“Mi consejo es que te cases: si encuentras
una buena esposa serás feliz, si no, te harás filosofo”.
Sócrates
(primera parte)
El matrimonio ha sido a lo largo de la historia una de las más importantes instituciones del Estado y base de la familia; en cada cultura se desarrolló de diferente forma, por ejemplo, en sus orígenes en el imperio romano únicamente era para los nobles, quienes necesitaban una esposa formal para acrecentar su poder y fortuna y así transmitirles a sus herederos sus bienes.
En sus inicios, el matrimonio no tenía nada que ver con el amor, la idea romántica de enamorarse y casarse no se tenía, ésta se desarrolló hasta el siglo XVIII con la burguesía en Europa, la cual vino a cambiar muchas de las instituciones existentes y a refrescar las viejas tradiciones, con ello se democratizó y la mayoría de las parejas empezaron a pensar en el matrimonio como la mejor forma de consolidar su vida futura.
En México el matrimonio, como lo conocemos hoy, llegó con los españoles en la conquista a través de la iglesia católica, al mismo tiempo que la evangelización se fue consolidando el matrimonio, el cual durante varios siglos lo administró la iglesia, el matrimonio religioso era reconocido por la ley civil, pues era Iglesia la encargada de administrar toda la parte civil del Estado, desde el nacimiento hasta la muerte.
En 1859 se promulgó la Ley del Matrimonio Civil, que por primera vez lo estableció de forma civil y separada de la iglesia, como consecuencia de la promulgación de la Constitución de 1857, bajo el gobierno de Ignacio Comonfort, y posteriormente bajo el mando de Benito Juárez, como parte de las llamadas Leyes de Reforma.
Con la llegada del siglo XX también se dieron grandes cambios, primero con la Ley del Divorcio Vincular de 1914, bajo el gobierno de Venustiano Carranza, generando una revolución jurídica, pues es una de las primeras leyes en el mundo que contempló el divorcio, atentando directamente contra la idea religiosa de que el matrimonio era para toda la vida y por lo tanto indisoluble.
Posteriormente, en 1917 se promulga la Ley de Relaciones Familiares, la cual separa al matrimonio del Código Civil, para llevarlo a una ley especial, y regula más claramente los regímenes patrimoniales, y le otorga a las mujeres una mayor igualdad frente al hombre, y el matrimonio toma un carácter totalmente contractual.
Así llegamos al Código Civil de 1928 para el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) con sus múltiples reformas, incluida la del año 2000, en la que lo separa de la Federación, y en la cual nuevamente se contempla el matrimonio dentro de su estructura, estableciendo dos regímenes patrimoniales, el de sociedad conyugal y el de separación de bienes, pudiendo también tener un régimen mixto.
El matrimonio durante toda su historia ha ido adecuándose a su tiempo, por ello, uno de los acertados cambios que ha tenido, es la derogación de las esponsales, las cuales ya no tenían razón se existir, y otro ha sido el establecer como requisito la mayoría de edad para poder contraer matrimonio, pues con ello se evita que innumerables jóvenes contraigan matrimonio, cuando todavía no tienen una madurez mental ni una economía estable.
(continuara…)