Horacio Vives Segl
La semana pasada se entregaron dos importantes premios a dos mexicanos de excelencia que, entre algunas similitudes, comparten su estrecho vínculo con el ITAM. Aquí algunos comentarios al respecto:
Medalla Belisario Domínguez. Como se sabe, se trata de la máxima distinción que el Senado de la República concede a un ciudadano mexicano (si bien algunas veces la designación ha sido poco afortunada, como en 1979, que el régimen determinó consentirse cínicamente al otorgar la presea a Fidel Velázquez). Respecto a la decisión de este año hubo algunas voces críticas que la cuestionaron. Sin embargo, me parece que, si bien son opiniones atendibles, no dimensionan cabalmente al personaje. Muchas de esas críticas se centraron en cuestionar que un empresario sea reconocido con tal distinción, que parece más centrada en reconocer la trayectoria de mexicanos que han sobresalido en rubros tales como la milicia, la ciencia, las artes, el humanismo, la defensa de derechos sociales o la política. Lo que no se aprecia con justicia es la aportación que ha realizado para la generación de empleos en el país. Pero, por si fuera poco, resalto la que para mí es su contribución central a la nación: estar al frente de la Junta de Gobierno del ITAM, una de las instituciones académicas más prestigiadas de México, que durante décadas ha aportado un ejército de profesionistas que se han destacado en diversos ámbitos (academia, servicio público, organismos sociales, sector empresarial). Creo que si hubiera algo que reprocharle al Senado, en perspectiva, es que ya hace demasiados años —desde 1996— que no se otorga ese reconocimiento a una mujer (y, desde 1954, sólo en seis ocasiones no la han recibido hombres).
Carrera al Universo. Ésta es la máxima distinción que el ITAM concede anualmente a sus más destacados egresados de licenciatura o maestría y con reconocida trayectoria profesional. A pesar de la multiplicidad de valiosísimos perfiles que pudieran ser acreedores del reconocimiento, no veo actualmente a alguien que se lo haya ganado más a pulso que José Antonio Meade Kuribreña. Él es el único mexicano que ha sido en cuatro ocasiones secretario de Estado, en dos gobiernos diferentes, de partidos distintos.
Meade es la encarnación del profesionalismo, la técnica y la eficacia. Un funcionario con una capacidad analítica y una inteligencia fuera de lo común.
Adicionalmente a la categoría mayor, se reconoce a otros destacados egresados en grado de “mérito profesional”. De entre los 20 galardonados de este año me resulta especialmente gratificante ver los nombres de Vidal Romero y Ana Paula Ordorica.
No es exagerado señalar que por el número y el perfil de sus egresados —capacidades técnicas, formación humanista, visión de liderazgo y sentido social— en posiciones clave para el desarrollo del país el ITAM ha hecho una aportación fundamental a la modernización de México. Por distintas trayectorias, Alberto Baillères y José Antonio Meade han contribuido a ello. Enhorabuena por sus respectivos reconocimientos.
hvives@itam.mx
Twitter: @HVivesSegl
