“Busco siempre tener un toque de humor para ver la vida”: Pérez Gay

“Busco siempre tener un toque de humor para ver la vida”: Pérez Gay
Por:
  • bibiana_belsasso

La de Rafael Pérez Gay es una historia marcada por las vicisitudes de un núcleo familiar único que, por la forma en el que lo define y lo ha escrito, posee un halo, un entorno, una esencia literaria. El intelectual, escritor y periodista, autor de libros como Nos acompañan los muertos y El cerebro de mi hermano, es, dice con humor en esta entrevista, "una casualidad, una noche de pasión excepcional", es el hijo menor de una familia a la cual el destino movió del eslabón de la riqueza al de la clase media, y hermano de otro intelectual, el fallecido José María Pérez Gay. Es también un hombre, dice, que busca siempre un toque de humor para ver la vida.

Bibiana Belsasso: Rafa Pérez Gay, tu abuelo era un hombre poderosísimo y de repente cayó en desgracia, tú mismo has dicho que tus hermanos vivieron en una abundante riqueza y tú llegas a la familia cuando se convierten en “nuevos pobres”, platícame esa historia.

Rafael Pérez Gay: La historia es más o menos así: vengo de una familia doble, por un lado, revolucionaria; y por otro, la paterna, con aspiraciones porfirianas, aunque no lo eran. Mi abuelo, Herminio Pérez Abreu, fue presidente municipal de la Ciudad de México en 1921, cuando había presidente municipal, regidor y el equivalente a un jefe de Gobierno. Él inaugura el Parque España. Tengo la fotografía, y he escrito de ella, en la que mi abuelo está inaugurando el parque y el ahuehuete, que hoy es altísimo, es una delgadísima vara que va creciendo. La familia logra una fortuna a través de este, digamos, hijo de la Revolución, una fortuna que con el tiempo y los malos negocios, desaparece.

Belsasso: Pero una fortuna, de aviones, de casas, de todo.

Pérez Gay: Era una fortuna considerable y fue, digamos, el mito, la leyenda durante muchos años en la familia. Los negocios de mi padre, no necesariamente mal planeados, no dieron resultado. Lo que puso en aquel entonces fue justamente un campo de aviación para enseñar a volar. Fue a Estados Unidos y compró seis, ocho o diez avionetas, hizo un campo de aviación y todo eso con el tiempo, muy poco, se convirtió en polvo.

Belsasso: ¿Cómo se pierde tanto dinero?

Pérez Gay: Me imagino primero que es una mala planeación. Imagínate un hombre joven de 27 años con ansias de comerse el mundo y, luego, pidiendo prestado y no atendiendo a los préstamos que te están haciendo para poner esos grandes negocios; y segundo, falta de experiencia. Yo le decía a mi madre, ya cuando era anciana, que cómo era posible que no hubieran tenido el cuidado de poner algunas propiedades a su nombre, por ejemplo. Pues no, dos jóvenes cerca de los años 40, tienen una fortuna, hacen innumerables negocios, salen mal y pasan de ser una familia muy acomodada, con casas, a una que peregrina por Toluca, por Querétaro, perseguida por algunos acreedores y que pasa a formar parte de las muchas familias clase media, clase media-baja de la Ciudad de México.

Belsasso: Tú eres el menor de cinco hermanos. Platicas que a ti no te tocó vivir esta opulencia y después caer en una vida normal, en la clase media-baja. ¿Fue difícil para tus hermanos tenerlo todo

y después perderlo?

Pérez Gay: Para ellos sí, José María, Lourdes y Alicia fueron niños ricos, tenían casas, choferes, los enviaban a escuelas muy costosas y de la noche a la mañana pasaron de ser esos niños ricos, a ser pobres literalmente, hubo una época de la familia en que realmente era una peregrinación. Luego nace mi hermana Guadalupe y después yo, y nosotros ya formamos parte de esas familias clase media.

Belsasso: ¿Fuiste el pilón?

Pérez Gay: Soy una casualidad, soy una noche de pasión excepcional.

Belsasso: Te la han contado.

Pérez Gay: No, no me la contaron, pero me la imagino.

Belsasso: Rafa, 14 años de diferencia hay entre tu hermano José María y tú, y con tus demás hermanas también te llevas muchos años, ¿cómo fue esa relación? En El cerebro de mi hermano, hablas de que tenían una relación muy conflictiva tu papá y tu hermano, ¿así fue tu relación con ellos también?

Pérez Gay: No, tuve la suerte de tener una muy buena relación tanto con mi papá como con mi hermano mayor. José María abrió, digamos, el camino para unos hermanos liberales, progres, en aquellos años. Y eso ocasionó que tuviera una relación muy tensa, muy compleja con mi padre. La relación de los dos José María, que además se llamaban exactamente igual, fue muy difícil durante muchos años. Cuento en el libro, pero también a los amigos, que mi padre vivió suficientes años como para poder reparar alguno de los

daños que había hecho.

Belsasso: ¿Fue mejor papá tuyo, que de tu hermano?

Pérez Gay: Me parece que sí. Si mi padre hubiera muerto a los 65 años, el recuerdo que tendríamos de él sería el de un muy mal padre, pero vivó 91 años y le dio tiempo, la vida le entregó el favor, de empezar a reparar con cada uno de sus hijos; de los cinco, tanto del mayor, como de las tres hermanas y del menor, que fui yo. Un padre siempre es único y una madre siempre es única para un hijo y se van relacionando de distintos modos. Así entonces tuve la suerte de tener tanto una madre como un padre más maduros, más asentados, más decididos a lo que querían en la vida, no aquellos jóvenes de los que estamos hablando.

Belsasso: De tu madre, ¿qué recuerdos tienes?

Pérez Gay: Magníficos recuerdos. Primero, más que recuerdos, tengo dos conceptos: solidaridad y cariño. Solidaridad con sus cinco hijos para sus proyectos, siempre fue un apoyo permanente y una base muy importante de cariño y de apoyo. Mi madre fumaba cigarros Casinos, durante, no sé, 50, 60 años. Fumaba poco, tres o cuatro cigarrillos.

Belsasso: Pero murió a los ochenta y tantos años.

Pérez Gay: No, murió a la fantástica edad de 90 años. Se fumaba sus cigarros, todavía recuerdo, cuando una embolia la revienta a los 90 años, cuando entré a su cuarto estaba un cigarro encendido y recuerdo claramente el humo que va subiendo hacia el techo, es otro de los recuerdos que tengo. Mi madre yéndome a recoger, fui a escuelas públicas, yéndome a recoger tarde a la escuela José Mariano Fernández de Lara, un liberal no muy conocido, pero importante, de los liberales combativos de la segunda mitad del siglo XIX, y todos mis amigos se van yendo y yo me quedo solo y mi mamá no llega. Entonces, el niño de siete, ocho años empieza a llorar. Mi mamá llega y me dice: 'Bueno, ¿por qué lloras?, ¿piensas que te voy a abandonar?'. 'No', le respondí. 'Entonces no vuelvas a llorar, nunca te voy a abandonar', me dijo. Ese mensaje es muy importante cuando uno tiene esa edad. Quizás a todas las edades.

Belsasso: Pero sí todavía te acuerdas, claro que te trauma ser el último de la escuela y que no pasen por ti. ¿Qué pasaba por tu mente?, ¿te acuerdas?

Pérez Gay: Que me iba a quedar solo, una sensación de abandono y una sensación de angustia, que en la casa estaba siempre presente, esa cosa de angustia, de que algo irremediable había ocurrido entre nosotros.

Belsasso: Eso lo has dicho tú, lo platicas también. Después está tu libro Nos acompañan los muertos, hablas del miedo a la vejez, de enfrentarte a tus papás y verlos desvalidos de un minuto para otro. Ese miedo siempre lo tenemos todos, pero tú has escrito y lo dices mucho, que en tu casa siempre era: hay que cuidarnos porque quién sabe si vayamos a acabar en el hospital.

Pérez Gay: Sí, le llamo una cosa irremediable, es el fantasma de estos dos jóvenes que partieron a encontrar la vida y que ésta los zarandeó, los golpeó y los dejó con prácticamente nada, entonces los padres transmitieron a los hijos esta sensación de que algo terrible podía pasar en cualquier momento.

Belsasso: Pierdes en lo económico, y después el miedo a perder la salud está todavía peor, ¿no?

Pérez Gay: Exactamente, mis padres tuvieron una salud de hierro hasta los 85 años, y en ese sentido los hijos los vimos envejecer en magnífica forma, pero de un día para otro se empezaron a caer a pedazos.

Belsasso: Y es mucha responsabilidad para los hijos, sobre todo en un país como México. En Noruega, en Europa, en otros lugares, los ancianos llegan a unos asilos y no pasa nada. Aquí para empezar los papás no se ven en un asilo, y les cuesta mucho trabajo a los hijos irlos a dejar.

Pérez Gay: Así es, tienes razón. Cuando escribí Nos acompañan los muertos y me preguntaban por qué había escrito de estos dos viejos, de estas dos sombras que avanzaban hacia la nada, les decía: 'Cada vez se va a escribir más de viejos'. Primero, porque México envejece, ya es, prácticamente, un país de viejos y no estamos todavía preparados para relacionarnos con la vejez, la alta vejez, la de los 85, 90 años, ese momento en el cual ya no puedes valerte por ti mismo.

Belsasso: A mí me trauma, la verdad.

Pérez Gay: La vejez, decía el Philip Roth, el escritor estadounidense: 'La alta vejez es una masacre, todo se va cayendo, todo se va acabando, se va la memoria, se va la agilidad, se va el cuerpo, se va absolutamente todo y va quedando una sombra'.

Belsasso: Pero además de todo no es como cuando empiezas la juventud que ves hacia dónde vas a ir, ya te das cuenta de que estás en el ocaso, a esas edades.

Pérez Gay: Que estás prácticamente terminando, era una de las cosas que a mí me impresionaba cuando veía; además, mis padres fueron los dos primeros viejos que vi, porque mis abuelos murieron cuando era muy niño, no los conocí y no había, salvo en casa de algún amigo que yo llegaba y decían, allá en el cuarto del fondo está la abuelita. Salvo esos casos, no me había relacionado con dos viejos, hasta que fueron mis propios viejos los que empezaron a envejecer y a perderlo prácticamente todo.

Belsasso: Pero vamos a regresar a épocas más complicadas para ti, porque dices que la juventud no te gustó tanto, que te gusta más la edad madura.

Pérez Gay: Me gusta más, sí.

Belsasso: ¿Por qué?, la adolescencia para muchos es divertídisima.

Pérez Gay: No, creo que los 40 años y hacia los 50, son la mejor época de la vida para mí. Los 20 están bien, pero avanzas un poco a ciegas; los 30 es un momento en el que apenas vas decidiendo realmente hacia dónde ir; y cuando llegan los 40, creo que si tienes salud, estás en forma para poder hacer y decidir lo que tú quieras.

Belsasso: Y antes de los 20, platicas, un Rafa Pérez Gay que le encantaba ser vago, que no le gustaba estudiar.

Pérez Gay: Yo tenía alma de vago.

Belsasso: Que empiezas a leer hasta los 16 años, que ya es tarde para empezar ¿no?

Pérez Gay: Soy un lector tardío, empecé a leer a los 16 años, quizás, 17.

Tengo amigos que empezaron a leer a los nueve, a los 10, a los 11 años. Empecé a los 16, antes me gustaba la calle, el futbol, quería tener una novia a toda costa, aunque no lo podía conseguir.

Belsasso: ¿Por qué no?

Pérez Gay: Era muy chiquito y me gustaban más grandes, no me hacían caso.

Belsasso: ¿Quién fue tu primer amor?

Pérez Gay: ¿Mi primer amor? Un amor de secundaria, sí, de 15, de 16 años. Mi generación tuvo la fortuna de tener su iniciación sexual con sus novias, casi toda mi generación, es decir, los que cumplimos 15, 16, 17 años en los 70, tuvimos la oportunidad de tener esas relaciones y de tener un inicio de sexualidad con tu novia y no como las generaciones pasadas. Los jóvenes de la generación de mi hermano fueron con prostitutas, iban al burdel, así tenían una iniciación sexual.

Belsasso: Aparte de todo, tampoco iban por gusto, el papá, el tío o alguien los llevaba.

Pérez Gay: En muchos casos tenían que ir, o a veces era por curiosidad. Esos inicios de sexualidad cambiaron en los 70.

Belsasso: Cambian también las relaciones, ¿no?

Pérez Gay: Completamente. Cambia completamente el modo, uno, en que te relacionas; dos, los años de la liberación sexual, en los cuales la mujer hace su aparición extraordinaria en la vida pública mexicana, se vuelve fundamental y hace una verdadera revolución de la intimidad. Justo esas jovencitas son las que yo conocí y con las cuales tuve un noviazgo; cambia completamente tu percepción del amor, de la mujer, de quién eres. La exploración se vuelve distinta, en ese sentido, creo que hay un cambio de sensibilidad.

Belsasso: Y también finalmente acaban aprendiendo, cuando tus primeras relaciones son con tu novio que amas y adoras de la adolescencia, los dos están explorando, no es como que te toca una mujer que ya domina la situación.

Pérez Gay: Así es, estás aprendiendo y creo que en general fue así, son los años 70, que son años, para mí, absolutamente formativos y fundamentales. El rock, la experiencia con la droga, de la sexualidad, la mujer que aparece en la vida pública.

Belsasso: También una época de muchos ideales, ¿no?, tú fuiste muy idealista, muy izquierdoso, revolucionario.

Pérez Gay: Sí. A los 18 años era un cruzado de la revolución proletaria, un defensor de la Revolución Cubana, un joven que aspiraba al nuevo mundo socialista, eso es lo que era, de eso se trataba y la inteligencia progresista estaba puesta de ese lado, casi siempre.

Belsasso: Ahora, ese idealismo, por ejemplo, la Revolución Cubana no es la misma, muchas personas de tu generación que tenían estos ideales, me dicen que están totalmente decepcionados, que es un mundo completamente distinto al que imaginaban.

Pérez Gay: Es mi caso, he escrito, he dicho un montón de veces, que sigue pareciéndome absolutamente increíble que haya quien defienda la dictadura de los hermanos Castro.

Belsasso: ¿Tú fuiste defensor a muerte de los Castro en ese entonces?

Pérez Gay: En los 70, sí. En los 70 yo cantaba: 'Un Fidel que vibra en la montaña. Un rubí, cinco franjas y una estrella...' El Che Guevara. Camilo Torres. Camilo Cienfuegos. Pero va pasando el tiempo y el sueño utópico del socialismo se va convirtiendo, en especial en Cuba, en una dictadura en la cual no hay elecciones, no hay partidos políticos, no hay televisión, no hay radio, no hay libertades personales, no hay libertades civiles, a los homosexuales los meten a la cárcel.

Belsasso: Cuando pasan los años, ¿cómo te visualizas tú?, dices, 'a ver, Rafa de los años 70, ¿cómo podías pensar así?' o finalmente lo que pensaste en ese momento es lo que te hace ser hoy quien eres.

Pérez Gay: Tienes razón y lo ves muy bien. Una parte de ese joven a quien no puedo traer aquí a comparecer porque es otra persona completamente distinta, sí logró una base de ciertas ideas que no están a revisión. Hay ideas que no se pueden revisar si te consideras un hombre de centro-izquierda, es decir, la desigualdad no está a revisión, las libertades civiles, el Estado laico, tampoco, para mí. Ahora, hoy veo que en aquel entonces los valores de la izquierda eran universales, hoy no lo son, se perdió por completo esa idea.

Belsasso: Tú y tu hermano tuvieron diferencias brutales, precisamente por la izquierda. José María era amiguísimo de Andrés Manuel López Obrador. Tú, crítico acérrimo de él, y eso los acabó distanciando.

Pérez Gay: Nos distanció durante un buen tiempo, al final pudimos zanjar y atravesar ese abismo de diferencias, pero como digo en El cerebro de mi hermano, era tarde, él se estaba enfermando y habremos perdido, tres o cuatro años de nuestras vidas.

Belsasso: ¿Por López Obrador?

Pérez Gay: Por la política y por Obrador, es decir, nunca entendí cómo una mente tan refinada como la de José María Pérez Gay, traductor, diplomático, filósofo, especialista en Heidegger, nietzscheano, podía tener tal capacidad para seguir a un líder que me parece conceptualmente muy pobre.

Belsasso: Que, además de todo, era profundo, López Obrador lo ha dicho, es profundamente mocho en un plano: no habla del matrimonio igualitario, ni del aborto.

Pérez Gay: Para nada, sigo pensando que es un conservador de izquierda por ponerle de algún modo un nombre. No sólo eso, cuando mi hermano me llevaba 14 años, fue en muchos sentidos quien en todos los sentidos me abrió las puertas de los libros, de una nueva sensibilidad.

Belsasso: ¿Era una admiración bárbara tuya hacia él?

Pérez Gay: Sí, en ese momento sí, y con los años logramos cierta paridad literaria, cierta amistad. Él fue uno de los principales críticos del comunismo, del socialismo realmente existente. ¿Cómo lo criticaba?, traduciendo autores que traía de Alemania, traduciendo momentos fundamentales que en México no se conocían. Hoy suena raro decir esto, pero recuerda que era un mundo sin Internet, sin WhatsApp, sin correos electrónicos. Él traía y traducía, se había vuelto un crítico. 'Olvida la militancia política, ponte a leer o serás parte del rebaño', me lo dijo siempre. Con los años, él inicia una militancia, un trabajo de política activa, que nunca había hecho, discutí con él y le decía: 'No puedo entender que te dediques ahora a la política activa'. Además, siempre pensé que no estaba dotado para la política activa, sino para el gabinete, la filosofía, la reflexión y la literatura.

Belsasso: Vamos a hablar de tu trabajo que a mí me encanta. La columna que tienes, hoy la publicas en Milenio, "Gil Gamés" es espectacular.

Pérez Gay: Es mi amigo. No soy exactamente yo, pero mi amigo "Gil Gamés", a quien yo conozco muy bien, escribe ahora en Milenio todos los días, a veces no estoy de acuerdo con él porque no le gusta nada.

Belsasso: Es muy imprudente.

Pérez Gay: Es muy incorrecto políticamente y se lo he llegado a decir cuando me ha invitado al amplísimo estudio.

Belsasso: ¿Y no se confrontan,como tú y tu hermano, tú y "Gil Gamés"?

Pérez Gay: Sí, muchas veces. "Gil Gamés" dice que yo debería ser un poco más crítico con todos los políticos, y yo le digo que, a veces, él es un poco excesivo.

Belsasso: Ahora, es fascinante que puedan tú y "Gil Gamés" tener estas dos partes, ¿no?

Pérez Gay: Todos somos dos, y, a veces, tres. Todos somos varias personas. Recuerdo un epígrafe que usaba Cortázar en uno de sus cuentos, una línea del poeta Dylan Thomas: 'O, make me a mask'. Denme una máscara y quizás diga la verdad, ¿no? Todos somos un poco así, con una máscara podemos decir más cosas que sin máscara.

Belsasso: Y tienes, además, tu otro programa La otra Aventura, en Proyecto 40.

Pérez Gay: Desde hace cinco años, son como 260 emisiones de 14 minutos cada una de ellas. Son siete cuartillas semanales que hacemos, Jenny Jiménez y yo. Estamos haciendo un libro que se va a llamar La otra Aventura, pero no quiero que sea ni de crítica literaria, ni de critica cultural, sino de interés general, un libro sobre libros, sobre la lectura, ese momento en el cual uno lee.

Belsasso: ¿Cal y arena cuándo surge?

Pérez Gay: Cal y arena la fundamos en 1988 un grupo de escritores, de editores, con el fin de publicar nuestros propios libros. La idea era publicar cuento, crónica, ensayo político. Fui el director editorial desde entonces y con los años me dediqué a encargarme y a encabezar esta editorial que ha cumplido ya más de 35 años. Hemos tenido autores que se han ido a otras editoriales. Yo mismo me fui a otra editorial. Tenemos una distribución razonablemente buena, nuestros libros están en las principales librerías y estamos en el interior de la República.

Belsasso: ¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?

Pérez Gay: El día que nacieron mis hijos.

Belsasso: ¿El más triste?

Pérez Gay: Cuando murieron mis padres y mi hermano.

Belsasso: Complétame esta frase, Rafael Pérez Gay es…

Pérez Gay: Un escritor, un periodista y un hombre que quiere todo el tiempo tener un toque de humor para ver la vida.