Miles de personas en Uruapan, Michoacán, se sumaron a una gran movilización para exigir justicia y exigir el fin de la violencia que azota la región, a casi una semana del homicidio del alcalde Carlos Manzo.
La protesta recorrió las principales calles de la ciudad con un fuerte mensaje de rechazo a la inacción gubernamental y la omisión que para los ciudadanos fue clave en el crimen.
La nueva alcaldesa, Grecia Quiroz, esposa de Manzo, encabezó la manifestación y clamó por la intervención inmediata del gobierno federal para pacificar la región: “Él no murió, el gobierno lo mató”, afirmó.
También aseguró que su encuentro con la presidenta Claudia Sheinbaum, en días pasados, fue para pedirle seguridad para el municipio.
“No fue para doblar las manos sino para exigir justicia y pedir que voltee a ver a nuestro municipio, que saquen a todos esos delincuentes que hay en la zona, para que ninguno de los nuestros tenga que vivir bajo extorsión”, manifestó con voz firme.
También destacó que “la plaza llena de Uruapan es el mayor legado de Manzo, quien siempre buscó la unidad para enfrentar la violencia que agobia a la ciudad”.
La imagen de Carlos Manzo se hizo omnipresente en la manifestación, impresa en camisetas, pancartas y sombreros que recuerdan sus orígenes en el Movimiento del Sombrero, que le dio fuerza para llegar a gobernar. A pesar del dolor, la sociedad civil mostró esperanza y determinación para no dejar caer la lucha contra la violencia y la inseguridad.
La marcha transcurrió en un ambiente de indignación y esperanza. Los asistentes corearon consignas como “¡Fuera Bedolla!” y “¡Ni un paso atrás, Uruapan unido jamás será vencido!”, mientras vestían camisetas blancas y portaban sombreros alusivos al Movimiento del Sombrero, que dio origen al liderazgo de Manzo.
La manifestación, que comenzó en la Glorieta del McDonald’s y avanzó hasta la Pérgola Municipal, contó con participación de comerciantes, aguacateros, transportistas, estudiantes, médicos y colectivos ciudadanos, quienes suspendieron actividades en señal de protesta.
Raquel Ceja, abuela de Manzo, con 89 años de edad y en silla de ruedas, fue la primera oradora en la plaza principal: “No puede ser, no lo puedo creer… yo le decía no tienes necesidad. Pero él me decía que tenía que hacerlo. Mátenme a mí, no les tengo miedo”.
La movilización también estuvo marcada por una fuerte presencia de sectores económicos claves de Uruapan que expresaron su hartazgo ante la inseguridad que frena su desarrollo.
Comerciantes locales resaltaron la alta incidencia de extorsiones y robos que afectan sus negocios, mientras productores y aguacateros manifestaron su preocupación por el impacto que la violencia tiene en la cadena productiva y comercial, provocando pérdidas millonarias y afectando a miles de familias.
Estudiantes y docentes universitarios participaron activamente en la marcha, destacando la necesidad de un ambiente seguro para la educación y el desarrollo juvenil. Jóvenes manifestantes corearon consignas de paz y denuncias contra la impunidad que predomina en la región, pidiendo mayor atención estatal y federal para garantizar sus derechos y seguridad.
La policía municipal, severamente criticada por la comunidad, estuvo ausente en la organización y control del evento, lo que fue cubierto por el despliegue de fuerzas federales y estatales. No obstante, muchos asistentes expresaron que la verdadera batalla está en recuperar la confianza en las autoridades y que esto solo será posible con acciones concretas y resultados palpables.
A lo largo del recorrido se mantuvo la calma bajo la vigilancia discreta de la Guardia Nacional y un convoy de la Guardia Civil Michoacana desplazado desde Morelia.
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MSL