Hay palabras que sin que el viento se las lleve, pueden generar tornados. Declaraciones que quedan ahí, grabadas para que en un futuro puedan usarse como dagas. Ganas de que las cosas sucedan, que no significa que por ello se realicen. Una realidad que enfrentar con algo más que promesas.
Creo que Enrique de la Madrid es un buen secretario de Turismo. Comprende, como pocos antes, de la importancia del sector en la economía mexicana y en la generación de condiciones positivas para millones de personas. Lo hace, además, comprendiendo con mucho tino que para que las cosas sucedan, para que siga creciendo esta industria, hay que invertir. Hacerlo en la infraestructura, en el producto, en la capacitación, en la calidad y, por supuesto, en la seguridad. Lo hace desde la visión de un funcionario público educado en el sistema financiero y, creo yo, hasta ahora lo ha hecho muy bien. Tanto, que se le considera con posibilidades de ser candidato presidencial.
El secretario De la Madrid sabe muy bien que la violencia que golpea a los principales destinos turísticos de México es el principal escollo a vencer en estos, los mejores años de la industria. Atinadamente, considero así, se planteó hace meses construir con sus compañeros de gabinete responsables de la seguridad nacional la creación de un plan que anunció anteayer: en tres semanas inicia un programa piloto para atender la seguridad de las zonas turísticas del país. Este iniciará operaciones en Los Cabos, Cancún y Acapulco, y será coordinado por la Secretaría de Gobernación. En este programa participarán las autoridades de los tres órdenes de gobierno y miembros de la sociedad civil.
Hasta ahí muy bien.
Comprendo que para que esto funcione la participación de la sociedad es fundamental. Que, por ejemplo, participen los empresarios de cada uno de estos destinos, es necesario. ¿Pero pagando por ello más allá de lo que ya aportan vía impuestos?
Y es que en la entrevista que dio el secretario De la Madrid fue enfático al advertir que los recursos que requiere este programa, los van a tener que dar los empresarios. Sí, prometió que los consejos ciudadanos que ya existen tendrán la oportunidad de revisar con la mayor transparencia el destino de los recursos que se inviertan, pero que tendrán que ser ellos quienes inviertan en lo requerido para que haya seguridad en los destinos.
Y sí, sé que en Cancún existe el ofrecimiento de algunos hoteleros y empresarios del sector de aportar los recursos para un sistema de video vigilancia en la Zona Hotelera para apoyar las tareas de la policía, al igual que en Los Cabos se han reunido para entregarle al municipio patrullas para la vigilancia en las zonas turísticas. ¿Pero ello en verdad será la solución?
La Policía Turística que se plantea debe ser financiada con recursos públicos. Las aportaciones que puedan dar los ciudadanos serán positivas; pero no puede abrirse una ventana para que se considere que este cuerpo policíaco está al servicio de quienes aportaron para su existencia y funcionamiento.
Y hay una razón.
La Policía Turística no vigilará aquellas zonas en estas ciudades donde se encuentra el caldo de cultivo de la violencia. Quizá ésta evite que tiren cuerpos embolsados en las zonas hoteleras e inhiban que existan tiroteos en zonas visitadas por turistas, y eso es plausible. Pero eso no resolverá
un problema que va mucho más allá. Los cárteles que se pelean los destinos turísticos se seguirán enfrentando en las ciudades y seguirán vendiendo en las zonas turísticas. A menos que la tarea de este cuerpo policiaco sea inhibir la razón de la violencia que no es otra que el mercado que representa para los narcotraficantes.
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