Si no es mucha molestia, Marcelo

Manuel López San Martín

Ah, las prisas. A veces algunos no logran controlarlas. Es lo malo de gobernar con el reloj político y no con el de la responsabilidad que implica ser autoridad. Marcelo Ebrard se apresuró a inaugurar la Línea 12, aun cuando especialistas, organizaciones y hasta vecinos de la obra, advirtieron riesgos. Ninguna voz importó.

Marcelo tenía prisa. Quería inaugurar la obra antes de que terminara su gobierno. Necesitaba seguir vendiendo su “Ciudad de vanguardia”, antes de dejar el cargo. Eran tiempos de fin de sexenio.

“Estoy tranquilo y orgulloso de la Línea 12”, dijo Ebrard, convirtiendo el cinismo en declaración. Cinismo, porque la Línea 12, que costó más de 24 mil millones de pesos, presentó fallas desde el primer día de funcionamiento. Fallas que con el desgaste del día a día se volvieron insostenibles, pues ponían en riesgo la vida de los más de 435 mil usuarios que a diario la utilizaban.

La “Línea Dorada” brilla, sí, pero por la corrupción que la envuelve. No sólo se pagó a sobreprecio la obra (el costo estaba previsto en 17 mil millones), se incumplieron los tiempos de entrega (se “terminó” con seis meses de retraso) y se quebraron cientos de negocios aledaños durante su construcción (más de 400, de acuerdo a la Cámara Nacional de Comercio, Servicio y Turismo), sino que se convirtió en un riesgo que corría al borde del descarrilamiento, de acuerdo al más reciente estudio técnico realizado por la firma alemana ILF Consulting Engineer y encargado por el STC Metro y el Proyecto Metro (4 de marzo).

“Nunca tuve información de que trenes no hayan sido compatibles con las vías”, dijo ayer Ebrard. ¿Tan fácil piensa lavarse las manos el ex jefe de gobierno?

Las fallas se cuentan por decenas y van del desgaste ondulatorio de rieles, desniveles en las vías y alineaciones fuera de los parámetros normales, a las fracturas y aflojamiento de los dispositivos que fijan las vías, pasando por los daños en las ruedas de los trenes, lo que ha derivado en que seis de 30 convoyes ya estén fuera de servicio.

Qué bueno que desde el gobierno de la Ciudad, Miguel Ángel Mancera anteponga la seguridad de los usuarios a la nada popular decisión de cerrar temporalmente la Línea y afectar a miles. No se gobierna para las encuestas y eso se aplaude. Qué mal que, como apagafuegos, tenga que llegar a corregir un gravísimo y costosísimo error que heredó y que pagaremos todos los capitalinos.

Ahora, además de la suspensión del sistema, deberá venir la investigación, porque detrás del cúmulo de irregularidades, hay responsables.

Lo mínimo que merece la ciudadanía son respuestas y no la soberbia de autofelicitarse y enorgullecerse por un trabajo que, ya quedó demostrado, es todo menos presumible.

Antes de andar distraído en aventuras políticas, deshojando la margarita de si buscará o no la dirigencia del PRD, amagando con irse o quedarse en el sol azteca, o coqueteando con la idea de llegar al Congreso en 2015 para construir su candidatura presidencial, Marcelo Ebrard tendría que ocuparse de asuntos más urgentes. Digo, si no es mucha molestia.

m.lopez.sanmartin@gmail.com

Twitter: @MLopezSanMartin

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