Juan A. Cruz Parcero
Después de Tlatlaya y Ayotzinapa ya nadie puede negar la crisis que vive el país en materia de derechos humanos. Cada vez que se comienza a investigar casos graves como estos, salen a relucir nuevos casos horrendos. En el caso de Iguala las fosas con 28 cadáveres resultaron no ser de los estudiantes normalistas desaparecidos, sino de otras víctimas hasta ahora desconocidas. Y hay más fosas, más muertos, que se están encontrando en la búsqueda de los estudiantes.
Pero muchos de nuestros políticos parecen vivir en otro mundo. En estos días se tiene que decidir sobre la convocatoria a la elección del nuevo presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), pero lo que ocurre en el Senado es grotesco. El PAN intenta proteger a Raúl Plascencia quien ha tenido un desempeño lamentable y cómplice de la situación por la que atravesamos en esta crisis de violación a los derechos humanos. Parece que los puestos y cargos son a fin de cuentas el botín de los grupos políticos y que por nada se renuncia a ellos. La posición misma de Raúl Plascencia es vergonzosa, se aferra a un cargo cuando debería hacerse a un lado para coadyuvar a que la institución recupere las funciones urgentes que la sociedad exige lleve a cabo con independencia e integridad, que logre recuperar la confianza de la ciudadanía y de las organizaciones que están luchando por los derechos humanos.
El rol que la CNDH debería estar realizando hoy frente a esta crisis es el de encabezar los esfuerzos por develar la verdad, luchar por la aparición de los estudiantes, exigir responsabilidades, denunciar las omisiones y atropellos, encauzar los esfuerzos de organizaciones defensoras de derechos tanto nacionales como extranjeras; pero no, lo que hace es algo muy distinto, se esconde, no da la cara, se cuida y cabildea para lograr mantenerse en el cargo. Primero es lo primero, el hueso, y luego lo demás, al fin los problemas pueden esperar.
El Senado se entrampa en un pseudo-debate jurídico para cuidar la imagen de Raúl Plascencia, protegido del PAN. El supuesto problema jurídico parte del artículo 102-B de la Constitución que dice que el Presidente de la CNDH “podrá ser reelecto por una sola vez” y dice además que “La elección del titular de la presidencia…se ajustarán a un procedimiento de consulta pública, que deberá ser transparente, en los términos y condiciones que determine la Ley”. La Ley de la CNDH en su artículo 10 dice que el Presidente de la CNDH “será elegido por el voto de dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores…para tales efectos la comisión correspondiente de la Cámara de Senadores procederá a realizar una amplia auscultación entre las organizaciones sociales representativas de los distintos sectores de la sociedad, así como entre los organismos públicos y privados promotores o defensores de los derechos humanos”. La comisión luego propone una terna al pleno de la Cámara de la que se elige al titular “o, en su caso, la ratificación del titular”.
Lo que ahora se inventa en la Cámara de Senadores es que el proceso de “ratificación” debe ser distinto al de “elección” del presidente. Se argumenta que tratándose de ratificación el Pleno debe resolver sin consultar a las organizaciones de derechos humanos. Con ello se pretende brindarle protección al ya desprestigiado titular con un proceso ad hoc. Se teme abrirse a la consulta, pues de ello obviamente seguiría que deben escuchar a las organizaciones que han presentado quejas y denunciado la mala actuación de Plascencia.
Se pretende hacer pasar el caso como un problema jurídico-interpretativo cuando lo único que hay es la desfachatez de no querer transparentar el procedimiento tal y como lo ordena la Constitución y al Ley. ¡Ahora sí que nuestros políticos ven el temblor y no se hincan!
¿Cómo vamos a salir de la crisis si para los políticos lo que importa son las luchas por las cuotas de poder, el reparto de cargos? No importa que el país esté corroído por la corrupción y el crimen, les importa mantener espacios y cargos en instituciones que se nos derrumban, en buena medida por ese juego necio que ahora, en medio de la peor crisis de derechos humanos, siguen jugando.
juan.cruzparcero@razon.mx
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