De acuerdo con lo expuesto en el Cuarto Seminario Internacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales organizado por la Fonoteca Nacional, nuestro país está aún “en pañales” en materia de preservación de su riqueza sonora y audiovisual, como lo que es, un patrimonio cultural universal. Así, mientras la riqueza de recursos más tangibles como son el petróleo, los bosques o el agua se regulan y se procuran para que no se nos gasten, todo el bagaje cultural que resulta de la creación de películas, videos, audios, programas de radio o testimonios televisivos queda fuera de nuestra condición diaria de preocupaciones.
La riqueza de la creación intelectual no sólo está devaluada en el caso de los respaldos de programas de radio, televisión o audios del cine nacional, está desregulada en su manejo diario, y quizá para quienes son creativos no es tarea primordial el cobrar regalías, sino que al menos se respeten créditos originales, el que se difunda su obra y, consecuentemente, que se generen las remuneraciones justas para quienes realizamos radio, televisión o cine.
¿Qué obra creativa debe ser considerada para trascender en los archivos de instituciones como la Filmoteca Nacional, las videotecas o la Fonoteca Nacional? Ésta es quizá, la más interesante reflexión que nació de este Cuarto Seminario Internacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales, realizado del 9 al 13 de noviembre pasado; pues, mientras las voces de los pueblos indígenas parecen ser tesoros auditivos de por sí, los respaldos de la programación cotidiana de la radio se pierden sin que se valore la verdadera trascendencia de lo que la radio crea a diario. Un ejemplo de esto fue el aniversario número 25 de la extinta emisora Rock 101, que requirió de la compilación de audios originales de parte de los radioescuchas, pues al cambiar de concesionario Núcleo Radio Mil, la emisora juvenil de los años 80, quedó sin respaldo para la posteridad.
Pero esta incapacidad para valorar qué obras sonoras debemos preservar en la radio es tan engañosa como la lucha que llevan a cabo los miembros de la Asociación La Perinola, AC, que han sido poco valorados en un trayecto de reivindicación para los individuos creativos de radio y diferentes medios de comunicación y expresión artística, que enfrentan alguna discapacidad física e intelectual. Digo que es engañosa no por la tarea de La Perinola, sino por el poco impulso institucional que reciben estos comunicadores que han realizado en esta misma semana, el Encuentro Medios y Discapacidad, que resultó una revisión de la forma en la que creativos, público y sociedad interactuamos ante la discapacidad. Será mucho el mensaje de donativos ante el Teletón, pero muy poco el valor que se da a los comunicadores que laboran en radio, televisión y prensa pese a sus diferencias físicas. Esto se puede leer como capacidad, discapacidad o incapacidad, es cuestión de actitud en cada uno de nosotros.
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fdm
