Por años hemos visto en el país el auge y la caída de negocios que proliferan hasta el exceso, luego decaen y sobreviven, queremos creer, los mejores y más resistentes. Esquemáticamente diríamos que primero fueron los restaurantes de carnes asadas, las pastelerías después, los negocios de comida rápida más tarde y ahora vemos el florecimiento de las cafeterías.
Hay zonas de la ciudad de México como la colonia Condesa que tienen una cafetería casi en cada manzana, ni hablar de Xalapa y la Plaza de las Américas en Veracruz tiene dos Italian Coffee, un Sorbetto, un Punta del Cielo, un Moretto y un Don Justo, sin contar con que se venda café en Sanborns, Vips y otros restaurantes. La cuestión es nacional, si usted está leyendo este artículo fuera de su casa está en una cafetería o levantando la vista alcanza a ver una.
Lo extraño es que quien más tazas de café venda en el país sea Oxxo, eso nos dice que el consumo se va por lo práctico y rápido y no por la calidad o por el concepto. Lo anterior hace difícil que cafeterías como Café Moderno, ubicada en Insurgentes y González Ortega en Xalapa, proliferen porque pretenden darnos calidad en el café y en los bocadillos que ofrecen y un concepto diferente, lo cual actualmente no interesa a los consumidores.
Lo cito como un caso de estudio porque sus dueños, al igual que muchos jóvenes emprendedores en el país, han tomado la calidad como una divisa de trabajo y el concepto como una premisa, para encontrarse con que al mundo real eso parece no importarle.
Las estadísticas dicen que el mexicano ha elevado su consumo de café notablemente en los últimos años, estimulado por esa proliferación de lugares donde se vende café y dónde se ofrece un espacio a la tranquilidad, a la conversación y deberíamos suponer que a la apreciación de la calidad.
No olvidemos la visión financiera, los dueños exitosos de cafeterías hablan de que el punto de equilibrio debe alcanzarse al vender cincuenta tazas diarias en un local mínimo como es Café Moderno pero, también, que se preocupan sólo por la ubicación y las cadenas de cafeterías han buscado los lugares donde pasa mucho público, sabiendo que las personas tomarán cualquier café sin mucha fidelidad a la marca o al concepto.
Puede, por ejemplo, conocerse cuando uno ha entrado al estado de Puebla porque junto a cada gasolinera hay un Italian Coffee. Me parece muy bien por esta cadena, pero en realidad al consumidor de café le daría igual que fuera cualquiera otra de las que menciono antes o que fuera una tienda de conveniencia con una jarra de líquido negro.
¿No podemos mejorar el gusto popular y atraer a nuestro local a los conocedores? La respuesta debe ser sí, el consumidor mexicano está a un paso, grande tal vez pero sólo uno, de empezar a elegir los productos porque le gusten, porque sean de calidad, porque le ofrezcan algo diferente, porque estén bien atendidos y dejen de conformarse con recibir cualquier cosa a cambio de su dinero.
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