La receta policial de Mauricio Fernández

La instrumentación del mando único policial no va a resultar sencilla. Hay resistencias de algunos alcaldes que no ven con muy buenos ojos la idea y no lo hacen porque tienen argumentos que deben ser escuchados.

Es el caso de Mauricio Fernández, el alcalde de San Pedro Garza García en Nuevo León.

Fernández es uno de los presidentes municipales más controvertidos y suele utilizar instrumentos en el filo de la legalidad para garantizar la seguridad de su terruño.

Contrató a un grupo de viejos policías a los que bautizó como “rudos” y se metió en un lío bastante grande cuando anunció la muerte de un narcotraficante, en la ciudad de México, antes de que lo supieran las autoridades encargadas de procurar justicia.

Pero lo que también ha hecho, y eso bien, es establecer un estricto control de confianza de los policías locales, dotándolos de salarios adecuados y equipándolos con buen armamento y todo ello con un eficiente esquema de certificación.

Dentro del sombrío panorama de la región, San Pedro ha logrado resultados nada despreciables. Un dato. En Nuevo León se robaron unos 14 mil autos, mientras en San Pedro sólo 100 y muchos fueron recuperados. Es apenas una pista del mapa criminal, pero da una idea de por dónde pueden caminar los asuntos.

La proporción policial por habitante en San Pedro, es la adecuada bajo los estándares internacionales, ya que se cuenta con cinco policías por cada mil habitantes.

El mando único, de instrumentarse, lo primero que generaría es un alto déficit policial. ¿Por qué? En primer lugar porque no hay oficiales suficientes policías en el estado, y la depuración, que se tiene que realizar, reduciría la fuerza todavía más.

Para Fernández lo avanzado en su municipio se puede ir al traste, si sus oficiales son contaminados por fuerzas estatales que están rebasadas por una explosión de la violencia de proporciones mayores.

Otro asunto no resuelto en el modelo de mando único, es la labor que realizan los policías municipales y que en no pocas ocasiones tiene que ver con el control de los conflictos y de la tranquilidad en las calles. Esto se logra, no sobra decirlo, con la policía de proximidad, la que conoce a la gente y genera algún grado de respeto.

Quizá lo adecuado sería esperar a contar con fuerzas estatales confiables y además entendiendo que en Nuevo León se están haciendo cosas interesantes, entre ellas la universidad para formar agentes del orden y la construcción de cinco ciudades policiales, en la que los uniformados podrán vivir con sus familias en un esquema de seguridad adecuado para los riesgos que ahora enfrentan.

Es cuestión de tiempo, sin duda, y así deberían verlo todos los interesados.

julian.andrade@3.80.3.65

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