Muchas compras que requieres las haces con recursos del día a día, otras de mayor valor son difíciles de cubrir en determinado momento, para eso existe el crédito, es decir, obtener y utilizar un dinero que no tienes.
La palabra crédito viene del latín creditum, un sustantivo del verbo credere, que significa “creer” en español, y eso hacen instituciones financieras como bancos, cooperativas de crédito y compañías que emiten tarjetas, las que te proporcionan un préstamo de acuerdo con tu capacidad para pagar.
A cambio, tú prometes devolver el dinero del financiamiento más un cargo adicional llamado interés. Recuerda que al usar un crédito puedes obtener un bien o servicio hoy y pagarlo después.
Hay diferentes tipos de crédito, según las necesidades que tenemos; ya sea para inversiones en el corto plazo –imprevistos-, o en un lapso mayor, para adquirir bienes y servicios.
Por ejemplo, están los préstamos personales, que son otorgados por un banco comercial, establecimientos, cooperativas de crédito, y tiendas departamentales. Su trámite es rápido y sencillo, amén de que pueden servir para iniciar o acrecentar tu historial crediticio.
Los préstamos vía nómina los realizas vía una institución bancaria en la cual recibes el pago de tu salario. La mayoría otorga el préstamo de manera inmediata, sin necesidad de garantía o aval, ya que te respalda la estabilidad del depósito de tu nómina.
Un punto sobresaliente es que las tasas de interés son más atractivas y para determinar la cantidad que te financiarán se utiliza como referencia lo que ganas al mes.
Quizá uno de los más populares en uso es el de la tarjeta de crédito, que también puede otorgarla un banco, tienda departamental, establecimientos comerciales o hasta diversas instituciones financieras.
Con tu plástico accedes a tu línea de crédito en muchos establecimientos y dispones de efectivo a través de cajeros automáticos, incluso sirve como aval para comprar boletos de avión, rentar un auto o reservar la habitación de un hotel en el país y el extranjero.
Si estás bien organizado puedes tener periodos de financiamiento sin pagar intereses, además de disponer del dinero para enfrentar una emergencia.
Otro caso es el del crédito automotriz, el cual se ha ampliado, pues ya no tan sólo lo ofrece un banco comercial, ahora también lo otorgan las Sociedades Financieras de Objeto Limitado (Sofoles), agencias automotrices y de autofinanciamiento.
En este, adquieres un automóvil sin tener que pagar el costo total al recibirlo. El desembolso inicial es pequeño, generalmente de 20 por ciento, dependiendo de tu nivel de ingresos o del costo del vehículo, que vas pagando poco a poco, ya que puedes elegir entre distintos plazos, y la mensualidad generalmente incluye el seguro.
El crédito hipotecario, dado por un banco o las Sofoles, te permite adquirir una casa, terreno o departamento, mismo que representa desde el momento del enganche un sólido patrimonio.
El inmueble actúa como garantía del crédito. Las tasas de interés hipotecarias son relativamente bajas y tienen varios esquemas: fija, variable o máxima. Incluso, una parte de los intereses pagados es deducible de impuestos.
Evalúa las diferentes situaciones en las que puedes utilizar un crédito, pues es un gran respaldo, siempre y cuando conozcamos sobre ellos y aprendamos a manejarlos de manera responsable.
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