El Covid-19, ha desestabilizado un mundo que ahora funciona basado en los ingresos y egresos, producto del tránsito constante de personas, bienes y servicios de un lado a otro del globo. Si el brote se volvió epidemia y luego pandemia, se debe, primero, a que conocemos, por el flujo continuo de información, cuántas personas se han contagiado y en dónde y, segundo, a que diariamente millones de personas viajan de un lado a otro del mundo y reciben a personas de muchos países.
Aunque siempre ha tenido detractores, ahora los críticos de la globalización son figuras políticas que en muchos casos son cabezas de Gobierno. Me refiero a una corriente política que combina el populismo de los gobernantes con una política de férreos controles migratorios, la defensa a ultranza de la integridad de sus culturas y una inclinación por una economía cerrada. Ahora con esta pandemia, sin duda alguna se replanteará el sistema económico que conocemos, y con el que nos hemos acostumbrado a vivir.
La propagación del coronavirus ha obligado a posponer o cancelar importantes eventos deportivos, culturales y de entretenimiento que representan derramas económicas multimillonarias; la gente se ha visto obligada a resguardarse y trabajar desde sus casas, lo que reduce la actividad comercial y económica en cuestiones de transporte, restaurantes y servicios; los vuelos entre países se han restringido de manera importante o de plano cancelado y, el acceso a las fronteras se ha limitado a connacionales y residentes, lo que afecta a la industria turística y comercial. En suma, estas medidas afectan las cadenas productivas, contraen la demanda global y nos acercan a una recesión global. Se prevé que durante el resto del año estaremos viviendo condicionados a la propagación del virus y que el costo global será de 2.7 billones de dólares.
En estas últimas dos décadas el mundo se ha enfrentado al SARS, a la influenza H1N1, al MERS, al ébola y al Covid-19, es una realidad que nuevos virus se propagarán y que el sistema globalizado con el que convivimos, facilita que un brote se convierta en una pandemia y que provoque en el futuro efectos sociales, económicos y políticos, similares a los que estamos viviendo. La interdependencia entre países para cubrir sus necesidades ha generado problemas en la oferta y en la demanda en todo el mundo, dadas las recomendaciones de aislamiento y cierre de fronteras. Éste es terreno fértil para la intensificación de políticas impulsadas por Trump, como el retorno de empresas a sus territorios para acercarse a la sustentabilidad y el fortalecimiento de los controles migratorios. Por otra parte, para países que viven de empresas extranjeras que aprovechan la ventaja de menores salarios e impuestos, puede ser el inicio de un problema crítico y el inicio de un cambio de rumbo.
