A tan sólo una hora de Guadalajara se encuentra Tequila, la cuna de la bebida alcohólica más emblemática de México, con sus antiguas instalaciones de producción y sus increíbles paisajes llenos de agaves, declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO hace casi 20 años, la zona es una invitación a descubrir la historia, los sabores y a vivir aventuras imperdibles en estas vacaciones.
La mejor manera para recorrer los lugares más emblemáticos es en automóvil o en un tour con Panoramex Tours & Travel, donde iniciarás la visita en El Arenal, punto clave en donde apenas llegas, te recibe un mar de agaves azulados que se extiende hasta donde tus ojos alcanzan a ver.

Por aquí puedes caminar entre las hileras de plantas, tomarte fotos y sentir cómo el viento seco acaricia las pencas, aunque debes de tener cuidado con las espinosas hojas del agave.

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Desde aquí, el recorrido con Panoramex Tours & Travel continúa hacia las antiguas instalaciones industriales, donde comienza la parte más reveladora: conocer el proceso de creación del tequila, una bebida que tiene sus orígenes en las culturas prehispánicas del país.

Al entrar en una de las destilerías —de las más populares son la de José Cuervo, Casa Sauza o Don Elías—, puedes recorrer las áreas donde se cocen las piñas de agave en hornos; te explican el proceso de maduración de la planta —que tarda entre ocho y 12 años—, cómo los jimadores cortan con precisión las pencas y cómo el corazón o piña se coce para convertir sus almidones en azúcares.
- El Tip: EL PAISAJE Agavero es Patrimonio de la Humanidad debido al vínculo entre la cultura del agave y la producción de la bebida nacional.
Durante el recorrido incluso tocarás las fibras del agave cocido u olerás su aroma caramelizado, todo para entender cómo se transforma en el destilado más emblemático del país. No puede faltar la visita a los alambiques, donde se realiza una doble destilación; la segunda es la que purifica el alcohol y lo convierte en tequila.

Después, viene uno de los momentos favoritos, la cata; te darán a probar de todas las variedades de tequila: blanco, reposado, añejo o extra añejo, mientras te explican las diferencias entre ellos, pues algunos procesos aportan al destilado aromas a madera, vainilla o hasta frutos secos. Ésta es una experiencia sensorial que conecta la historia y tradición con lo que saboreas en tu caballito.
En el camino no faltarán las paradas para degustar los famosos “cantaritos”, el popular coctel preparado con tequila, limón, toronja, naranja, sal y hielo que se sirve en cazuelas de barro, antes de llegar a la parada final: el pueblo de Tequila, un sitio lleno de mucha vida y color.

Ya en sus calles, puedes pasear por sus comercios ambulantes, entrar a algún museo, otra destilería, o bien, visitar la iglesia principal, detenerte en los puestos de artesanías que ofrecen desde botellas decorativas hasta productos hechos con agave. La famosa nieve de tequila, una mezcla refrescante y curiosa que sorprende a casi todos los turistas, es un imperdible para disfrutar.
Cuando comienza a caer la tarde, es la hora perfecta para fotografiar las fachadas coloridas, escuchar música en vivo o simplemente disfrutar un trago al aire libre, algo que aquí es parte del ambiente cotidiano. Si tomas un tour guiado por el centro, te contarán las leyendas locales de sus antiguas casonas, podrás conocer sus murales y los rincones que guardan la historia de cómo esta región jalisciense convirtió al tequila en parte fundamental de la identidad mexicana.

RECOMENDACIONES
- Lleva bloqueador, gorra y agua; el clima puede ser muy soleado.
- Toma pequeñas degustaciones para aprovechar todo el recorrido.
- Pregunta por productos artesanales de agave: jabones, mieles O licores.

