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Durante las negociaciones sobre el TLC, en 1990, entre los presidentes de México y Estados Unidos, George Bush padre le propuso a Carlos Salinas que permitiera la inversión de empresas estadounidenses en el petróleo nacional a cambio del libre movimiento de mexicanos hacia el lado norte de la frontera.
—Imposible: ni ahora, ni conmigo— le respondió Salinas.
—Pero el petróleo también es una mercancía. El TLC se trata del libre flujo de productos. ¿O no?— insistió Bush, quien gobernó su país de 1989 a 1993.
—No, definitivamente no. El petróleo es un tema muy sensible y la apertura a la inversión extranjera en esa área no le toca a mi gobierno, ni a mi momento político ni a mi generación.
Carlos Salinas lo contó este lunes en Madrid, al abrir el ciclo de conferencias “México, entre el Norte y el Sur”, auspiciado por la Fundación Botín en la histórica Residencia de Estudiantes, vivero intelectual donde se formaron el escritor Miguel de Unamuno, el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí o el cineasta Luis Buñuel.
Según el suceso, ambos gobernantes conversaban en el ayuntamiento de Monterrey, minutos antes de un acto en el que Salinas se dirigiría a más de 50 mil personas.
El Presidente mexicano introdujo en la plática el tema migratorio.
—Hablemos de eso, Presidente. Un libre tránsito de ciudadanos fortalecería la economía mexicana. Nuestra gente no tendría necesariamente que irse a trabajar del otro lado de la frontera de manera ilegal. No estamos de acuerdo en que se siga regulando el déficit en el mercado laboral sobre cuotas, o programas de visas temporales— conminó Salinas al visitante.
—Mire, Presidente, si yo propongo dos negociaciones a mi Congreso, una económica y otra de circulación de personas, usted y yo nos vamos a quedar sin ninguna— estableció Bush.
Sin embargo, un instante de su proverbial inspiración política lo hizo ver una insuperable oportunidad de negocios y rectificó:
—Bueno, Presidente, entonces abran ustedes la participación extranjera al petróleo y nosotros hablamos de tráfico de personas.
—No. Ni ahora, ni conmigo, Presidente, cortó Salinas.
El inquilino de Los Pinos de 1988 a 1994 reveló la anécdota este lunes en Madrid, al abrir el ciclo de conferencias “México, entre el Norte y el Sur”.
“Ellos perdieron el petróleo y nosotros el libre recorrido de personas.
¡Pero ganamos el TLC!”, dijo Salinas ante un atento auditorio, en el que figuraban estudiantes de varias naciones y políticos de diferentes países, entre ellos los mexicanos José Woldenberg, ex consejero presidente del IFE; Eduardo Medina Mora, ex procurador general de la República, y Francisco Gil Díaz, ex titular de Hacienda.
En especial, Salinas disertó sobre el TLC, al cual calificó como “instrumento para impulsar definitivamente a México hacia el desarrollo, no una panacea”. Pero a los gobiernos siguientes al suyo les faltó realizar reformas estructurales “a lo que debió ser una segunda generación del TLC”.
Sin mencionarlo por su nombre, Salinas consideró que su sucesor, el presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), incumplió la generación de reformas económicas que dejaron inconcluso el Tratado de Libre Comercio y ello provocó el rezago en el crecimiento de la economía nacional.
Recordó que el TLC fue su respuesta política y económica como estadista al inicio de la globalización surgida tras la caída del Muro de Berlín, cuando las inversiones de Estados Unidos se empezaron a ir a los países ex comunistas de Europa del Este, Europa iba camino a la unificación con el Tratado de Maastricht, aparecieron los “tigres” de la economía asiática y México se quedaba detrás.
“Al inicio, las encuestas arrojaron una desaprobación al TLC, pero al final indicaban una aprobación mayoritaria. Ya tras la firma, uno de los aspectos más positivos fue haber despetrolizado la economía, al pasar de una dependencia de los hidrocarburos del 80 por ciento del total de las exportaciones a un 10 por ciento hoy en día, y de haber llevado de un 38 por ciento el peso del comercio exterior del PIB a un 65 por ciento”, rememoró.
Pero admitió que si él se hubiera guiado por las primeras encuestas no habría seguido adelante con el TLC.
Y aconsejó, contundente: “por eso, señores, no se puede gobernar por encuestas: no es una buena recomendación”.
Conversación presidencial
Salinas de Gortari reveló conversaciones con el ex presidente de EU George Bush, quien le ofreció un plan migratorio a cambio de la apertura del sector petrolero.
George Bush: Bueno, Presidente (Carlos Salinas de Gortari), entonces abran ustedes la participación extranjera al petróleo y nosotros hablamos de tráfico de personas
Carlos Salinas de Gortari: No. Ni ahora, ni conmigo, Presidente.
