¡Eraclio, Presidente!

Julián Andrade

Hace 27 años Eraclio Zepeda buscó ser Presidente de la República. Se inscribió en la contienda interna del Partido Mexicano Socialista (PMS) y se enfrentó a Heberto Castillo, Antonio Becerra y Jesús Hernández Delgadillo.

Las elecciones preliminares se realizaron el 6 de septiembre de 1987; votaron 217 mil ciudadanos y Castillo obtuvo

55 por ciento de los sufragios, seguido por Eraclio con 21 por ciento y, detrás de ellos, Becerra alcanzando 14 por ciento y Hernández 10 por ciento.

Fue una experiencia interesante, que inclusive ayudó a conformar lo que sería, hasta ese momento, el mayor partido de la izquierda mexicana, ya que ahí convergían el PSUM, PMT, PST y diversos grupos sociales.

Eraclio hizo una campaña apelando a la tradición de la izquierda, pero entendiendo que el futuro sólo sería posible, para ser luminoso, en la pluralidad.

Participé en su comité de campaña. Lo coordinaba el hoy senador Alejando Encinas y uno de sus principales operadores era Uriel Jarquin.

Mi apoyo fue bastante modesto y sobre todo en el sector universitario. A Eraclio le importaban mucho los jóvenes y tenía bastante empatía con ellos.

Una tarde en el plantel sur del CCH, Eraclio hizo una puntual defensa de la democracia y de la única forma de acceder al poder: las elecciones.

Aquel año el PRI sufriría uno de sus desprendimientos más relevantes, lo que conduciría a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, quien fundó la Corriente Democrática.

Algo estaba cambiando, y la izquierda sería parte de esa narrativa, aunque con un costo cuando menos simbólico, ya que Castillo declinó a favor de Cárdenas, integrándose FDN a unas semanas de la jornada electoral de 1988.

Si bien Eraclio es ante todo un escritor, no hay que olvidar su larga trayectoria política, la que también lo hace merecedor a la medalla Belisario Domínguez, una de las distinciones más relevantes que otorga el Senado mexicano.

Como su paisano, ya que Domínguez nació en Comitán, es un comprometido con su tiempo y así lo demuestra su biografía.

Esta convicción y su compromiso con la política son las que hizo que aceptara fungir como secretario de Gobierno en Chiapas, en 1995, en una de las etapas más complejas, con el EZLN entre dialogante y acorralado, dentro de una lógica de intereses que podía conducir al acuerdo o a la violencia.

Eraclio hizo lo que pudo y no fue poco, porque las personas hacen la diferencia, inclusive en las peores coyunturas, lo que es una lección para este tiempo convulso.

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