Por Ángel Salinas
A más de dos años y un mes de muerto, la doble personalidad del padre Marcial Maciel agudiza la crisis moral de la Iglesia católica. Al fundador de los Legionarios de Cristo lo hunden testimonios en su contra por pederasta. Sus hijos, y víctimas a la vez, narran los abusos sexuales y los casi 30 mil millones de dólares de herencia salen a relucir.
La pugna existe por una herencia similar a la riqueza que posee Repsol YPF, valuada en cerca de 28 mil 700 mdd y a la que el Vaticano puso candado bajo una orden de investigación… “Le aguarda el juicio final”, de acuerdo con el sentir de decenas de afectados. Sin embargo, quien dará la sentencia será el papa Benedicto XVI dentro de siete días.
Por lo pronto, esta semana dos de sus hijos procreados por encima de las leyes de Dios, José Raúl y Omar González Lara, relataron puntualmente lugares y momentos en que Maciel —al que conocían como José Rivas— abusó sexualmente de ellos antes de que cumplieran los 10 años.
Le contaron a Carmen Aristegui que bajo el pretexto de dolores musculares y una supuesta enfermedad genital los “obligaba a dormir en su cama, donde se valía de la idolatría, que sabía le teníamos, para abusar de nosotros.
“Nos tocaba, luego nos chantajeaba para que alguno de nosotros lo masturbara”, señaló José Raúl, quién destacó que su aparición en público tiene como objetivo presionar al Vaticano para que reconozca que a lo largo de décadas su padre, como parte de Legionarios de Cristo, abusó sexualmente de seminaristas y de otras personas.
Sin embargo, la congregación se defendió en un comunicado. Señaló que en realidad José Raúl y Omar lo que buscan es dinero. Carlos Skertchely, subprocurador de los Legionarios ante el Vaticano, escribió: “el día 8 de enero por la tarde recibí una llamada telefónica en la que Raúl me confirmó que si le daba 26 millones de dólares estaría dispuesto a callar”.
De todos modos, ya el Sumo Pontífice tiene en sus manos la resolución de una indagatoria que el Vaticano inició el 10 de marzo de 2009 y que encargó a cinco obispos visitares, quienes realizaron una investigación en México, Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, Israel, Corea y Filipinas. Una resolución que esperan la Legión de Cristo y el Regnum Christi.
Los ayer intocables lucen dubitativos ante la inminente sentencia en contra que obligará a una “reestructuración interna”. Ya en 2006 sufrieron un golpe en contra, cuando el primer corregimiento obligó al líder espiritual Maciel “a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público”.
Los excesos que cometió el padre y de los que supuestamente hizo presa a correligionarios, mujeres e hijos están “más que fundamentados”, según sus acusadores.
Si hubiese faltado un clavo en el ataúd de caoba con que fue sepultado Maciel el 31 de enero de 2008, ése ya se lo otorgó la recriminación pública.
Hijos de un cura pecador. El primer hijo de Maciel del que se tuvo conocimiento fue una chica de 23 años de nombre Norma Hilda. La joven señaló que al hombre al que le decía papá “se llamaba Raúl Rivas y se ostentó como un empresario”.
Norma y su madre, del mismo nombre, aseguran que les cambió la vida un mes antes del fallecimiento de Raúl, del que hasta en ese momento supieron era el religioso fundador de los Legionarios de Cristo.
Para nosotros, relató Norma Bolaños, “siempre fue un hombre que viajaba mucho porque debía cerrar un negocio... Nunca imaginamos que era un Legionario de Cristo ni tantas cosas que se aseguran de él”.
Cuando se reveló la doble personalidad de Maciel, que llevó por cerca de 60 años, la joven cambió de celular y dio órdenes precisas a la servidumbre y a la vigilancia del lujoso piso, donde residía, ubicado en el barrio residencial del Pilar, en Madrid, de no dejar pasar a nadie que fuera desconocido.
Como un pago a la deuda moral que tuvo con su hija, Marcial Maciel le dejó un departamento y tres plazas de garaje, que equivalen a cerca de dos millones 700 mil dólares.
Sin embargo, Norma no pudo evitar que su doméstica, Angélica Galas, revelara que de niña, la hija de Maciel sufrió los abusos sexuales de su padre.
A partir de ese momento los hilos tejieron una trama tras la sotana de Marcial Maciel: cuando no estaba en Madrid o Sevilla, viajaba a México, adoptaba el seudónimo de José Rivas y pasaba a ser el papá de José Raúl, Cristian y Omar, junto a su pareja Blanca Estela Lara: “un agente encubierto de la CIA al igual que un trabajador de Shell”.
En otras ocasiones se desprendía de la valiosa vestimenta de manufactura europea, de marca Giorgio Armani, Salvador Ferragamo o Versace, para portar su sotana, pasar parte del día en alguno de los retiros, en los que escasas veces dormía, para aprovecharse de menores, a quienes una vez ultrajados confesaba para exculparlos del pecado.
Siempre de espíritu nómada, se dejaba llevar por sus aires aventureros. Le gustaba viajar y, como tal, seducir mujeres en cada lugar en que podía, algunas fieles, otras damas millonarias a las que explotaba económicamente con donativos para la causa religiosa.
Como parte de ese desenfreno surgieron una hija en Suiza y otro hijo en Reino Unido. Todos descendiente de un sacerdote dominado por el deseo sexual.
Herencia en disputa. Se dicen desprotegidos por el padre Marcial Maciel. Salieron a la luz, aseguran, para exigir justicia por los abusos cometidos en su contra y de otros afectados, pero lo cierto es que también para “pelear por un derecho como hijos” de quien en vida controló sin cuestionamiento alguno la economía de una congregación con 125 casas religiosas, 150 colegios y nueve universidades.
Cristian, Omar y José Raúl González Lara van por una herencia de 28 mil 700 millones de dólares.
¿Pruebas? José Bonilla, abogado defensor de los tres mexicanos, señaló: “existen documentos, fotos, testimonios, que confirman la paternidad de Maciel y por ende la posibilidad de reclamar la riqueza que fue otorgada a la Legión de Cristo a través de donaciones”, dijo.
De acuerdo con el defensor, la única que siempre tuvo el respaldo fue Norma Hilda. A la joven nunca le faltó nada: estudió en los mejores colegios, vivió en zonas residenciales, como aquel emporio habitacional en Sevilla o como cuando pasó un tiempo en la ciudad de México por motivos de estudio en la Universidad Anáhuac, donde se asegura que más de uno sabía que era la hija del padre Maciel.
La respuesta llegó pronto por parte de la orden, que hizo pública una carta que el padre Carlos Skertchly escribió a Raúl González Lara, el pasado 12 de enero, en la que revelan que éste les pedía 26 millones de dólares de compensación para callar “la verdad”. Agregando: “desconocíamos la situación que enreda al padre Maciel”; sin embargo, expresaron su comprensión por “las difíciles circunstancias que han vivido y están viviendo en México” los miembros de la familia González Lara.
Culpa espiritual. En los últimos meses de su vida al padre Maciel se le notó agotado.
La pesada losa de su edad (87 años) le reclamó y su salud se vio deteriorada. En agosto de 2007 tomó un rumbo distinto el final de vida del clérigo fundador de los Legionarios de Cristo .
Se volvió rebelde, quisquilloso, necio… el único que lidió con él fue Luis Garza, vicario general de la orden.
“Está mal esto. No es normal su semblante. Hay que trasladarlo a un hospital privado. Que nadie se entere”, señaló Garza a Álvaro Corcuera, actual dirigente del grupo canónico, cuando Maciel presentó los primeros síntomas de una salud deplorable.
De su chalet en Jacksonville pasó a un sanatorio de Miami. Siempre en compañía de tres sacerdotes y una consagrada. Setenta y dos horas después de haber ingresado aparecieron dos mujeres de nombre Norma.
Ahí se plantaron junto a la cama del amante de la mujer de 48 años, del padre de la chica de 23. Madre e hija. Norma Bolaños y Norma Hilda Rivas. Culpas no hubo, menos interrogantes. Los que se encontraban reunidos en ese cuarto de hospital sabían de la existencia de ellas, sólo se vieron turbados cuando Maciel, con ese afán caprichoso, señaló que se quería ir con ellas. De inmediato llegaron las condiciones al padre… “Tiene usted dos horas para venir con nosotros a su chalet en Jacksonville. Si no lo hace, contaremos a todo el mundo la verdad”, le dijo Álvaro Corcuera. No fue necesario esperar, el cura regresó con sus correligionarios.
Denuncia episcopal. Joseph Alois Ratzinger (el papa Benedicto XVI) tuvo en sus manos en 1999 la denuncia por abuso sexual cometido por el padre Maciel, la efigie de los Legionarios de Cristo, el religioso que hablaba de tú y era protegido por el papa Juan Pablo II, el llenador de estadios, el hombre casi santo para muchos. El de la alta envergadura se desmoronaba ante sus creyentes. No era la primera vez que se le señalaba como pederasta ni sería la última…
Tal vez intentando dar algún principio de duda a tan elocuente carta acusativa que estaba en sus manos, Ratzinger, en su papel de cardenal al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, preguntó: “¿Es moralmente creíble el que aquí se lee?”, refiriéndose al testimonio del abuso sexual que infligió Maciel al fallecido ex legionario Juan Manuel Fernández Amenábar.
“Sí”, respondió el obispo Carlos Talavera, quien junto con al ex sacerdote Alberto Athié daba fe de los excesos del prelado.
“Lo lamento monseñor —con un dejo de impotencia se escuchó la respuesta del hoy Sumo Pontífice—. El caso del padre Maciel no se puede abrir. Es una persona muy querida del Santo Padre (Juan Pablo II) y ha hecho mucho bien a la Iglesia. No es prudente. Lo lamento. Por el momento no podemos hacer nada...

