El matrimonio en el México del siglo XXI

Foto: larazondemexico

(segunda parte)

Como lo hemos visto en el artículo anterior, el matrimonio ha ido cambiando a lo largo de la historia, y las leyes siempre van atrás de los cambios de la sociedad, van adecuándose a esos cambios. De la misma manera que las disposiciones legales del matrimonio se han modificado, como también lo han hecho las del concubinato, por lo que ahora se puede acudir ante el juez del Registro Civil a realizar declaración de existencia de concubinato o de cohabitación, así como de la cesación de los mismos.

El matrimonio en México se ha modificado tanto, que ya existe el matrimonio entre personas del mismo sexo; no obstante las constantes críticas y oposiciones de algunos gobiernos y congresos de varios Estados de la República, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunció en la resolución 43/2015 del 12 de junio de 2015, estableciendo que todos los jueces están obligados a otorgar el amparo para permitir la celebración del matrimonio entre personas del mismo sexo, con ello se concluyó una disputa legal de gran trascendencia para la sociedad, pudiendo cualquier persona en dicha situación contraer matrimonio en cualquier lugar de la república mexicana, siendo el primer país latinoamericano que desde el 2010 autorizó estos matrimonios.

A partir de la autorización del matrimonio entre personas del mismo sexo la sociedad mexicana ha tenido un gran progreso en la aceptación de dicho matrimonio, de iniciar con apenas un 37% de aceptación, actualmente es del 72% de aceptación entre la población, resultados no esperados en su momento y que, sin embargo, nos demuestran lo adaptable de nuestra sociedad mexicana.

El matrimonio nació, en gran parte, como una cuestión de orden económico y hoy en día se mantiene o incluso se ha desarrollado aún más, ya que diversos estudios han demostrado que las actuales parejas toman la decisión de contraer matrimonio considerando los ingresos de cada uno de ellos, para sumar y poder hacer una vida en común más solvente, por lo que buscan casarse con alguien que pueda aportar a la vida en común la mayor cantidad de recursos.

Otro de los puntos a analizar es el número de matrimonios, el cual, de acuerdo con los estudios del INEGI, ha disminuido en los últimos años, ya que de 2008 a 2018 pasó de 59.7% a 42.8%, mientras que el número de divorcios subió de 15.1 de cada 100 a 28.1 de cada 100, casi duplicándose; por otro lado el número de mujeres casadas ha disminuido con relación al número de hombres, en 2018 el porcentaje de hombres casados mayores de 15 años era de 43.2% mientras que el de mujeres era del 40.1%; sin embargo, el porcentaje de hombres divorciados, viudos o separados es del 6.4%, mientras que el de las mujeres es del 14.5%, por lo que podemos observar que cada vez hay más mujeres solteras que hombres; por otro lado ha crecido de forma vertiginosa la unión libre, la cual representa el 16.5% de las parejas, situación que está en crecimiento y por la cual se debe de estudiar a profundidad sus causas para que el derecho pueda adecuarse a esta situación.

Con todos los datos anteriores, tenemos que reorientar la figura del matrimonio, para que no desaparezca y pueda representar nuevamente una opción para las jóvenes parejas, las cuales muchas de ellas ya practican una libertad sexual e independencia económica que el matrimonio muchas veces restringe y por ello no es opción para ellos.

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