“El mejor profeta del futuro es el pasado”
Lord Byron
Carlos Obregón Santacilia fue uno de los más reconocidos arquitectos de principios del siglo XX; tres de sus obras han sido declaradas monumentos artísticos por el INBA, y el Centro Escolar Benito Juárez se encuentra próximo a obtener el mismo reconocimiento.
Ubicada en la calle de Jalapa en la Colonia Roma, podemos decir que esta obra construida en 1924, formó parte de la campaña que impulsó el Ministro de Educación, José Vasconcelos, en su afán por construir escuelas en toda la República, cuya expresión se alejara de los criterios aplicados en la arquitectura porfiriana y tomara un cariz nacionalista y moderno, lo que en la mente del intelectual significaba la recreación de la arquitectura virreinal de la Nueva España. Planteó un código estético alejado del porfirismo, para la construcción de escuelas, utilizando tezontle, tejas de barro, recinto y cantera; promoviendo, además, que tuvieran pinturas con temáticas nacionalistas.
La modernidad de esta práctica constructiva también se basó en nuevos planteamientos teóricos para hacer arquitectura, como el de otorgar al programa arquitectónico un lugar preponderante en la concepción del proyecto. Así también, el empleo de nuevos materiales y sistemas constructivos, como el uso del cemento y del concreto armado, que ya tenían tiempo de utilizarse, aunque de manera muy limitada por desconocimiento de sus ventajas y su manejo. En este sentido además se cuestionaba la esbeltez de los muros, en vista de la costumbre de usar muros gruesos y pesados de mampostería que eran parte del lenguaje arquitectónico y daban la apariencia de una mayor seguridad estructural.
El Centro Escolar Benito Juárez adoptó esta expresión nacionalista conocida como Neocolonial que floreció en los 20, tomando conceptos, materiales y acabados de la arquitectura de la Nueva España. En palabras del propio arquitecto Obregón, “[…] los arquitectos de América teníamos la obligación de buscar para la arquitectura las raíces de la tradición. Esta tendencia surgida de la idea nacionalista que trajo la Revolución y como resultado de oponer algo nuestro al afrancesamiento reinante, que era extraño, tuvo esa razón de ser en aquel momento.”
Carlos Obregón proyectó el Centro Escolar Benito Juárez partiendo de una planta arquitectónica simétrica formada por un cuerpo central que es el acceso y dos cuerpos laterales con sendos patios y amplios pasillos perimetrales para acceso a las aulas. El eje central rematando en la alberca de la zona deportiva flanqueada por un gimnasio a un lado y un salón de danza en el lado opuesto. A la fecha la distribución propuesta por el arquitecto hace prácticamente un siglo, sigue vigente, aún más al haber sido sometida a una profunda restauración arquitectónica hace unos años, en la cual no sólo le restituimos sus elementos originales, sino aprovechamos para ponerla al día con el desarrollo tecnológico que la educación actual demanda. Un merecido rescate de una obra ejemplar del arquitecto Obregón que bien vale conocer, soberbio ejemplo de la arquitectura Neocolonial de México.