En medio del desierto, entre cactus y rocas calcinadas por el sol, sobrevive una de las criaturas más singulares del continente americano: el monstruo de Gila. Lento, sigiloso y venenoso, este reptil ha sido durante siglos objeto de temor y mitos. Sin embargo, la ciencia descubrió en su saliva una molécula que cambiaría la medicina moderna: la base del semaglutide, principio activo de fármacos como Ozempic, clave en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad. Paradójicamente, mientras millones de personas se benefician de este avance, el animal que lo inspiró enfrenta amenazas crecientes por la pérdida de su hábitat y el cambio climático. El desafío ahora no es sólo reconocer su aporte, sino actuar para preservar a esta especie y los ecosistemas que la sostienen.

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