera tan vulgar en que los agentes delinquen. Si la agente estaba con otro conductor y yo atendí su señalamiento, por qué actuar de esa manera tan rastrera. Entiendo que la instrucción es que lleven todo lo que puedan a las arcas, incluso a costa

de extorsiones.

Son una mafia. Basta poner en Google denuncias contra tránsitos en Torreón para percatarse de la manera tan vil en que se comportan los oficiales. Muchos de ellos improvisados recolectores sin criterio. Otro coche que también mordió el paso peatonal se fue indemne. Por la sencilla razón de que su carro traía placas de Onapaffa. El cinismo que exhiben no tiene límites. Y todavía te exigen que aceptes la arbitrariedad y firmes la boleta. En pocas palabras, quieren la bendición por la arbitrariedad.

Lo peor es la actitud. Sí, pon la queja, me dijo la agente retadoramente. Con una soberbia que sólo puede exhibir un servidor público que tiene vía libre para extorsionarte. Ser tránsito en Torreón es salir a la calle con una única misión: chingarse a todo el que se pueda.

Consulta el video de este episodio en: http://bit.ly/2K38fsR

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