Dune 2, la épica espacial de nuestros tiempos

La sugestiva capacidad de síntesis visual que en la primera entrega de “Dune” evitó la mera ilustración para bordear la poesía y lo estremecedor de lo desconocido vía la inquietante belleza en los contrastes de postales de naturaleza vibrante pero melancólica, y las de agreste seducción desértica, estructurando la trama con acciones contundentes y diálogos puntuales para materializar la obra escrita de Frank Herbert sin perder el equilibrio de la profundidad de su tragedia que se refuerza en las citas de pretensión metafórica iníciales de cada pasaje, y la complejidad del universo al que pertenece; en esta secuela cumple y con creces su promesa de alcanzar la cumbre de la épica.

Para ello todo lo anterior ahora en “Dune: Parte 2” se pone en favor del desarrollo de los personajes y sus relaciones, para que sean las secuencias de iniciaciones con colosales gusanos de arena, ritos que bordean lo antinatural llevando a otro estado de conciencia y batallas a gran escala, las que funcionen como la mustia representación del proceso del protagonista que entre las disertaciones a las que el escenario apunta sobre la manipulación religiosa, la reflexión ecológica y los juegos políticos, a diferencia de otros arquetipos que para enfrentar su destino deciden convertirse en mártir como en el caso de Frodo en “El Señor de los Anillos”, o simplemente dejarse guiar por las supuestas señales como lo hace Harry Potter; opta por manipular las circunstancias construyendo su propio rol dentro de esta historia donde pasa de estar perdido en el planeta desértico Arrakis tras ver caer su casta frente a la Casa Harkonnen, a formar parte de la comunidad nativa Fremen que resiste al dominio y explotación del sistema galáctico encabezado por el Emperador, y prepararse a encabezar una Guerra Santa hasta llevarla a sus últimas consecuencias.

Es así que eludiendo las innecesarias explicaciones o los discursos pretenciosos se sustenta para la pantalla grande esta reinvención en papel de los lineamientos del concepto del elegido, lo mismo que los de la Space Ópera con todo y su romance incluido, el cual aquí se viste de amargura en mucho gracias al dramatismo místico sonoro con aire oriental elaborado con voces de mujeres sobre sintetizadores y percusión industrial por el compositor alemán Hans Zimmer, que no deja de generar desasosiego al proyectar la mezcla de lo tribal y lo tecnológico que define el concepto general.

“Dune 2” es el cierre perfecto para la travesía implosiva y cautivadora de la que con su predecesora del director Denis Villeneuve había hecho cómplice al público, quien aquí se ve recompensado con una epopeya tan asombrosa como siniestra y desoladora, la cual entrega un héroe lleno de matices y desencantado acorde a nuestros tiempos. 

Dune: Parte 2