Violencia, exclusión e intolerancia

Juan A. Cruz Parcero

México atraviesa por momentos inéditos, momentos oscuros de barbarie, una profunda crisis humanitaria, una crisis institucional y social. Leer una realidad tan compleja no es fácil, pero parece que ni el presidente ni sus asesores están entendiendo bien lo que sucede, no saben leer lo que está ocurriendo y si no entienden lo que ocurre cómo van a proponer algo que sirva para salir de esta situación.

El martes pasado Enrique Peña Nieto pronunció un discurso —en un tono envalentonado pocas veces visto— que sólo sirve para generar más tensión y polarizar. Habló de que hay intentos de desestabilizar al país y que el gobierno no permitirá la violencia. Sugirió incluso que el escándalo sobre corrupción y tráfico de influencia en torno a la llamada “casa blanca” de las Lomas es quizá parte de ese complot desestabilizador. Ese mismo día su esposa leyó un mensaje para aclarar cómo fue que adquirió la dichosa mansión, para salvar su honor y el de su familia y para anunciar que venderá los derechos de la misma. Como dijera Jesús Silva-Herzog en un breve twit: “Si la adquisición de la casa fue limpia, ¿por qué deshacerse de ella? Si la licitación fue legal, ¿por qué revocarla? Respuestas que acusan”.

Lo que me parece más preocupante del discurso del presidente es que nos trasmite un mensaje excluyente e intolerante. Parece que ante la grave situación, las movilizaciones masivas, los problemas institucionales, la corrupción, la impunidad, entre muchos de los ingredientes de este momento, a él sólo le preocupan los actos vandálicos que se han presentado y pareciera que todos los actores sociales son parte de un intento de desestabilizar su gobierno y de minar su imagen y su proyecto económico.

Es cierto que atravesamos por un momento de inestabilidad, pero que más bien es producto de lo que ha estado ocurriendo en el país en los últimos años, y de lo cual Ayotzinapa es sólo la punta del iceberg. En muchas regiones del país se viven desde hace años situaciones lacerantes donde la corrupción de autoridades y el crimen organizado forman un binomio inseparable; es esto lo que ha desestabilizado. La inestabilidad la han producido en buena medida los gobiernos anteriores y el propio gobierno de Peña Nieto que han ignorado las causas de los problemas. Pensar ahora que el problema consiste en los actos de vandalismo es una simplificación absurda y malintencionada, cuando además se ha mostrado que una parte de esos actos están solapados y quizá hasta propiciados por autoridades.

Reducir los problemas a los actos vandálicos es apostarle tempranamente al olvido de Ayotzinapa, es querer mirar en otra dirección, hacia otra violencia para no ver la violencia estructural que se ha apoderado del país. ¿Qué sigue ahora para el presidente? Convocar a una cruzada para defenderse de los vándalos que saquean, queman y que se oponen a sus reformas económicas. Quizá este es el mensaje y quizá es lo que viene. Pero si es así, parece que no está entendiendo nada de lo que ocurre, que lo de la lectura no se le da bien en absoluto.

Cuál va a ser la lectura de la jornada de protesta del pasado jueves, quizá la más grande que se haya realizado después de la matanza de Iguala. Nuevamente volvieron a producirse hechos vandálicos de una minoría, nuevamente se pudo constatar que al menos algunos de los vándalos operaban con el apoyo de autoridades. Muchos medios hablarán de esta violencia para que la otra violencia, la violencia estructural, la violencia del Estado coludido con el crimen, que fue la que generó el descontento social comience a invisibilizarse de nuevo.

Otra posibilidad es que sea uno el que no sabe leer. Que no se entiende que su proyecto económico necesita de la precaria situación en la que estamos. Que ceder ahora a los reclamos populares que piden un alto a la impunidad, la violencia y la corrupción, implicaría renunciar a los beneficios que traerán sus reformas, beneficios para unos pocos, como ha sido desde hace décadas, donde el resto de la población seguirá empobreciéndose, que eso sea justo lo que se necesita para hacer buenos negocios.

juan.cruzparcero@razon.mx

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