Democracia precaria

Juan A. Cruz Parcero

En una democracia ganar las elecciones sirve para legitimar el poder. Al menos esa es la idea. Esta legitimidad consiste en una forma de acceso legal al ejercicio del poder, lo cual es importante, pero hasta ahí.

En ocasiones hablamos de otro tipo de legitimidad o si se quiere de credibilidad o confianza en ese poder. Una democracia no puede conformarse sólo con el primer tipo de legitimidad procedimental, tiene que buscar que se amplié la calidad de la democracia, lo que significa que existe una dimensión moral y una sustancial que tienen que cuidarse.

Por ello me sorprende mucho lo declarado el miércoles pasado por Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), un demócrata comprometido, quien al ser cuestionado por la posible suspensión de la jornada electoral en Guerrero descartó que ello vaya a ocurrir y afirmó: “Lo digo sin medias tintas: con el proceso electoral nos estamos jugando la viabilidad de la democracia, de la precaria democracia, si quieren, y del estado de derecho, precario estado de derecho, si quieren, que tenemos en nuestro país” (La Jornada).

Esta declaración es para analizarse con todo cuidado. Primero, el presidente del INE concede que quizá estemos ante una democracia y un estado de derecho precarios. Supongo que habla sólo de Guerrero (aunque somos muchos los que pensamos que la precariedad de nuestra democracia y de nuestro estado de derecho es generalizado). Segundo, Córdova sostiene que con las elecciones nos jugamos la viabilidad de la (precaria) democracia.

¿Pero qué tiene de importante realizar una elección en Guerrero en circunstancias como las actuales?, ¿qué beneficio acarrea votar por los partidos y los políticos que han generado el descontento social?, ¿qué sentido hay en ir a las urnas para votar por quienes no van a representar los intereses de todos los guerrerenses? Estas son preguntas que muchos se hacen no sólo en Guerrero, sino en el resto del país.

Córdova parece sostener que las elecciones tienen sentido y son importantes aunque fuera sólo para conservar la maltrecha democracia y el maltrecho estado de derecho que tenemos. Parece que en fin de cuentas esto que tenemos es algo, poco, pero es algo que vale la pena preservar.

La democracia ha sido una promesa que nunca se ha realizado del todo. Las democracias reales han cumplido siempre a parcialmente los ideales de igualdad, libertad y fraternidad. Pero una cosa es que el ideal se nos presente como algo inalcanzable y otra es que se pervierta y se traicione del todo tal ideal. Muchas democracias actuales parecen sencillamente estar confiscadas o secuestradas por pequeños grupos oligárquicos que sólo hacen avanzar sus intereses. La maquinaria trabaja pero sólo a su servicio, mientras las necesidades de las grandes mayorías son sistemáticamente ignoradas.

Lo que no me gusta de la respuesta de Córdova es dar por sentado que vale la pena preservar la precaria democracia que hay en Guerrero. Creo que nadie pide que se abandone el proyecto democrático, a nadie he escuchado sostener tal cosa. Se pide aplazar las elecciones, para construir nuevas fuerzas ciudadanas, para dar apertura a candidaturas independientes y buscar un clima de relativa paz que ahora simplemente no existe.

Hace unos años se advirtió un peligro similar en Michoacán, donde se decía que el narcotráfico estaba decidiendo realmente quiénes iban a ser los candidatos a las presidencias municipales. Ahí también algunos pensaron que valía la pena conservar esa precaria democracia. La consecuencia que ya conocemos es que buena parte de los funcionarios electos trabajaron para los Caballeros Templarios. ¿Qué “democracia” valía la pena conservar entonces?

No soy y nunca he sido anti-demócrata, al contrario tengo firmes convicciones democráticas y es por ello que me parece que la pregunta que Córdova pasa por alto es qué tipo de democracia precaria es la que vale la pena conservar en Guerrero. No sería mejor hacer un alto en el camino, ¡no un alto autoritario ni nada de eso!, simplemente un alto en los tiempos electorales para tratar de recomponer los liderazgos sociales, para que haya tiempo y leyes adecuadas para que los nuevos movimientos sociales logren expresar y postular a sus representantes. ¿Qué, no queremos una democracia legítima en toda la extensión de la palabra?

juan.cruzparcero@razon.mx

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