Violencia familiar, en récords; hay 705 denuncias por día

Las constantes amenazas, gritos, empujones y groserías de su esposo, obligaron a Leticia, nombre falso para resguardar su identidad, a abandonar su casa junto a su hijo, pues el aislamiento por Covid-19 cambió el carácter de su pareja al grado de volverse más agresivo e irritable.

“Tuve que salirme de mi casa porque mi esposo cada vez estaba más enojado y no sé por qué. El año pasado pasaban semanas sin salir de la casa y eso lo irritaba, incluso ni con sus hijos también comenzó a ser más enojón, por lo que creo que no se aguantó y se fue contra todos”, explicó.

Después de semanas de encierro, la pareja de Leticia aumentó el consumo de alcohol. Al inicio del confinamiento el hombre tomaba una cerveza para comer, al paso de las semanas ya no era una, sino seis. Además, fumaba dentro del hogar pese al ruego de su familia.

“Le pedíamos que se saliera a fumar a la calle y no quiso, le insistimos y me tiró un manotazo, a mi hijo también se le fue encima y quería pelear, pero alcanzamos a esquivarlo”, dice Leticia.

La situación al paso de los meses se tornó cada vez más difícil, ya que los gritos, amenazas y agresiones emocionales se volvieron cada vez más comunes, lo que fue una “pesadilla” porque nunca se pudo hablar con él.

Hace tres meses, cuando comenzaron a reabrir las actividades en la Ciudad de México, el esposo fue llamado a trabajar. Esto fue aprovechado por Leticia y su hijo, quienes salieron para refugiarse en casa de una de sus hermanas.

“Aprovechamos que se había ido a trabajar para recoger nuestras cosas e irnos con mi hermana. Él nos ha pedido que regresemos, pero nosotros ya no queremos, se portó muy mal y lo conocimos como es verdaderamente. Fue por la desesperación de la pandemia, pero nos maltrató y no perdonamos”, narró a La Razón.

La situación de Leticia se repite constantemente en nuestro país. De acuerdo con datos actualizados al 20 de junio del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), la violencia familiar creció 24.75 por ciento entre enero y mayo de 2021, al registrar 106 mil 603 denuncias, un promedio de 705.98 cada día y 21 mil 156 más que las 85 mil 447 registradas en el mismo periodo de 2020.

De acuerdo con el informe del SESNSP, la tendencia de este delito se mantiene al alza, con más de 23 mil casos en marzo, abril y mayo, lo que los convierte en los meses con mayor cantidad de denuncias desde que se tiene registro (2015).

Al respecto, la activista Frida Guerrera alertó que la violencia en contra de las mujeres no terminará en breve, porque es un fenómeno que se arrastra desde tiempo atrás.

“En este Gobierno lo que podemos observar es que se están dando realmente los números que son y que por muchos años se ocultaron. Me parece grave que en vez de que aminore crezca, pero nos debemos dar cuenta de lo que pasa realmente”, explicó.

La activista urgió a revisar ver lo que ocurre con los menores en los hogares con violencia, pues alertó que son los más afectados.

Por su parte, María Elena Morera, directora de Causa en Común aseguró que la violencia intrafamiliar existe con o sin pandemia, pero que ha ido en aumento por falta de políticas públicas.

“Ya teníamos violencia intrafamiliar pero con la pandemia se exacerbó, ya que no hay una política que apoye a las familias, por ello se estresan y reaccionan. Lo hemos estado alertando desde el inicio de la pandemia, lo seguimos alertando, pero no hay respuesta porque la violencia sigue en aumento”, dijo.

La experta consideró que es necesario continuar alertando respecto a este problema, porque a pesar de que la pandemia ya está cediendo y con ello el cierre de actividades, las denuncias continúan subiendo, lo que es un fenómeno que es necesario analizar.

Por separado, Pilar Déziga, investigadora de Causa en Común aseguró que la violencia familiar “se encuentra en bandera roja” en estos momentos. Por ello señaló que es necesario seguir alertando, ya que la violencia no para.

“Las cifras aumentaron porque las mujeres ya están denunciando más, aunque hay una cifra negra de denuncias que no se realizan, ya que todavía hay resistencias. Las carpetas de investigación aumentaron y las llamadas al 911 también siguen siendo una constante”, explicó a este diario.

La experta aseveró que el reto es que las carpetas que se van abriendo, sean judicializadas ya que son casos pendientes por resolver.

“Es una bandera roja y una bandera de alerta que no quiere decir que se termine cuando la pandemia ceda. Al principio fue el confinamiento y ahora ya no lo es, pero las agresiones siguen”, dijo.