Más de 50 concesiones agrícolas vinculadas al río Bravo enfrentan un doble papel en la deuda de agua de México a Estados Unidos.
Por un lado, la entrega del recurso representa un riesgo para la disponibilidad que necesitan los cultivos, pero, a la vez, son ubicadas entre los factores que no permiten avanzar para subsanar la deuda, situación que podría derivar en una nueva confrontación con el sector productivo.
- 3 mil kilómetros es la longitud aproximada del río Bravo
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), hay 59 títulos de aguas nacionales otorgados a distritos de riego de aprovechamiento superficial y otros 18 subterráneos correspondientes a la cuenca del Bravo.

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Sandra López, ingeniera ambiental por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), ubica a este afluente como el más impactado por la necesidad de transferir agua y también por ser del que más dependen sectores productivos.
“Todas estas concesiones se estarían viendo perjudicadas por el tema del pago al agua, porque finalmente se estaría reduciendo también su disponibilidad. Ya se ha visto en años anteriores, donde hubo problemas porque había sequía; se combinó todo: el problema de la sequía, de la entrega de agua, y esto puede volver a pasar”, dijo.
En este contexto, subrayó que se necesita una regulación del campo, ya que es el sector donde se concentra el mayor uso de agua. Por ello, consideró que la reforma recientemente aprobada en materia hídrica resulta oportuna.
“Es bien importante saber y reconocer que es necesario que se regule este sector, porque justo es donde más está el recurso y donde también está la mayoría de las concesiones que no están reguladas.
“Entonces, lamentablemente, el país como tal no tiene una infraestructura correcta y un control de todas las concesiones. Entonces, muy probablemente, sabe que hay concesiones que no están bien reguladas y que no son los volúmenes que están registrados”, dijo.
Otros puntos que se deben someter a análisis por parte de ambos gobiernos para las decisiones respecto al cumplimiento del acuerdo, de acuerdo con la experta, son los relativos al cambio climático, debido a que las alteraciones en la temperatura, sequías y otras condiciones inciden en la disponibilidad del agua.
En ese contexto, Sandra López advirtió que ambos países deberían comenzar a analizar un eventual cambio en los términos del Tratado de 1944.
“Necesitaría también hacer una evaluación bastante profunda, tanto México como Estados Unidos, de cómo se va a ir comportando el recurso hídrico debido al incremento de la temperatura.
“Es decir, cómo se hará si van a aumentar las sequías. Ya hay modelos por parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, sabemos que la temperatura va a seguir aumentando y que en México ya aumentó y que ya estamos viendo esos estragos. Entonces, si siguen en ese ritmo, obviamente esos acuerdos van a tener que volverse a poner en evaluación en función de la disponibilidad del recurso”, advirtió.

