Los aranceles del 25% impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump a las exportaciones mexicanas representan un golpe significativo para la economía del país, ya que cerca del 40% del PIB de México depende de las exportaciones y el 80% de ellas tiene como destino Estados Unidos.
Esto significa que casi una tercera parte de la actividad económica nacional está directamente vinculada al comercio con su principal socio. El impacto inmediato será un encarecimiento de los productos mexicanos en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad frente a bienes de otros países. Aunque la reciente depreciación del peso frente al dólar puede compensar parte del arancel al hacer que los productos mexicanos sean más baratos en términos de divisa, esta ventaja es limitada y no anula el efecto negativo de las tarifas adicionales.
BBVA Research estima que, si los aranceles se mantienen durante la mayor parte del año, México podría entrar en recesión con una contracción del PIB de entre 1.5% y 2.5%. Además, el tipo de cambio podría alcanzar los 24 pesos por dólar, con una posible corrección a 23 pesos a finales de 2025. La depreciación del peso, aunque favorable para los exportadores, también impactará el poder adquisitivo de la población y encarecerá las importaciones, elevando la inflación y afectando el consumo interno. Además, la incertidumbre generada por los aranceles afectará la inversión extranjera directa, ya que muchas empresas reconsiderarán sus planes de expansión en México, ante un entorno comercial inestable. Esto repercutirá negativamente en el empleo formal y en el crecimiento económico.

Rocha Cantú en París
El sector automotriz, una de las principales industrias exportadoras de México, es particularmente vulnerable a estos aranceles. A pesar de que Tesla desarrolla parte de su Robotaxi en México y Lucid fabrica casi todas las piezas plásticas exteriores de su modelo Gravity en el país, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz no ha resaltado estos puntos, lo que da la impresión de una menor participación de México en la cadena de valor de la industria. Las tarifas adicionales pueden llevar a las automotrices a reconsiderar su producción en el país, afectando no sólo a las grandes ensambladoras, sino también a cientos de proveedores que dependen de la industria automotriz para su operación.
Más allá del impacto comercial, Trump ha condicionado la eliminación de los aranceles a que México adopte una postura más agresiva contra los cárteles del narcotráfico, sugiriendo incluso que Estados Unidos intervendría directamente si el gobierno mexicano no actúa por su cuenta. Esto coloca a México en una posición delicada, ya que aceptar apoyo militar o de seguridad estadounidense podría generar fuertes reacciones internas y tensiones diplomáticas. Además, Trump ha advertido que si México responde con represalias comerciales, él aumentará aún más los aranceles, generando una escalada que podría ser perjudicial para ambas economías. Se espera que el 18 de febrero anuncie nuevas tarifas para otros productos, lo que incrementará la incertidumbre sobre el futuro de la relación comercial entre ambos países.
Para reducir el impacto de los aranceles y generar confianza en los inversionistas, algunos sectores empresariales han señalado la importancia de enviar señales de estabilidad y respeto al Estado de derecho. Una de las medidas sugeridas es cancelar la reforma judicial, y otras iniciativas que han generado preocupación e incertidumbre en el sector empresarial. Los números económicos de México no son nada buenos, mucho menos los pronósticos para 2025. La incertidumbre interna, sumada a la presión externa del presidente norteamericano podría afectar aún más la llegada de inversión extranjera y la estabilidad económica de México. El Gobierno mexicano enfrenta un reto complejo en su relación con Estados Unidos. Más allá de contar con un plan de respuesta, a, b, c, y hasta la z, es fundamental que las negociaciones con Trump, que hoy se conozcan después de la llamada programada que sostendrán, logren minimizar los daños a la economía mexicana y evitar medidas que puedan agravar la situación. Lo que se acuerde en los próximos meses definirá el rumbo del comercio y la inversión en México.
Llamado a Boicot. Torpeza hacer un llamado a boicotear marcas estadounidenses como respuesta a los aranceles impuestos a México por el presidente Donald Trump, porque aunque es una reacción emocional comprensible, tiene varios problemas de fondo. Primero, muchas de estas empresas como McDonald’s, Burger King, KFC, Costco, Sam’s Club, Amazon, Walmart, Starbucks, Domino’s, Little Caesars, Pepsi, Levi’s, Ruffles, Fritos, FedEx y UPS generan miles de empleos en México. Al dejar de consumir sus productos, no se está afectando directamente a los dueños en EU, sino a los trabajadores y proveedores mexicanos que dependen de ellas.
Además, un boicot de consumidores en México difícilmente afectará a corporaciones globales con operaciones en cientos de países. Su impacto económico en EU sería mínimo y no cambiaría la política comercial de Trump.
En cambio, el cierre de tiendas o la reducción de operaciones por menor demanda podría llevar a despidos y afectaciones económicas locales.
Por otro lado, muchas de estas empresas han invertido en México y pagan impuestos que benefician al país. Optar por productos mexicanos es positivo para la economía local, pero hacerlo como represalia a los aranceles puede ser una estrategia equivocada si no se considera el impacto en el empleo y la inversión nacional. En lugar de boicots poco efectivos, sería más útil exigir políticas públicas que fortalezcan a las empresas mexicanas y diversifiquen el comercio exterior.
Voz en off. La autorización de México para participar en el mercado de divisas y derivados financieros de Rusia implica una mayor diversificación en las opciones de financiamiento y comercio exterior, ya que permitirá intercambiar directamente pesos y rublos sin depender del dólar como intermediario. Esto puede reducir costos y facilitar transacciones con Rusia en sectores estratégicos como energía, fertilizantes y productos agrícolas. También representa un acercamiento económico con un país que ha sido sancionado por Occidente, lo que podría generar tensiones con socios comerciales como Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque el comercio entre México y Rusia es limitado, esta medida abre la puerta a nuevas oportunidades en un contexto de creciente fragmentación geopolítica y reconfiguración de alianzas económicas…

