En esta octava entrega de la franquicia que hace casi tres décadas Tom Cruise se comprara con la intención de mantenerse activo como héroe de acción, la Misión Imposible comienza para el espectador al tener que superar una introducción con la rutinaria y desangelada secuencia de escape que luego da pie a un cansino pasaje donde el realizador Christopher McQuarrie -Jack Reacher: Bajo la mira (2012)-, al igual que hizo en Sentencia Mortal (2023), se empeña en darle un ya innecesario sustento a la historia enrevesando lo que en realidad es una premisa simplona sobre la inteligencia artificial fuera de control convertida en amenaza global inminente, con aquellos interesados en usarla a su favor sirviendo de obstáculo inmediato para el exagente Ethan Hunt, quien ya de por sí está por completo convertido en un paria a los ojos de la organización a la que pertenecía y de su propio gobierno.
A esto agreguemos que durante el primer cuarto del relato hay que soportar el exagerado dramatismo de los actores hablando como si cada diálogo fuera una “sentencia final”, y que los planteamientos vienen acompañados de constantes apuntes tipo flashbacks que lucen impostados en su intención de conectarlo todo con lo sucedido en el resto de la saga, pues en lugar de rendirle tributo a la misma y redondear el universo que ha creado, son redundantes en su afán de engrandecer al personaje y sus hazañas que ya todos teníamos presente que son colosales.

Por supuesto, la propuesta logra sostenerse entre bajones de ritmo, gracias a aquello que ha definido al concepto desde su tercer entrega, y que fue la renuncia a cualquier estilo cinematográfico particular o propuesta del director, justificándolo con la depuración de los convencionalismos del cine de acción llevado a niveles superlativos de efectividad, con los puntos de tensión al máximo, para que el también protagonista de Top Gun: Maverick (2022) impresione realizando sus propias escenas de riesgo, algo que siempre les ha funcionado y en ese sentido esta vez no es la excepción.
Así entonces, a la aventura lo artificioso le hace bordear la somnolencia, pero no deja de ofrecer momentos emocionantes con las idas y vueltas a contrarreloj alrededor del mundo, pasando por Londres, Sudáfrica y las regiones de Alaska, e incluso sumergiéndose en los gélidos fondos del océano entregando secuencias de alto grado de inmersión que luego contrastan con trepidantes persecuciones aéreas cuya ejecución, cuál si fuera show de acrobacias, se convierte en el principal atractivo. Mientras dentro de la trama el equipo sufre significativas pérdidas de compañeros, así como tiene nuevas adiciones, y hay algunos reencuentros ciertamente entrañables.
Si bien Misión Imposible: Sentencia final es víctima de su propio regodeo y como película es de la menos lograda de toda la franquicia, como espectáculo no va a decepcionar a los fans, aunque al público en general la extensión le puede parecer exhaustiva. Es una lástima que Tom Cruise no cediera ante el sacrificio que parecía exigirle aquí su propio personaje, porque eso hubiera hecho que el irregular trayecto dividido en dos partes fuera un verdadero final en todo lo alto.
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LMCT


