Rubén Cortés
Tras la captura de El Chapo Guzmán, el narcotráfico continuará en menor o mayor medida. Pero su arresto por parte del gobierno de Enrique Peña tiene un significado concluyente:
— Es un golpe rotundo contra la impunidad. Alguien puede escapar a la justicia poco o mucho tiempo: siempre caerá.
Sin embargo, hay un pendiente mucho más sensible, aunque sin impacto mediático mundial: el secuestro, el delito más doloroso para los ciudadanos y que en el último año registró un boom.
Según la Asociación Civil Alto al Secuestro, que encabeza Isabel Miranda de Wallace, en el último año se registraron tres mil 257 plagios.
Y de enero a octubre de 2013, los estados reportaron mil 425 denuncias por secuestro, 347 más que en igual periodo de 2012.
Más allá de las cifras, el propio Presidente admitió en la 35 reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, que “hay temas sensibles que no podemos soslayar: el secuestro, que lamentablemente ha tenido tendencia al alza”.
El problema es mayor al conocer que:
—Los secuestradores ya no miden clases sociales, sino la vulnerabilidad del blanco.
—Diversificaron el perfil de las víctimas: además de empresarios o sus familiares, también plagian a asalariados, comerciantes, estudiantes y amas de casa.
—Son cada vez son más jóvenes, tienen de 16 a 25 años de edad y son mucho más sanguinarios: meten a sus víctimas durante meses en clósets y cajas, sin alimentarlas por días, y las mutilan por diversión.
La asociación de Wallace recibe solicitudes de apoyo de personas con familiares secuestrados que ni siquiera poseen propiedades o 20 mil pesos para el rescate. El plagio ya es una plaga que alcanza a cualquiera, sin importar su situación económica.
Sin embargo, el zar antisecuestros designado por el Presidente hace un mes, Renato Sales, encontró al asumir el puesto que algunas de las Unidades Estatales contra el Secuestro son casuchas con techos de lamina, sin computadoras, ministerios públicos, peritos ni agentes.
En el sexenio pasado, el entonces presidente Felipe Calderón libró una intensa guerra contra el narcotráfico (70 mil muertos), pero abandonó áreas de la seguridad pública, como el secuestro, cuyas unidades estatales quedaron en casuchas, sin computadoras, MP, peritos ni agentes.
Fue un daño colateral, a juzgar por un tuit de Calderón a propósito de la captura de El Chapo:
“El equipo creado especialmente en la @SEMAR_mx ha sido muy perseverante. Localizó a Lazcano, a Treviño y ahora a Guzmán Loera. Felicidades”.
O sea: se incubó el actual boom del secuestro a asalariados, comerciantes, estudiantes, amas de casa, pero se “localizó a Lazcano, a Treviño…”.
Está bien. Pero la seguridad del mexicano más sencillo vale más.
Ése es el pendiente.
ruben.cortes@3.80.3.65
Twitter: @ruben_cortes
