El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición del desarrollo neurológico que puede alterar significativamente la calidad de vida de quien lo padece si no es detectada y atendida a tiempo.
Está caracterizado por síntomas como desatención, impulsividad y, en muchos casos, hiperactividad, este trastorno afecta aproximadamente al 5% de la población infantil en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En México, se estima que alrededor de un millón de niños y niñas menores de 14 años viven con TDAH, una cifra que refleja la urgencia de visibilizar este trastorno y sus implicaciones a largo plazo si no se aborda adecuadamente.
¿Cómo se manifiesta el TDAH y cuáles son sus riesgos?
De acuerdo con especialistas en salud mental, como la académica Martha Georgina Ochoa Madrigal de la UNAM, los síntomas del TDAH varían según la edad. En la infancia, puede expresarse a través de conductas inquietas, impulsividad y dificultad para mantener la atención. Estos signos suelen impactar directamente el desempeño escolar, la convivencia en el hogar y las relaciones con compañeros.
Si no se diagnostica oportunamente, el trastorno no desaparece con el tiempo. Entre el 50% y el 70% de los casos infantiles presentan síntomas persistentes en la adolescencia, etapa en la que surgen otros desafíos: búsqueda constante de estímulos, conductas de riesgo, consumo de sustancias y dificultades para establecer relaciones afectivas estables.
En adultos no diagnosticados, el TDAH puede traducirse en problemas para mantener la concentración en el trabajo, dificultades para planificar o cumplir metas, inestabilidad emocional y una mayor exposición a accidentes o conflictos legales.
¿Qué pasa si no se trata a tiempo?
Los efectos de no tratar el TDAH van más allá de la etapa escolar. En adolescentes, puede llevar a una baja autoestima, deserción académica, abuso de drogas o alcohol, y comportamientos sexuales impulsivos. En la adultez, también puede vincularse con depresión, ansiedad, fracaso laboral o conflictos familiares.
Los expertos coinciden en que una intervención temprana puede marcar una gran diferencia. El tratamiento suele ser multidisciplinario, combinando medicación, terapia cognitivo-conductual y, en el caso de los más pequeños, estrategias lúdicas para canalizar la energía y mejorar la concentración.
¿Es seguro el uso de medicamentos?
Aunque existen tratamientos eficaces —con un nivel de éxito de hasta el 80%— aún persiste el estigma sobre el uso de fármacos. Muchos padres optan por alternativas como suplementos naturales o dietas restrictivas, pese a que no existe evidencia científica sólida que respalde su efectividad.
Especialistas como Ochoa Madrigal recomiendan confiar en la orientación médica, ya que los medicamentos adecuados pueden reducir los síntomas más graves y permitir al paciente desarrollar su potencial académico y personal.
Detectar el TDAH en personas adultas es más complejo, especialmente si no fueron diagnosticadas en la infancia. En muchos casos, los síntomas son malinterpretados como falta de organización, estrés o bajo rendimiento sin que se reconozca el trastorno de fondo. Esto puede derivar en una serie de diagnósticos equivocados o incompletos.
Por ello, es fundamental que ante la sospecha, tanto jóvenes como adultos busquen orientación profesional. Un tratamiento integral y adaptado a su etapa de vida puede ayudar a mejorar su desempeño laboral, sus relaciones interpersonales y su bienestar general.
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