PUNTO CIEGO

Rubicón, Pegasus y el espectáculo del avión

Daniel Santos Flores<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Daniel Santos Flores*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La Operación Rubicón fue instrumentada por la CIA y los servicios de inteligencia alemana para vigilar y monitorear las comunicaciones de más de 130 países. En los años 70, justamente en medio de la Guerra Fría y con el fantasma del espionaje rondando sus calles, las naciones del mundo comenzaron a temer no sólo por sus enemigos externos, también por los internos. Todos sabían que había infiltrados, traidores y mercenarios operando dentro de su territorio y en contra de sus intereses, por lo que tenían la imperiosa necesidad de mantener sus comunicaciones seguras, era una necesidad poseer tecnología de punta para que sus generales, ministros y espías intercambiaran información sin riesgo de filtraciones.

Es aquí cuando hace su aparición Crypto AG, una empresa suiza, que administrando el miedo de los líderes de las naciones supo cubrir esa necesidad al venderles las máquinas más avanzadas de encriptación. ¿Qué garantizaban? Invulnerabilidad, seguridad absoluta y cifrado de información. Ofrecían un muro impenetrable de confianza.

Sin embargo, la realidad era otra, Crypto AG había sido adquirida en secreto por la CIA y la BND desde los años 50, las agencias de inteligencia estadounidense y alemana diseñaron en sus dispositivos una “puerta trasera” invisible. Mientras las naciones enviaban mensajes sobre movimientos de tropas, negociaciones con otros países o estrategias de defensa, la información llegaba de primera mano a Washington y Berlín, en donde era descifrada, analizada y canalizada para su propio beneficio. Muchos gobiernos en América Latina, Medio Oriente y África hablaban en código creyendo que sus comunicaciones eran seguras e impenetrables, pero las potencias que se decían aliadas conocían todos sus secretos.

Por muchos años, la Operación Rubicón fue perfecta, pero como siempre pasa con la tecnología, fue quedando obsoleta y las naciones ya no ocuparon de máquinas encriptadas. Es en el 2020 cuando se da a conocer la información de lo que la empresa Crypto AG realizó, al manipular miles de máquinas, las cuales permitieron vulnerar su seguridad, lo que permitió obtener información para realizar operaciones como la Guerra de las Malvinas, el conflicto de EU con Libia, y el golpe de Estado en Chile, por nombrar algunos casos.

Con la llegada del conocido y comentado software Pegasus, las naciones y sus líderes tenían una opción más para espiar y protegerse, pero sucedió lo mismo, el tiempo ha dejado obsoleta esa herramienta, por lo que los avances tecnológicos han puesto a disposición de empresas y naciones, herramientas que hoy se usan para acciones de inteligencia y contrainteligencia, por ejemplo el software Endofdays o Graphite, este último logra infectar dispositivos a través de WhatsApp sin necesidad de que el usuario interactúe, simplemente al abrir la aplicación.

En los últimos días hemos visto cómo aviones de inteligencia militar estadounidense han sobrevolado espacio aéreo internacional, muy cerca del territorio nacional, inclusive en la llamada mañanera del pueblo del 11 de febrero del presente, el general secretario, Ricardo Trevilla Trejo, informó que nunca se violó el espacio aéreo nacional, pero que no descartaba que dicho país haya realizado operaciones de inteligencia y espionaje en contra de grupos delincuenciales.

Esto me lleva a la conclusión de que con todo el poderío en materia de seguridad, inteligencia, espionaje y análisis que posee Estados Unidos, con las operaciones y herramientas que ha utilizado históricamente, con los nuevos softwares, y con los avances tecnológicos y de inteligencia artificial, el sobrevuelo de estas aeronaves no son más que una pantalla para apantallar, vamos, para alimentar su narrativa y mantener a otros gobiernos “asustados”.

Ésta es la era Trump 2.0, la de la pirotecnia, la que amedrenta y la que está decidida a montar un espectáculo, si sus pretensiones lo ocupan. Un espectáculo con aviones y barcos de guerra merodeando aguas internacionales cercanas a nuestro territorio.

Reenviado

“El arte de la guerra se basa en el engaño”

- Sun Tzu, El arte de la guerra.

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