"Viaje a la luna"

La sensibilidad de poetas hispanoamericanos como Gloria Fuertes, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Jaime Sabines, Alfonsina Storni y Jorge Luis Borges se vio estimulada en su momento por la Luna.
En esa misma tradición presentamos un poema de la mexicana Blanca Luz Pulido, a quien tuvimos recientemente en El Cultural en su faceta como traductora del portugués (edición 402). Forma parte del libro Lunática / Moonstroke, de próxima aparición bajo el sello Darklight Publishing (New York / México).

Viaje a la luna
Viaje a la lunaFoto: Pexels
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No iré a la Luna nunca.

Del lecho de sus mares secos

nunca tendré una mínima roca;

nunca sabré si pesan en mi mano

lo mismo que las

piedras de la Tierra.

Conozco los nombres

con que los astrónomos

han decidido bautizar

sus accidentes:

Mare Tranquillitatis,

Mare Cognitum,

Mare Vaporum,

Mare Serenitatis…

Yo en cambio, vería en ella

el Mar de la Inquietud,

la Llanura del Insomnio,

la Cordillera de los Sueños.

Sin boleto para el viaje,

soy un polizonte

de las naves espaciales;

conozco el Mar de la Serenidad,

el Cabo de las Sorpresas

y otros sitios que son mejores

en la Luna que aquí abajo.

Salto de la almohada

directo hacia ella,

y de cualquier segundo distraído

atrapado en las manecillas del reloj

también.

Lo que me transporta

no es de metal

ni requiere combustible.

Mis viajes no aparecen

en las noticias;

no alcanzarían una palabra

en el diario más ínfimo.

Muchos días me pierdo

en alguno de sus mares.

Aquí abajo

se quedan esperándome

justo donde aparezco,

ahí donde no estoy.

***

Hay libros que he perdido

porque huyeron a algún estante

de las vagas bibliotecas de la Luna

esperando mi llegada.

En mi pared hay un mapa de la Luna;

cerrando los ojos apunto a un sitio en él

y decido que un día he de nacer ahí.

Entonces

podría ver de lejos mi país

y mi barrio y mi calle,

árboles, el campo y las montañas

y a todos los humanos

que habitan el planeta.

Y diría:

“Qué hermosa se ve la Tierra desde lejos”.

Entonces tendría tiempo

para todo lo que

no puedo nunca hacer:

leer los libros

que esperan callados

en mis libreros;

siglos para pensar,

milenios para considerar

las hormigas, las aves,

las piedras

y la nada.

Azul y helada,

miraría

la lejana Tierra,

desde los desolados,

hermosos y secos

mares de la Luna.