Acentos perdidos

Julio Trujillo

Quería escribir sobre las faltas de ortografía en la ciudad, así, ñoñamente, señalando con el dedo a nadie, pues nadie es el autor ni de los aciertos ni de las fallas. El tema es vasto como la ignorancia, como la misma ciudad que entre todos deletreamos mal.

Quería escribir sobre la falsa seguridad de las mayúsculas, esa práctica horrenda detrás de la cual tiembla quedito nuestra pésima educación. Pues no es lo mismo, como bien sabemos, la pérdida de tu madre que la perdida de tu madre. En mayúsculas: ese triste parapeto.

Quería escribir sobre una festejable campaña llamada Acentos perdidos dedicada precisamente a poner acentos postizos, pero certeros, en los letreros de las ciudades, que como van en mayúsculas generalmente, se ahorran la tilde. Qué divertido es leer “Transito pesado a Zacatecas” e imaginar a la persona que así se confiesa: yo también he transitado pesadamente a Zacatecas. Pero como se lee así: TRANSITO PESADO, la frase parece no tener problemas de lectura.

Las mayúsculas se acentúan, señores y señoras: no hay dónde esconderse, su madre es una pérdida o una perdida, punto y perdón. Sobre eso quería escribir, mientras transitaba pesado. Hacia donde uno voltee aparece la evidencia de nuestra pereza (en el mejor de los casos) o ignorancia ortográfica. ¿Máquinas o maquinas, doctor? La esdrújula es un orbe del que yo, yo, no quisiera salir jamás. Sobre eso quería escribir, dejándome ir, siempre atrás del ritmo del pensamiento, tecleando como un esclavo, siervo de mí.

Quería escribir sobre ese grupo admirable de personas que va poniendo acentos postizos en los letreros de la ciudad y fotografiando sus correcciones para después subirlas a la red y llamar a más y más gente a hacer lo mismo. ¡Una campaña ortográfica que hubiera hecho las delicias de Vasconcelos! La mayoría, séntida como es, no se va a poner el saco, mucho menos las autoridades encargadas de redactar esos letreros en mayúsculas. Pero “la mayoría” es una entelequia que no se puede sentar en una sola silla.

Quería pensar que, si viviéramos en el supuesto oasis libérrimo de las mayúsculas sin acentuar, deberíamos hacer el ejercicio de hablar así para comprobar la imbecilidad de la propuesta: todo suena ridiculo, todo es grave. Nuestra vida encapsulada en un caps lock. Decir “yo como como como” sería la respuesta a una imposible interrogante: ¿cómo comes? Sobre eso quería escribir, rodeado como estoy de señales en mayúsculas, perezosas en el mejor de los casos. Quería escribir esta columna en puras graves, como desplazarse sobre un terreno sin baches, tan plano y llano que ya no requiera de vigilancia alguna, y eso no puedo hacerlo porque los monosílabos son tan agudos como un punzón: tan tan, ¿quién es?: Ho Chi Min, el dictador de los acentos agudos.

Pablo Zulaica, el promotor de Acentos perdidos, dijo que la ortografía es la cortesía del lenguaje y tiene razón, pero yo diría más: es nuestra cruda biografía al desnudo, la expresión que demuestra si nuestra madre es, o no, una perdida. Y no tengo nada contra ser un perdido, yo lo he sido muchas veces, pero creo que nunca he sido un pérdido. Falso: también lo he sido, pero esa es otra historia, con acentos bien puestos.

Fíjese usted un poco y descubrirá esa dejadez acentual (en el mejor de los casos) por todos lados de la ciudad. Lea las redes sociales: ese organismo virtual que es también una ciudad. ¡Cuántas mayúsculas sin picos ni hondonadas! Me parece que una planicie es bella porque es finita: está enmarcada, pero en el imperio de las mayúsculas no hay contrastes, puntos de vista, divergencias, sólo un horizonte tan largo como fatal: flatline de un corazón que ya no pulsa. Así emasculan las puras mayúsculas, o mejor: así emásculan las puras mayusculas.

Quería invitarlos a ponerle acento a cualquier letrero emasculado con el que se topen. Intervenir, manifestarse. Así nos invita el blog Acentos perdidos: “Si no puedes imprimir, recorta y da forma a un pedazo de papel y pégalo donde creas que falte un acento o haya que reemplazar una letra. Pide permiso siempre que puedas, sobre todo si es un particular. Después, sácale una foto y envía un jpg de entre 500kb y 1mb a frescopy@gmail.com. Si el acento es correcto y es el mejor del día, aparecerá aquí”.

Sobre eso quería escribir pero cayó un aguacero tan tupido sobre mi cabeza que barrió con todo, incluidos los acentos. ¿O acaso la lluvia es un desplome de tildes para nuestro uso?

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