Ya que se acabe, ya que se acabe, farfullaba Gamés. No se refería al seísmo, al final
inofensivo, sino a estos días que le han pesado como una catedral sobre la espalda, pero la semana avanzaba como si fuera joven y no madura.
Por fortuna, Gil encontró las declaraciones de la maestra Elba Esther Gordillo con las cuales llegó a la otra orilla. Gilga lo leyó en su pantalla de El Universal on line. La dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación aseguró que su instituto es patrimonio de la nación, por lo que no pertenece a ningún partido político. A dió, maestra, un sindicato, ¿patrimonio de la nación? Pues ni que fuera el petróleo, y ni siquiera. Aquí entre nous, maestra, ¿no ha ofrecido usted el sindicato como botín político?
Ya nadie sabe nada, nadie supo. Jamás, antes muerta que poner los intereses del sindicato al servicio de un partido. Mju. La maestra milagrosa llegó a Puebla a firmar un convenio para la calidad educativa. A las primeras de cambio dijo: “al magisterio se le respeta”. ¿Entendieron?, ¿o se los repito?
En la mesa de la firma, Gordillo refrendó su apoyo al mandatario Rafael Moreno Valle con quien, aseguró, “los docentes se la seguirán jugando con usted”. Caray, para ser un patrimonio nacional, la maestra habla del sindicato como si fuera suyo, de su propiedad. Si al magisterio se le respeta, a la maestra se le venera; y si no, lo mandamos de comisión con unos maestros muy escogiditos de allá por el rumbo de Oaxaca. Ya en serio: ¿no es la hora del retiro, maestra? Quedan muy pocos inmortales del ancien régime: Chabelo, Don Gato y su pandilla reloaded, Chespirito y la Maestra. Se fueron los grandes de aquel México irrepetible: Fidel Velázquez, Azcárraga padre, Jongitud Barrios, la Güera Rodríguez Alcaine, en fin. ¿Nadie toca a retirada?
En el momento más álgido de su alocución, Elba Esther Gordillo dijo con todas sus letras: “Bien lo dice el Quijote, habrá muchos que, no me atrevería a decir la palabra, pero habrá muchos que nos cuestionen, compañeras y compañeros […] que quede claro que el SNTE no es patrimonio de ningún partido, somos patrimonio de la nación”. Como se decía antes, Gilga se quedó de a seis y se devanó los sesos (en lugar de sesos, Gil escribió: “se devanó los esos”, la fatiga es una enemiga terrible). ¿Qué decía el Quijote, maestra? Sabe Dios, pero es un hecho histórico y demostrable que el Quijote era un defensor del SNTE y de su líder mural y moral. Si no fuera así la cosa, le quitan a Alonso Lujambio, perdón Quijano, (qué confusión imperdonable) sus comisiones y hasta Rocinante sale bailando, para no hablar de Sancho. Pero no nos desviemos: ¿qué dijo el Quijote, maestra?
A Elba Esther Gordillo le pasa lo mismo que a Gamés, se le olvidan las cosas, algo muy comprensible, con tanto estrés que se acumula en las alforjas (oh, sí). Gil recuerda estas líneas de la obra del inmortal Manco de Lepanto (oh, sí) que dice así: “Pues aunque mováis más brazos que el gigante Briareos os haré callar con una manifestación de maestros”. O bien esto otro: “Ladran, maestro Rafa Ochoa, señal de que timbró la caja”.
Todos a sus pupitres, caramba, no se puede uno equivocar porque luego luego al libertinaje. De castigo van a escribir cien veces estas frases en un cuaderno de doble raya pues Gilga sabe que se van chueco: Todo toca a su fin, nadie es eterno. Otra vez: todo toca a su fin, nadie es eterno.
Cuando terminen, de inmediato le llaman a Gamés a su iPhone.
Los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Antes de ordenar el primer trago pondrá su frase de Savater en la mesa: “No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad”.
Gil s’en va
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