ENFOQUE MANUAL

El Presidente, el más rico y el niño

Laura Garza<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Laura Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El pasado martes Donald Trump y Elon Musk ofrecieron un espacio de preguntas y respuestas con la prensa al interior del Despacho Oval, en pocas palabras, una rueda de prensa en un lugar en donde no suelen realizarse.

El presidente de uno de los países más poderosos del mundo, junto con el hombre rico del mundo y su pequeño hijo , en la oficina de la Casa Blanca.

El espacio fue para que Musk atendiera dudas sobre su función en el DOGE: Departamento de Eficiencia Gubernamental, el cual estará a cargo de reducir presupuestos de manera masiva.

El encuentro entre la prensa y estos tres personajes, resultó como se puede imaginar cuando llevas a un niño de cuatro años, con la atención puesta en la espontaneidad y juguetona actitud de un pequeño en un espacio de adultos que no le permiten gritar, jugar, o estar cómodo.

Entre la inquietud del pequeño, también demostró la poca atención que le da su padre en materia de educación y modales a la hora de estar en un espacio de adultos, y más aún cuando se está con un Jefe de Estado en su oficina, un lugar histórico y tan representativo para la historia y el poder de un país como Estados Unidos.

El niño se sacó un moco, lo embarró en el histórico escritorio Resolute, el cual está hecho de la madera un buque británico que fue abandonado en los mares del Ártico, y bueno con una larga historia y como un símbolo de amistad entre el Reino Unido y Estados Unidos, el escritorio fue un regalo de la reina Victoria al presidente Hayes en 1880.

Con todo esto, era obvio que la prensa, los expresidentes y cualquier estadounidense que lo viera con conocimiento y reconocimiento de la importancia y solemnidad del Despacho de la Casa Oval entraran en shock.

El niño inquieto mientras escuchaba el discurso que su padre daba y del cual no entendía nada, y nadie le atendía, se dirigió un par de veces al presidente Donald Trump para decirle que se callara y que él no era el presidente.

La foto es lo que le he anticipado como contexto, la describiría como una escena que representa una grave ruptura entre lo que marca el protocolo, las formas y el respeto a la figura del presidente.

Elon Musk y Donald Trump
Elon Musk y Donald Trump ı Foto: Reuters

Es una imagen llena de elementos y simbolismos. Al fondo LA historia de un país como Estados Unidos que ha defendido la democracia y la libertad con los retratos de expresidentes George Washington y Ronald Reagan.

La Bandera de una de las ramas del servicio militar. La escultura en bronce conocida como Bronco Buster de Frederic Remington que también estuvo en la primera Oficina Oval de Donald Trump.

El escritorio que ya le he descrito, la caja de 12 plumas que se colocó desde el primer minuto en el que el presidente tomó protesta y comenzó a firmar los primeros decretos y por supuesto el símbolo y elemento más importante: EL presidente de Estados Unidos.

Los dos invitados rompen con cualquier tipo de lineamientos, Elon Musk con su informalidad de portar una playera de algodón, con un abrigo largo para despistar, y una gorra con el lema de campaña Make America Great Again.

Su hijo, quien sí cumplió con el protocolo de vestimenta, y quien estaría “en teoría” más libre de seguir cualquier lineamiento, solo le faltó el comportamiento y el respeto a la figura de Donald Trump.

El espacio que se generó a final del martes se convirtió en una falta de respeto a la historia, a la figura presidencial, a un espacio ceremonioso y solemne, a la oficina del presidente y por supuesto a los ciudadanos norteamericanos.

El anuncio fue sobre los despidos masivos en la administración, es decir, viene un recorte importante en todas las áreas de gobierno para reducir presupuestos, de lo cual Musk dice que es de suma importancia.

Mientras anuncian a miles de personas que pronto pueden quedar sin empleo, utilizan a un niño para distraer la atención y simular un acto rudo y preocupante en uno “tierno y divertido”, mientras que la noticia real es la crisis que se viene.

Y quien lo anuncia es el magnate Elon Musk, quien ni siquiera ha sido elegido ni confirmado por el Congreso y que eso pudiera prestarse a estar burlando la Constitución.

Si Donald Trump quisiera volver a los orígenes, al conservadurismo, a lo que es y ha sido Estados Unidos, no debería de permitir tanto espacio a un personaje que, por lo que muestra, se cree por encima de lo que representa la figura presidencial, el Despacho Oval, la Casa Blanca, la democracia y la historia norteamericana.

Como diríamos, es una clara “red flag” para el gobierno estadounidense la facilidad para dominar el espacio y al propio Donald Trump.

Pareciera gracioso y divertido anunciar el futuro despido de muchos estadounidenses, incluso, parece que ni al Presidente, ni al más rico, ni al niño les importe.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón