La muerte de Arturo Beltrán Leyva reconfigurará el panorama del narcotráfico en nuestro país. Beltrán Leyva comandaba a uno de los grupos con más capacidad de daño y violencia.
La caída de este capo es una de las más importantes en los últimos años. Podemos equipararla con las de Joaquín El Chapo Guzmán, Benjamín Arellano y Osiel Cárdenas Guillén.
Beltrán Leyva tenía un gran poder corruptor y de infiltración. La Operación Limpieza en la PGR fue uno de los primeros golpes que recibió, ya que las autoridades lograron desmontar toda una red de protección a su servicio, en la que inclusive participó presuntamente un subprocurador, Noé Ramírez Mandujano.
Las autoridades estuvieron cerca de detener a Beltrán en varias ocasiones. Por ello, desde hace algún tiempo, tenía poco margen de acción pero un poder inmenso.
Es probable que la muerte de Beltrán Leyva y la caída de algunos de sus sicarios propicien más indagatorias sobre la infiltración de este grupo criminal en las policías de todos los niveles.
Podemos darnos una idea del tamaño del poder de Beltrán tan sólo al recordar que mandó matar al comisionado de la Policía Federal Preventiva, Édgar Millán.
El asesinato del testigo colaborador Édgar Bayardo tampoco puede sacarse de este contexto de guerra y ajuste de cuentas.
También veremos, es casi irremediable, una ola de violencia con la que los jefes del cártel, y en particular Héctor Beltrán Leyva y Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, tratarán de ocupar su espacio.
Siempre la muerte o la detención de un gran capo propicia un reacomodo de fuerzas y una redistribución de rutas de trasiego de drogas.
Hace unas semanas la DEA difundió información en la que señalaban el alto nivel de peligrosidad de tres narcotraficantes: Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael el Mayo Zambada y Arturo Beltrán Leyva.
En Estados Unidos los acusan de traficar y vender cocaína y heroína desde 1990 en Chicago y Nueva York. Los tres, a fin de cuentas, fueron miembros destacados del cártel de Sinaloa.
Beltrán Leyva fue un operador eficiente de El Chapo hasta que se pelearon, en 2008, luego de la detención de Alfredo Bertrán El Mochomo.
Alguna vez un amigo colombiano, conocedor del tema, me dijo que una de las suertes de México era que no tuviéramos un Pablo Escobar. Matizaba, sin embargo, al recordar que por ahí andaba suelto Arturo Beltrán Leyva, el “Jefe de jefes”.
Por todo esto, entre otras cosas, es que no hay que regatearle mérito alguno al exitoso operativo realizado por la Armada de México en Cuernavaca la noche del miércoles.
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agp
