Lo que ocurre en Monterrey es un anuncio macabro de lo que nos puede deparar el futuro si no se toman las providencias necesarias.
En el primer plano hay una guerra desatada entre narcotraficantes. Las trifulcas diarias, los bloqueos de calles y los homicidios se explican por una reconfiguración de los propios grupos criminales, luego de años de lucha, entre ellos y con las fuerzas policiales y el ejército.
Los cárteles se están transformando y quienes eran enemigos ahora son aliados. Parte de la confusión tiene que ver también con esto y con la ausencia de mandos claros en esas mismas organizaciones, lo que es un elemento más para el caos y los enfrentamientos.
Esto ha generado que la autoridad esté sujeta a presiones inmensas, donde el margen de error aumenta de manera exponencial.
Mientras más duros sean los combates en zonas urbanas, hay mayor riesgo de que existan víctimas civiles, como los dos alumnos del Tecnológico de Monterrey que murieron, en circunstancias no esclarecidas, el viernes en la madrugada.
Esto es muy delicado, porque los grupos criminales aprovechan los momentos de crisis para tratar de acorralar a las autoridades, intentando que se replieguen.
Por momentos se pone en riesgo la estructura misma de la legalidad y se advierten algunos retrocesos en el tema de los derechos humanos.
Uno de los retos más grandes, después de todo, es el de mantener el estado de derecho y las garantías individuales a salvo en circunstancias bastante críticas, pero no hay de otra, ésa es la razón de ser de los Estados democráticos.
Hay que dejar claro que el respeto a las leyes es la única respuesta válida ante los embates del crimen organizado.
Lo otro es resignarse a vivir en una especie de Ciudad Gótica, con la particularidad de que no habrá un Batman que pueda salvarnos.
Es difícil aventurarse sobre lo que tendremos que ver en los próximos meses, pero al menos debemos contar con la certeza que otorga la ley, la que si no garantiza la pronta vuelta a la tranquilidad al menos promete que no perderemos nuestra alma en esta ya larga guerra contra el narcotráfico.
Hidalgo: la disyuntiva del PRI. En Hidalgo quedan dos finalistas en la carrera para definir al candidato del PRI a la gubernatura, el presidente municipal de Pachuca, Francisco Olvera, y el diputado federal Omar Fayad.
Al final el PRI se decidirá por el que esté mejor posicionado para enfrentar a la candidata del PAN, Xóchil Gálvez. La idea es mantener el procedimiento sin sobresaltos mayores, para llegar a la contienda con un abanderado fuerte y con respaldo.
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