Gil Gamés
A Gil le ha impresionado la represión ocurrida en las calles del centro de la Ciudad de México. No se veía nada igual desde hace muchos años, una repulsa de Padre y señor nuestro. Los grupos de choque integrados por jóvenes fascistas (así como lo oyen), le han dado a la policía una solfa histórica. Bombas caseras, rocas, petardos, tubazos. La fotografía de policías envueltos en llamas le pareció a Gamés un exceso. Terrible represión.
Una marcha pacífica de contingentes que recordaban a los muertos del 2 de octubre de 1968 rechazó la entrada en sus filas de los jóvenes pandilleros. La policía los retuvo y empezó la zacapela. Los pandilleros reprimieron sin piedad a las fuerzas del orden. En las redes sociales, la banda violenta difundió un manual para atacar policías, según informó su periódico La Razón. A un reportero del periódico Excélsior le arrancaron de las manos una cámara y se la robaron, así de fácil: adiós cámara. Al mismo tiempo, Gil vio aquí y allá imágenes en las cuales los policías desquitaban su coraje dándose gusto a cascazos (de casco) y escudazos contra todo lo que se moviera.
No parece haber un acuerdo unánime respecto a la banda de choque que desde el primero de diciembre del 2012 atacó el recinto legislativo durante la toma de posesión de Peña Nieto. Gamés sostiene que aún hay defensas de estos rufianes donde menos se les debería defender: en la izquierda y muy marcadamente en las huestes de Liópez.
Una declaración enérgica de Morena bastaría para aislar a este grupo (Gilga estuvo a punto de escribir facineroso) violento. En el fondo y en la superficie, aprecian y favorecen los actos de los violentos. Si no es así, entonces por qué rayos no se oponen con toda su fuerza, que no es poca, a los actos vandálicos.
La hipótesis de Gil es la siguiente: una declaración en contra de estos grupos incluiría necesariamente al SME, la CNTE, los Atencos y en fon. La última vez que Gamés vio marchar a la izquierda, entendiendo por izquierda un movimiento de reivindicaciones universales y no de búsqueda de privilegios de pequeños grupos, fue en el año de 1988 cuando Cárdenas entró al Zócalo de la Ciudad de México.
¿Puede la izquierda realmente existente desmarcarse de estos grupos violentos? Para qué más que la verdad: no. Así Las Casas (muletilla histórico-indigenista), sólo le queda a esta izquierda la defensa de estos grupos de la política lumpen. Si algunas de las voces inteligentes de la izquierda, Arnaldo Córdova o Rolando Cordera, por decir dos, fustigarán a esos grupos violentos, todos saldríamos ganando.
La verdad, qué pesado se pone Gamés cuando escribe estas gacetillas políticas, ni ganas le quedan de tomar la copa con los amigos verdaderos. Pero nada le hace, allá vamos: los viernes Gamés toma la copa con amigos verdaderos, contra viento, marea y lluvias bíblicas.
Mientras los meseros traen en las bandejas Glenfiddich 15 años, Gil pondrá a circular la frase tremenda de García Lorca: “Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo”.
Gil s’en va
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