¿Eres aburrido?

Foto: larazondemexico

Algunas personas se ven a sí mismas como aburridas y poco interesantes y, por tanto, se alejan de las interacciones sociales para evitar sentirse rechazadas. Pensarse poco interesante suele derivar en soledad y es una idea que afecta negativamente la estima personal.

Algunos hombres y mujeres están convencidos de que quienes dicen amarlos sólo están cerca de ellos por interés económico, porque no tienen otras opciones, por lástima o por costumbre. Quizá no es tan fácil hacer una lista de cualidades que los hacen interesantes, además de que el concepto mismo de lo interesante es subjetivo: Si no soy una lectora, conversar con un hombre de letras podría resultar una tortura o una insoportable evidencia de mi ignorancia. Si usted es matemático y todo lo explica con números es posible que muy pocos entiendan y se puedan vincular con lo que usted sabe y cree apasionante. Alguien que valore la cultura pop será interesante para un fan de Lady Gaga, pero quizá muy poco para quien no ve televisión ni escucha música popular.

En el fondo, lo que nos hace interesantes es quiénes somos como personas. La capacidad de revelar nuestro yo auténtico a otros. Hablar de lo que sentimos y lo que deseamos, de lo que nos duele y nos alegra, es lo que puede vincularnos a los demás y convertirnos en seres multidimensionales, más allá de nuestra profesión o nuestros gustos estéticos. Revelar el verdadero yo es un riesgo aterrador. Quien es incapaz de hacerlo podría ser la perfecta definición de alguien poco interesante, porque jamás cuenta nada sobre sí mismo y tampoco se atreve a preguntar nada demasiado personal para no tener que corresponder al tono íntimo de una conversación.

El miedo al rechazo es un obstáculo para decirle a alguien que nos gusta y que estamos pasándola fenomenal en su compañía. Muchas personas fracasan en una primera cita porque se conducen con excesiva precaución. Prefieren no decir nada aunque se sientan atraídos por miedo a no ser correspondidos.

Por otro lado, alguien que está demasiado preocupado por ser interesante y que para lograrlo no para de hablar, tampoco suele serlo porque en ningún momento se le ocurre hacer preguntas. Las personas que adoran escucharse hablando pueden parecer entretenidas, pero en realidad son agotadoras. La perspectiva de salir con alguien que sólo habla pero poco escucha es desalentadora.

Ser interesante es mostrar interés auténtico por los otros, estando realmente dispuestos a escuchar y a responder. Ser interesante es expresar sentimientos y no sólo rollos teóricos que pueden llegar a ser muy aburridos. Apasionarse por la música, bailar, explorar la naturaleza, arreglar jardines, meditar, correr, cocinar o escribir, nos vuelve interesantes. Alguien a quien nada le gusta demasiado ni muestra ninguna pasión aparente puede resultar muy aburrido.

Es mucho más importante interesarse en los demás que preocuparse por ser interesante. El entusiasmo por las distintas cosas que la vida tiene para ofrecer no es un montaje para seducir, sino una forma de existir, que es celebratoria de la vida.

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