Una de las categorías que se usan para estudiar la historia de América Latina en los siglos XIX y XX es la del caudillismo. ¿Qué es un caudillo? Hay varias maneras de entender este concepto, pero aquí diré que un caudillo es el gobernante de una nación que ejerce un poder absoluto sobre la base de su popularidad y liderazgo militar.
No confundamos al caudillo con el cacique. El primero es un líder nacional, el segundo es un jefe regional. Un cacique puede llegar a ser un caudillo y un caudillo puede retroceder a ser un cacique, pero la diferencia entre ambos es clara.
El priismo nunca fue una dictadura, mucho menos una dictadura perfecta. Sin embargo, el sistema político diseñado por Calles y perfeccionado por los presidentes que los sucedieron, ya no existe
¿Quiénes han sido los caudillos de la historia de México? Hidalgo gobernó casi como un caudillo durante un breve periodo en Guadalajara. Pero su poder no fue nacional. Por eso lo llamaré, como a otros personajes de la historia de México, un cuasicaudillo, es decir, alguien que tiene algunas características de un caudillo, pero no cumple de manera redonda con la definición ofrecida.
Otro cuasicaudillo de la historia de México de aquel periodo fue Félix Calleja. Aunque no era mexicano, Calleja conocía el territorio nacional, tenía redes con los caciques y jefes locales y llegó al Virreinato de la Nueva España con un poderío militar que nadie jamás había tenido durante la colonia. No tenía, sin embargo, arraigo popular.
El primer caudillo de la historia de México fue Agustín de Iturbide, que unió a todo el país bajo su liderazgo fundado en el poderío militar y fue proclamado emperador por la soldadesca y luego ratificado por el Congreso, como si tratara de un emperador romano.
El segundo caudillo, el paradigmático de nuestro siglo XIX, fue Antonio López de Santa Anna. Un hombre carismático, indispensable, que estaba por encima de todas las divisiones de la sociedad. Fue en contra del caudillismo de Santa Anna que la revolución de Ayutla pretendió un nuevo principio de la nación mexicana. Del impulso de esa revolución procede la figura de Benito Juárez, que aunque triunfó en la guerra civil y, luego, en la lucha contra la intervención francesa, no fue un jefe militar, por lo que, aunque gobernó casi como un dictador, no diríamos que fue un caudillo, sino, más bien, un cuasicaudillo.
[caption id="attachment_729062" align="alignnone" width="696"] Agustín de Iturbide, el primer caudillo de la historia de México.[/caption]
El tercer caudillo nacional, el más poderoso, el más majestuoso, fue Porfirio Díaz. Héroe mítico de guerra, conocedor de cada palmo del país, dueño de todas las voluntades. Díaz fue un dictador sui generis porque se presentaba a elecciones y las ganaba –o eso se decía– legitimando de esa manera su poder. En otra de este caudillo comenzó la Revolución mexicana.
¿Fueron caudillos Madero, Villa, Zapata y Carranza? Me parece que no, aunque podríamos describirlos como cuasicaudillos por diversas razones. Madero ganó una revolución, pero no gobernó de manera absolutista; Villa estuvo al mando de un ejército poderoso, pero no tuvo control total del país, como Zapata. Carranza fue un primer jefe, pero gobernó como un dictador más que como un caudillo.
El cuarto caudillo de la historia de México fue Álvaro Obregón. Él fue el último presidente que ganó poder por medio de su autoridad militar, de su conocimiento exhaustivo del territorio y de sus habitantes, de su liderazgo indiscutible y, a la vez, temible. Si Obregón no hubiera sido asesinado es probable que nunca hubiera existido el PRI.
¿Fueron caudillos Madero, Villa, Zapata y Carranza? Me parece que no, aunque podríamos describirlos como cuasicaudillos por diversas razones
Plutarco Elías Calles pasará a la historia de México por haber inventado un sistema político a prueba de caudillos. Sería un gravísimo error confundir el presidencialismo con el caudillismo. El priismo nunca fue una dictadura, mucho menos una dictadura perfecta. Sin embargo, el sistema político diseñado por Calles y perfeccionado por los presidentes que los sucedieron, ya no existe. Ahora podemos vislumbrar el surgimiento de un neocaudillismo.
Se han trazado analogías entre AMLO y otros personajes de nuestra historia. A mí me parece que este tipo de juicios comparativos sirve de poco para entender el fenómeno actual, por más puntos en común que haya entre los caudillos y cuasicaudillos de antes y el candidato de Morena. Lo que sí diría es que el proceso político en el que nos encontramos nos enfrenta con un nuevo tipo de caudillismo cuyas consecuencias tendrán que examinarse en caso de que acontezca.