La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos cumplió cien años dentro de un clima político dominado por la crisis de la relación con los Estados Unidos. Ése fue el tema que, de manera explícita o implícita, dominó en la ceremonia oficial que se llevó a cabo en Querétaro.
En su discurso, el Presidente Enrique Peña Nieto afirmó: “Son tiempos que llaman a la unidad, unidad en lo esencial, unidad como sociedad y como nación, unidad para encontrar juntos soluciones a las exigencias de nuestro tiempo”.
Peña Nieto sostuvo que la unidad de los mexicanos no debe girar en torno a una persona o un gobierno. Aplaudo esa declaración del Mandatario, ya que nos aleja de cualquier intento de aprovechar la coyuntura para retroceder a vicios políticos superados, como el dogma de que el Caudillo o el Presidente es la personificación de la Nación o el error equivalente de identificar a la Nación con un partido político o, incluso, con un Gobierno conformado por varios partidos.
La unidad de los mexicanos, dijo Peña Nieto, debe construirse alrededor de los valores de la Constitución y esos valores son: la soberanía, la libertad, la justicia, la democracia y la igualdad.
Coincido con Peña Nieto en que la unidad nacional debe asumir esos cinco valores —y otros más que él dejó fuera de la lista—, pero discrepo con él en que esos valores sean suficientes para constituir la unidad nacional mexicana.
Tal parece que el antecedente de esa concepción de la unidad nacional es el patriotismo constitucional, defendido, entre otros, por el filósofo alemán Jürgen Habermas en los años ochenta del siglo XX. Recordemos el contexto: en la Alemania de la posguerra no se podía hablar de un patriotismo fundado en un líder, una raza, un pueblo, una cultura o una historia compartida. Todas esas palabras habían quedado manchadas por el nacionalsocialismo y, por ello, erradicadas del discurso político. Habermas pensaba que al fundar el patriotismo en torno a principios constitucionales, Alemania podría limpiar su pasado y contribuir a la creación de una identidad posnacional europea.
Cualquier observador de la política contemporánea se dará cuenta de que el patriotismo constitucional es una ideología en franco retroceso, tanto en Europa como en el resto del mundo. La razón de lo anterior es que, más allá de lo que piensen los especialistas, la gente se ha dado cuenta de que la unidad de una nación no se puede construir sobre principios abstractos.
Antes de las leyes están las personas de carne y hueso que integran las comunidades en las que vivimos: familias, condominios, barrios, cofradías, asociaciones, aldeas, ciudades, provincias, regiones, etcétera. Es ahí donde está la realidad de una nación. Hay una virtud política que Peña Nieto no mencionó y que tiene tanto peso para construir una democracia como la libertad y la igualdad: la fraternidad. Si bien la fraternidad es un virtud que debemos proyectar a todos los seres humanos, su práctica empieza en nuestro entorno más próximo. Es ahí donde podemos trabajar hombro con hombro para construir una sociedad más justa. Es ahí, también, donde estaría la última trinchera de la defensa de la soberanía nacional.
La Constitución no puede ser el único fundamento de la unidad de los mexicanos. Una Constitución como la nuestra, que se ha reformado tantas veces, nos hubiera llevado a la esquizofrenia. Y ¿cómo sería la unidad que los habitantes de la ciudad de México podrían adquirir de su nueva Constitución, tan larga y tan profusa?
México es más grande que sus leyes. Está hecho de otros materiales, no sólo de derechos y obligaciones. Está hecho de hombres y mujeres, de llanuras y montañas, de razones y emociones, de memorias y anhelos. Su realidad, como la de todas las naciones, es muy rica. No tenemos por qué avergonzarnos de ella. México no es Alemania. El patriotismo constitucional de Peña Nieto es una prueba de que el gobierno del PRI no se siente con la legitimidad para encabezar un movimiento genuinamente nacional.
Varias organizaciones de la sociedad civil han convocado a una marcha por México este 12 de febrero. Los asistentes llevaremos banderas y cantaremos el himno. Le mostraremos al mundo que México vibra.
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