En la convulsa América Latina, pobreza alcanza ya a 191 millones

En la convulsa América Latina, pobreza alcanza ya a 191 millones
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América Latina despide el año con 6 millones de pobres nuevos respecto a 2018, un aumento que suma al acumulado anual a 191 millones en situación de carencia —30.8 por ciento de la población—y falta de acceso a una vida digna. Las cifras, reflejadas en el nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), pone en relieve uno de los motivos por los que miles en la región optaron por llevar a las calles el enojo con sus gobiernos, en un grito de frustración que exige políticas más eficaces para atender la agenda social.

De acuerdo con el reporte Panorama Social de América Latina 2019, firmado por la Cepal, los números también dan cuenta de una tendencia creciente de la pobreza desde 2014, cuando por fin se había anotado un avance significativo.

“Entre 2012 y 2014 se produjo una disminución de pobreza y de la pobreza extrema. A partir del 2015 vemos que se recrudece”, explicó la secretaria Ejecutiva de la Cepal, la mexicana Alicia Bárcena, en la presentación del informe.

“En números absolutos, se espera que en 2019 la situación empeore aún más. De hecho hoy por hoy, hay 185 millones de personas pobres dentro de las cuales 66 están en extrema pobreza. En 2019 las proyecciones nos dan 191 millones de pobres y 72 millones en situación de pobreza extrema”, expresó Bárcena.

La pobreza extrema también alcanzaría a 11.5 por ciento de la población, frente a 10.7  por ciento que vivía esa situación en 2018, por lo que es urgente avanzar en materia de derechos e igualdad que sirvan para generar modelos más integrales y con mejor protección social, recomendó el organismo regional.

Los resultados de la medición tienen un eco importante en los reclamos que de manera reciente se dieron en Chile, Ecuador, Honduras, Haití o Colombia, donde existe un descontento generalizado hacia los modelos que, si bien generan crecimientos macroeconómicos hacen muy poco para erradicar la desigualdad.

“Es muy importante entender la oportunidad del descontento social para resolverlo de manera estructural, con medidas de mediano plazo, como las que menciono: cambio en la estructura productiva y el cambio constitucional, pero también abordarlo con un paquete de medidas a corto plazo”, señaló Bárcena durante la presentación del informe.

La Cepal explica que el desencato de los latinoamericanos no reponde a un solo factor, pues hay un punto de quiebre en la continuidad de una manera de gobernar que se asocia con décadas de concentración del ingreso, de la riqueza y de la tecnología.

La desigualdad de ingresos desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego, no obstante a su desaceleración, dio señales de estancamiento en este progreso, pues entre 2002 y 2014 disminuyó de manera significativa, pero a partir de 2015 esa tendencia se ralentizó.

Entre 2002 y 2014 se redujo en 1 por ciento anual, mientras que la registrada entre 2014 y 2018 correspondió a 0.6 por ciento anual, de ahí que la Cepal apueste por la necesidad de un “itinerario claro” en los países más convulsionados socialmente. “Es de pronto una gran frustración de este estrato medio, medio-bajo, que se da cuenta de que no le alcanza”, afirmó la presidenta de la Comisión Económica.

La diplomática mexicana también señaló que existe una “cultura del privilegio” en todo el continente detrás de la desigualdad y la discriminación que vicia el modelo en su favor.

“Se traspasa a instituciones que reproducen el comportamiento de los agentes con mayor poder político y económico. La cultura del privilegio naturaliza las desigualdades. Nos hace creer que es normal que haya esta tremenda desigualdad y discriminación”, indicó.

EXPULSA A CIUDADANOS. La Cepal también apuntó al fenómeno de desplazados y su aumento desde 2010, cuando se contabilizaron 30 millones de emigrantes en América Latina y el Caribe, hasta los 40.5 millones de 2019.

Esas cifras equivalen a 15 por ciento de la migración total a nivel mundial, por lo que las remesas se convierten en un pilar fundamental con el paso de los años para los países de origen.

De no ser por estos aportes económicos de los migrantes, en El Salvador, Guatemala, Honduras y República Dominicana la incidencia de la pobreza sobre el total de la población sería entre 1.5 y 2.4 puntos porcentuales más elevada.

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