Una parte de la izquierda mexicana está peleada con la academia. Creen, de modo erróneo, que las exigencias en las aulas propician desigualdades y generan esquemas de competencia que no deberían existir en lugares donde se enseña.
Son los que piensan que los gobiernos de las universidades deben responder a mayorías políticas, las que casi nunca reflejan, por cierto, la verdadera composición de las comunidades universitarias.
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México surgió para atender a jóvenes, y no tan jóvenes, que no tenían una oportunidad clara en el sistema de educación superior.
Llevar la universidad a zonas marginadas parecía una buena idea, pero el proyecto más bien caminó por otros lados.
La UACM no está respondiendo a los retos que genera un mundo cambiante y mucho menos a los criterios educativos inclusive más benévolos.
Esther Orozco, la rectora, realizó un análisis bastante sombrío sobre lo que ocurre en esa institución.
Acusó a los grillos de siempre, de no querer sujetarse a evaluación alguna y de estarle mintiendo a los jóvenes que cursan alguna carrera y que no están recibiendo la educación adecuada.
La respuesta fue contundente y la permanencia de la rectora está en riesgo, porque se atrevió a dudar de las bondades de un esquema educativo que sólo ha generado 47 graduados en 10 años. Todo un récord en un país donde el desastre educativo es más que evidente.
El diagnóstico de la doctora Orozco debió ser un acicate para ponerse las pilas y trabajar por elevar el nivel académico y la eficacia terminal en los estudios, pero no, ocurrió todo lo contrario y un grupo de consejeros recaba firmas para tratar de obtener la remoción de la funcionaria.
El jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, salió en defensa de Orozco al señalar que se debería analizar lo que la rectora dijo. Del otro lado del espectro, en los grupos cercanos a Andrés Manuel López Obrador ven como una afrenta cualquier tipo de crítica a la institución que fundó el tabasqueño.
No sería la primera vez que grupos radicales de izquierda terminan con un proyecto educativo al negarse a aceptar que la academia se rige con procedimientos estrictos, que son los que permiten una preparación adecuada para el futuro.
En el pasado lograron una degradación increíble en la Universidad Autónoma de Guerrero, por dar uno de los ejemplos más claros.
Lo contrario, la permisividad y las componendas al margen del estudio, son componentes de uno de los fraudes más tristes: el educativo.
Porque más allá de los discursos y la propaganda, la verdad es que los egresados de la UACM, cuando existan, la tendrán más que difícil en un mundo muy complicado.
En las calles, a la hora de buscar empleo, de poco sirven los discursos anticuados y sumidos en los más graves prejuicios ideológicos.
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