La cámara la cuelga cual si le respirara en la nuca y el rostro a los protagonistas. Lo alterna con múltiples planos a detalle y miradas enmarcadas por persianas y ventanales, para ir hilvanando secuencias de espíritu intrusivo estilizadas por los códigos visuales de las transmisiones análogas.
Todo hasta sumergir al espectador en una abrumadora incertidumbre, para luego estirar la tensión al máximo y ofrecer una dramatización que se convierte en el demoledor recordatorio de lo que fue el primer ataque terrorista transmitido en vivo vía satélite para todo el mundo.
Al mismo tiempo, en las Olimpiadas de 1972 realizados en Múnich al sur de Alemania Occidental, los integrantes del equipo de deportistas israelí fueron tomados como rehenes por un comando armado de la organización conocida como Septiembre Negro.
¿Experiencia Bad Bunny en CDMX ampliará sus fechas? Entérate
El enfoque sigue siendo de un solo lado, poco o nada se expone sobre los encapuchados perpetradores del secuestro que buscaba la liberación de más de 200 palestinos presos y se sabe que contaron con la colaboración de grupos neonazis.
Pero la reconstrucción desde la perspectiva del equipo de televisión de la ABC especializado en deportes que se empeña en hacer la cobertura imponiéndose a su equivalente de noticias cuya pretensión era dar la nota a la distancia, no le resta dramatismo y trascendencia a los hechos que nunca llegan a ser explícitos, tal y como ellos mismos lo percibieron, enfatizando lo cruento de las disyuntivas morales y profesionales ante aquello que se sabe pero no se ve, mientras los fantasmas de la Segunda Guerra Mundial vuelven a cobrarle factura a la sociedad alemana y su búsqueda de la redención ante la historia y ante sí mismos.
El elaborado de los personajes, fue a cargo de actores que normalmente no gozan de tantos reflectores, dígase Peter Sarsgaard -Memory (2023)- o Ben Chaplin -La señora Davis (2023)-, quienes derrochan humanidad evitando cualquier tipo de lucimiento personal, y que por momentos parte de su relación con el equipo y herramientas que va de teléfonos de disco a transmisores, latas de película, pequeñas pantallas y enormes cámaras de estudio.
Es sólido y lleno de matices dentro de la intensidad que a veces sólo permite conocerles a través de miradas fugaces entre los muy pocos y sepulcrales silencios que otorgan respiros a la narración al llegar noticias confusas y erróneas confirmaciones.
Septiembre 5, del director sueco Tim Felhbaum -Éxodo: la última marea (2021)-, es una de esas películas que sin traicionar nunca los lineamientos del cine de entretenimiento ofrece una nueva e inteligente revisión a las heridas que han dejado conflictos que lamentablemente siguen vigentes, algo muy necesario para nuestros tiempos en que la memoria corto plazo es otro de los principales males.
Fue la película inaugural de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Venecia y por fin llega a la cartelera comercial mexicana.
