En Poza Rica, Veracruz
Han pasado siete días desde el desbordamiento del río Cazones. La mañana de este jueves, el silencio que dejó la tragedia se rompió con el eco del ánimo, las palas y los jaladores.
En la colonia Lázaro Cárdenas, en Poza Rica, Veracruz, cuadrillas de vecinos se abren paso entre el lodo con escobas, cubetas y toda la fuerza posible para rescatar “lo que el agua no destruyó”: los muebles que aún quedan y los recuerdos que el río echó a perder. A unos metros, personal de la Marina se suma a las labores, limpiando calles y ayudando a devolver, poco a poco, la normalidad al barrio.
- El Dato: Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional activaron un puente aéreo para el traslado de víveres y artículos de primera necesidad, así como para la remoción de escombros.
“Tenemos ánimo, queremos ayudar. Son compañeros y vecinos. Ahorita les tocó a ellos y nosotros no sabemos cuándo nos pueda pasar algo y por eso aquí estamos. Tenemos que estar en las buenas y en las malas”, relató Enriqueta, quien desde hace cinco días apoya a sus vecinos.
De camisa de mezclilla, guantes y un jalador que trajo desde su casa, Enriqueta, cada vez que pasa un vecino, le grita “¡Ánimo, estamos con ustedes!”, mientras intenta brincar, pero la densidad del fango se lo impide del todo. A su lado, sus 17 compañeros también se abren paso y se dirigen a la siguiente casa.
“Les vamos a ayudar a sacar todas sus pertenencias que este fenómeno les echó a perder. También hemos repartido ropa y comida. Esto es una forma de levantarles la moral y sobre todo apoyarlos en estos momentos”, recalcó Enriqueta.
A unas calles de distancia, la señora Silvia espera que las cuadrillas de vecinos lleguen para ayudarle a terminar de limpiar su casa. “El agua me llegó al cuello; apenas pude salir y tuve que nadar para salvarme”, relató, mientras observaba el interior de su vivienda.
Frente a su casa, un auto blanco arrastrado por la corriente permanece atorado entre el lodo y una pila de muebles y ropa que ha ido sacando por el olor penetrante que dejaron las aguas. A unos metros, el nivel sigue alto: el agua turbia aún llega al metro de altura. Muy cerca, una mano de chango intenta despejar la coladera atascada con hojas y ramas, en un esfuerzo más por dejar que el agua se vaya de una vez por todas.
A unos metros, las escuadras de la Marina hacen lo propio. Con el apoyo de un camión de carga, los marinos —organizados en bultos humanos perfectamente sincronizados— levantan los montones de basura y los depositan en el vehículo para su traslado. Con jaladores de madera, otros elementos empujan el lodo hacia las coladeras y esparcen cal sobre los residuos para mitigar el olor que deja el agua estancada.
SIN CUARTEL. El teniente Carlos Pérez, encargado de al menos 82 marinos, aseguró que la ayuda humanitaria que han brindado día con día se enfoca en calles de las seis colonias que les fueron asignadas para apoyar.
“Marina tiene seis colonias: Lázaro Cárdenas, México, Juárez, Magisterios, Laureles; por mencionar algunas. En Poza Rica nos desplegamos al menos mil 100 elementos. Desde el pasado viernes que llegamos, hemos repartido despensas, botellas de agua, comidas calientes. Hoy, jueves (ayer), vamos a repartir unas 150 despensas con prioridad en la calle Forestal, donde aún no ha habido mucho apoyo”, dijo.
Las despensas contienen, entre otros enseres, frijoles, verduras enlatadas, amaranto, entre otras cosas como jabón.
Al hablar sobre la moral de él y de las personas que tiene a su cargo, confesó que, si bien es “elevada”, lo que han vivido les ha tocado el alma. “Cuando llegamos a ayudar a la población, ellos nos expresan su dolor y dejamos que se desahoguen. Les asistimos con la limpieza y, después de eso, llegan al punto de ofrecernos comida; les decimos que no, pero siempre se agradece ese apoyo”.
Agregó que han descansado lo suficiente, pues la tropa tiene el ánimo de ayudar y no volver al cuartel hasta que haya una visible mejoría: “Mi gente me ha dicho: ‘Comandante, queremos seguir apoyando. La gente sigue necesitando nuestra ayuda, no importa si no dormimos’”.
Entre los muros húmedos de la parroquia de la Divina Providencia, templo de la colonia Lázaro Cárdenas, la fe se mezcla con la ayuda. Las bancas se transformaron en estantes improvisados donde cuelgan camisas, pantalones y cobijas dobladas con cuidado.
“Estamos empezando a hacer un centro de acopio para la comunidad”, explicó el párroco José Miguel Baltazar, mientras acomodaba una caja de despensas. “Nos toca atender la colonia Lázaro Cárdenas y parte de la México; la gente lo ha perdido todo, pero aquí seguimos recibiendo ropa y víveres”, señaló.
“Durante todo el día la gente viene: unos por despensa, otros por ropa. Cerramos hasta las nueve de la noche y todavía siguen llegando”, agregó el sacerdote, con una voz serena, pero firme, como quien sabe que el alivio también se reparte en turnos largos.
Las prendas llegan desde distintos puntos de la diócesis, e incluso de otras parroquias de Xalapa. En el piso, las etiquetas escritas a mano marcan la procedencia: “Papantla”, “Tihuatlán”, “Costa Esmeralda”. Cada caja cuenta una historia de solidaridad silenciosa.
Entre las bolsas transparentes, una mujer encuentra un short con el que dice que irá a cambiarse para terminar de limpiar su hogar.
“No traigo todo, pero puedo darles la primera atención”
› Por Ulises Soriano
En Poza Rica, Veracruz
Entre calles cubiertas de lodo y restos de muebles apilados, una mujer de uniforme verde olivo camina con paso firme. Es la primer maestre del servicio de sanidad naval, Claudia Valdés Marín, enfermera del Hospital Naval de Tuxpan, comisionada a la Brigada de Infantería en apoyo al Plan Marina.
“Empecé mi recorrido casa por casa para asegurarme que estén bien, que, si requieren algún apoyo, se les dé”, señaló, luego de pasar a un hogar en la colonia Lázaro Cárdenas, en Poza Rica, Veracruz, a preguntar si alguien necesita alguna ayuda médica.
- El Dato: Integrantes del Ejército remueven escombros y limpian calles en la colonia Infonavit Gaviotas, de Poza Rica, Veracruz, que resultó afectada por las intensas lluvias.
SU VOZ ES PAUSADA, PERO FIRME. Desde hace varios días, Claudia recorre las colonias afectadas por el desbordamiento del río Cazones, brindando atención médica, acompañamiento y una palabra de aliento a quienes lo perdieron casi todo.
El calor pega sin clemencia y el olor a humedad se mezcla con el de la cal y el desinfectante. Cada jornada, explicó, realiza alrededor de 30 atenciones médicas: heridas cortantes, infecciones y hasta mordeduras de animales desplazados por la creciente.
“Una señora me dijo que un cocodrilo le dio un colazo, estaba bien lacerada de la pierna”, contó mientras recorría este miércoles las calles afectadas por las anegaciones.
No se inmuta ante el cansancio; sabe que en cada visita hay una historia que necesita escucharse y una herida que no puede esperar.
Lleva consigo lo indispensable: material para primeros auxilios, sueros, ungüentos, algunos antibióticos de primera respuesta. “No traigo todo un tratamiento completo, pero al menos puedo darles la primera atención. Ya después, si es necesario, los llevamos a un hospital”, dijo.
Su labor va más allá de la medicina: orienta, consuela de alguna forma, gestiona despensas y coordina evacuaciones. “Si hay adultos mayores, veo en qué casa requieren apoyo y me dirijo con mis compañeros para que se les dé el apoyo.”
El cansancio físico se disfraza con vocación. A ratos, Claudia interrumpe su camino para invitar a los vecinos a vacunarse contra el tétanos y la hepatitis.
“La Marina va a pasar en la tarde a entregar despensas y agua”, anunció a Ramiro y Felipa, como si el mensaje también fuera una dosis de esperanza. Entre la devastación, su presencia es símbolo de empatía y servicio.
Mientras se aleja hacia la siguiente vivienda, el eco de su voz se mezcla con el ruido de las palas y las cubetas. Su misión, insiste, es curar, escuchar y acompañar. En medio de la emergencia, su figura se levanta como un recordatorio de que, incluso entre el fango, la humanidad sigue de pie.
Por catástrofes, más de mil 800 desaparecidos
› Por Yulia Bonilla
“El río se lo llevó y no supimos si salió en otro lado o qué le pasó, nunca lo volvimos a ver”, es el recuerdo que tiene Luz Hernández de uno de sus vecinos que intentó escapar del desgajamiento de tierra que sepultó algunas partes de su comunidad en la Sierra Norte de Puebla, hace 26 años. Hoy, con las afectaciones que dejaron las lluvias de hace una semana en ese mismo estado, donde desaparecieron cinco personas, recuerda que nadie reportó la ausencia de ese hombre.
- El Dato: un batallón de 600 elementos del Ejército y Guardia Nacional fue desplegado para las labores de búsqueda de desaparecidos, principalmente en Puebla.
En la temporada de lluvias de octubre de 1999, las rocas de la sierra poblana se dejaron caer sobre partes del municipio de Zapotitlán de Méndez. Al llegar los servicios de emergencia, cada quién buscó ver por los suyos, contó Luz en entrevista con La Razón, pero a aquel hombre mayor que vivía con su hermano, nadie lo buscó, sólo se sabe que después de eso se le dejó de ver.
“No, nadie lo reportó, no sabíamos de eso de poner denuncias. Era y es un pueblo, lo que queríamos era salir de lo que pasó y pues cada quien hizo lo que pudo, porque se perdieron casas, se taparon, el río andaba muy fuerte, como se puso ahora apenas que todos tenían miedo de que se saliera el agua, porque mucha gente sigue viviendo allí, cerca de la orilla”, dijo.
En México, el reporte de personas ausentes tras una catástrofe es incierto. El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) tiene una contabilidad limitada de esta condición en catástrofes ocasionadas por un fenómeno natural, sólo con los reportes que se han denunciado: mil 866 desde que comenzó a hacerse esa contabilidad, en 1952.
En estas bases de datos se destaca que el año 2020 tiene el récord histórico, con 633 desapariciones relacionadas con desastres.
Con base en estos registros, Michoacán es, por mucho, el estado con el mayor número de desapariciones derivadas de una catástrofe reportadas ante las autoridades: mil 857, que representa el 80 por ciento de la contabilidad.
El reporte no permite ahondar en qué condiciones fue que desaparecieron las personas.
No obstante, la magnitud que representan los números salta a la vista por la entidad y el año en el que aparece el registro de personas.
Aunque 2020 fue reconocido por la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) como un año “atípico” por las afectaciones provocadas por fenómenos naturales, en el caso de Michoacán sólo se refirió que éste fue afectado por incendios forestales que también se registraron en otras entidades, como Baja California, Jalisco, Guerrero y Quintana Roo.
Del registro histórico, únicamente se tiene constancia de tres personas desaparecidas en Guerrero; una en Hidalgo; dos en Jalisco y dos en Nayarit.
En general, el pico de personas desaparecidas por catástrofes comenzó a elevarse a partir de 2013, cuando el número de denuncias pasó de 49 un año antes, a 93. El máximo lo conserva 2020, con 633 reportes; el segundo año con más registros es 2017, con 210.
En cambio, en 2023, año en el que pegó el huracán Otis y que, según la población, dejó más de una decena de personas sin localizar en estados como Guerrero, únicamente se tiene el reporte de dos personas no encontradas y que desaparecieron en el contexto de un fenómeno natural.
Los mexicanos no son los únicos que se encuentran en el registro -aunque abarcan casi la totalidad con mil 852 reportes. También se encuentran reportes de otras nacionalidades: seis estadounidenses, un colombiano y uno más de origen salvadoreño.
Suman 70 defunciones y 72 personas no localizadas
› Por Yulia Bonilla
Las lluvias e inundaciones que afectaron a cinco estados de La Huasteca ya ocasionaron la muerte de 70 personas y la desaparición de 72.
Con corte al 15 de octubre, el estado con más fallecidos es Veracruz, con 30; 21 en Hidalgo, 18 en Puebla y Querétaro con una. En tanto, la mayor cantidad de reportes de desaparecidos está en Hidalgo, con 49 reportes, de los cuales 17 han sido en el municipio de Tianguistengo y 14 en San Bartolo Tutotepec. En Veracruz se tienen 18 reportes y en Puebla, cinco.
En el informe nocturno, tras cumplirse una semana de la devastación, la Presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que desde el viernes se convocó al Comité de Emergencias, que desde entonces ha sesionado para revisar los avances.
- El Tip: fuentes militares reportaron el hallazgo del cuerpo de un joven de 17 años que murió al ser arrastrado por el río San Marcos.
Explicó que para esto se implementó un sistema estratégico de control y seguimiento de incidencias, para mapear cada uno de los caminos que se encuentran aún cerrados.
En el balance, extendió una agradecimiento a las Fuerzas Armadas por su despliegue en auxilio de la población damnificada.
Recordó que a partir de la próxima semana se comenzarán a entregar los apoyos para las viviendas y adelantó que se evaluará la reubicación de algunas viviendas que se encuentran en zonas de riesgo.
“A una semana de estos acontecimientos podemos decir que estamos trabajando en todos lados y aquellas personas damnificadas, decirles que a todas les vamos a ayudar, que nadie se va a quedar sin el apoyo; a las personas que perdieron un ser querido, estamos aquí para apoyarles, y a las personas que por alguna razón no han localizado a su familiar, por favor comuníquense al 079 que tienen todo el apoyo del Gobierno de México”, dijo.