“Brew Brothers”, una comedia chelera directa de Netflix

Uno de los grandes atractivos que ofreció Netflix desde sus inicios fue aprovechar la gran amplitud de rango que en cuanto a temas y tratamientos que le permitía el ser una plataforma digital que no dependía de las restricciones propias de los horarios de transmisiones y similares. Un rasgo que a la fecha no sólo ha mantenido, sino que ha llevado hasta sus últimas consecuencias.

Prueba de ello es el estreno de la nueva producción de los hermanos Greg Schaffer —“That 70s Show”— y Jeff Schaffer —“The League”—, a través de la cual, sin abandonar los lineamientos clásicos, visten la sitecomedy —subgénero que la televisión estadounidense perfeccionara en los años 60— de un humor mucho más escatológico que de costumbre, lo cual siempre suena de maravilla como idea, pero de ahí a que sea bien llevada a la práctica, eso es otra cosa, pero veámoslo con calma.

En “Brew Brothers”, el escenario y la premisa resultan ideales, además de que el planteamiento es muy claro, una cervecería que intentan sacar a flote dos hermanos, cuyas personalidades son tan distintas como alto es su nivel de maestría a la hora de manufacturar la embriagadora bebida —son lo que se conoce como braumeisters—. Sin embargo, el desarrollo del concepto es un tanto desigual.

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Esto empezando por las motivaciones de los dos protagonistas, quienes parecieran estar unidos más porque lo dicta la fórmula que porque realmente esté justificado dentro de la trama, restándole así sustento a la comedia que prefiere apostar por el humor verbal, terreno en el que encuentra sus mejores momentos, pese a que la materia prima para ello sea uno de los más obvios en cuanto a la cerveza se refiere, dígase los chistes que surgen de relacionarle con la orina y uno que otro fluido corporal extra, aderezado todo con alusiones sexuales y diversos conceptos provenientes del arte de hacer cerveza, en un tono bastante soez y funcional ..aunque no para todos los gustos—, pero tibio a la hora de adentrarse en lo disparatado.

Dicho estira afloja se mantiene al menos durante los dos primeros episodios, que a pesar de ello logran mantenerse a flote gracias a que los personajes y sus respectivas revelaciones, encajan sin problemas en el mecanismo, buscando encontrar el encanto en la combinación de sus personalidades, dígase el sujeto que se pasa de buena persona, el que abusa de ser insoportable, el que oscila entre la ingenuidad y el descaro, la chica linda, pero inteligente y de carácter fuerte, en fin.

Así pues, la serie tiene un inicio titubeante y sin la estridencia que promete, pero conforme avanza sienta las bases necesarias —incluyendo secundarios con buenos apuntes—, para ofrecer un producto bastante entretenido que puede dar mucho más.

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